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CON LA LUPA SOBRE LA ESTRATEGIA DEL ESTADO


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Una mancha roja irrumpió en la armonía marrón averdesada del tronco de un árbol. Más de cerca, empieza a cobrar nitidez. Es el rostro de Jorge Julio López en color sangre que alguien está pegando árbol a árbol, poste a poste de la ciudad de La Plata a medida que avanza por la diagonal 74 la columna de la movilización por los diez años de su segunda desaparición forzada.
“Ahora / ahora / resulta indispensable / aparición con vida / el gobierno es responsable”, resuena con más potencia, porque hay posibilidades concretas de que el Estado intente presentarse como querellante en la causa judicial. “Nos parece que es cínico porque estamos diciendo que el Estado es responsable de la impunidad del caso, pero si se fuera a fondo con la investigación también el Estado sería responsable por la desaparición –indica Julio Avinceto, de HIJOS La Plata-. No se ha investigado nada de las pistas más importantes y es una maniobra más para limpiarse de la responsabilidad del Estado nacional en el sentido de no hacer avanzar la investigación.”

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Una seguidilla de tres imágenes de Julio que se repite como afiche y volante atrae la atención y la curiosidad. Primero, Julio originario, con una vincha con mandalas. Segundo, Julio villero, con una visera y piercings en las cejas y la boca. Tercero, Julio trava, con los labios pintados y aros. En cada retrato de la iniciativa artística de COB La Brecha, “10 años sin Jorge Julio López”, y las inscripciones respectivas: “Desaparecer como los pueblos originarios”, “Desaparecer como lxs pibxs de los barrios”, “Desaparecer como las travas”. Como firma identitaria, la consigna de toda la marcha: “Pasan los gobiernos, continúa la impunidad”.

La Multisectorial de La Plata, Berisso y Ensenada marcha desde la plaza Moreno hasta la plaza San Martín, frente a la Gobernación. Los organismos que encabezan son HIJOS La Plata, la Asociación de Ex Detenidos Desaparecidos, Familiares y amigos de Luciano Arruga, la Asociación de Profesionales por los Derechos Humanos (Apel) y el Centro de Profesionales por los Derechos Humanos (Ceprodh).
“Nunca se investigó a los genocidas denunciados por López”
Las organizaciones comandadas por los organismos al frente se ponen en marcha entre la Catedral y la Municipalidad y arranca también la lectura de las consignas que atraviesan la movilización. Con más furia que nunca, el repudio a las prisiones domiciliarias para los genocidas y a que el Estado sea querellante. También resuena una exigencia de larga data: que los juicios no sean “por represor” sino por Centro Clandestino de Detención y Tortura para que se considere a más víctimas, para evitar la fragmentación y para que se juzgue un conjunto de hechos enmarcados en el genocidio y no casos aislados.
Nilda Eloy, quien fuera compañera de querella de Jorge Julio López, y una de las primeras en decir sin pudor “lo chuparon”, agarra con fuerza la bandera de la Multisectorial y avanza. HIJOS La Plata empuña un banner con la foto del genocida Miguel Etchecolatz manchada con pintura roja: “Etchecolatz con domiciliaria, te estamos esperando… Si no hay justicia, hay escrache”. Sigue intacto el mural de la facultad de Humanidades de la Universidad de La Plata al que año a año actualizan: “10 años sin López ¿A qué te podés acostumbrar?”
Como una postal de ciudad, como una nota identitaria, como una definición de la intensidad de su militancia, los tribunales federales, que también quedan de paso, están repletos de pintura roja. Escrachados por quién sabe cuáles y cuántas causas.
Etchecolatz, quien fuera mano derecha de Ramón Camps durante la dictadura, es decir segundo en la cadena de mando de la Policía Bonaerense, fue el principal señalado por Jorge Julio López en su testimonio en el primer juicio por delitos de lesa humanidad cometidos durante la última dictadura en la Argentina. Etchecolatz es, también, el principal sospechoso por la desaparición forzada del albañil. Con tres perpetuas, el condenado inició una huelga de hambre para exigir que se le otorgue la prisión domiciliaria por problemas de salud. No consiguió, sin embargo, que todos los tribunales que lo juzgaron accedieran a permitirla. En otras palabras, una reacción organizada logró frenarla.
Las domiciliarias a genocidas crecen de forma preocupante. Para Avinceto, “en la causa López, y en general en el proceso de reapertura de las causas la condena a los genocidas, empieza a ser más simbólica que efectiva. Este es el efecto peligroso”. “En términos prácticos, si Etchecolatz consigue esa domiciliaria, muchos otros genocidas con los mismos argumentos van a empezar a pedir judicialmente que les otorguen el beneficio porque sería ilógico que a unos sí y a otros no –añade-. Podría traer una cadena de otorgamientos de domiciliarias. Insisto, nosotros desde HIJOS lo decimos desde 2013 cuando sacamos un libro que revisaba el proceso de los juicios que se llama Justicia a ‘Cuentagotas’, veníamos denunciando que permanentemente, por ejemplo en los últimos cuatro años, el 40 por ciento de los genocidas estaban en su casa. A pesar de que viene creciendo la cantidad de procesados y condenados, siempre fue el 40 por ciento del total con domiciliaria.”
Damián Molina de SUTEBA La Plata consideró: “Políticamente, la domiciliaria a Etchecolatz o a genocidas de su rango es una política de Estado por la cual no se esclareció nunca la desaparición de Jorge Julio López”.
Los organismos que hace tiempo siguen de cerca la causa por la desaparición de López, no soslayan la implicancia política que tendría la constitución de la Secretaría de Derechos Humanos de la Nación como querella. Denuncian que podría ser la consolidación de lo que hace tiempo buscan los genocidas: poner en duda la estabilidad mental de Julio y, por consiguiente, su testimonio, mediante una pericia psicológica.
Celina Molina es integrante de la Junta Interna de ATE en el ministerio de Desarrollo Social bonaerense y militante del Frente Popular Darío Santillán–Corriente Nacional y advierte que “la cosa se va a profundizar en forma negativa, hubo una oportunidad histórica de haber hecho algo en estos últimos diez años y sin embargo no hicieron nada por encontrar a López. Ahora todo va a empeorar”.
La marcha salió pasadas las cinco y, a medida que avanza el atardecer, se instala una brisa fría de lluvia. En cada vereda, todo el tiempo, unas diez personas corren con sténciles y aerosoles. Al típico pañuelo que resguarda identidad ante posibles filmaciones o “servicios” (policías de civil o agentes de inteligencia) hay quienes le pusieron creatividad reemplazándolo por máscaras flúo. Una de las pintadas: “Si es institucional, no es violencia. Es represión”. A la plaza San Martín ingresan las columnas junto a las primeras gotas de lluvia. El murmullo generalizado y las miradas furtivas tienen siempre que ver con eso. El sonido, el agua, los que leen el documento, la desconcentración.
Después de nombrar adhesión por adhesión, comenzó la lectura de la declaración consensuada por todas las organizaciones que integran la Multisectorial de La Plata Berisso y Ensenada. “López estuvo callado por muchos años, pero nunca olvidó. En su histórica declaración del 28 de junio de 2006 tuvo la oportunidad de poner en palabras los recuerdos que recopiló y escribió durante años señalando a los genocidas que lo secuestraron y torturaron. En los tribunales fue él y la voz de cada uno de aquellos que compartieron su cautiverio, la cárcel y la militancia previa. Vio a Patricia del Orto junto a su marido Ambrosio de Marco. Julio contó cómo fueron ejecutados Rodas, Ambrosio y Patricia, identificando a Etchecolatz y su patota como los responsables. Su testimonio fue clave para la condena”, reivindicó el documento sobre la primera desaparición de López y la inquebrantable decisión de declarar.
Sobre la investigación por la segunda desaparición, la declaración, en boca de Nilda Eloy, es duro: “Nunca se investigó a los genocidas denunciados por López y su entorno. Toda pista quedó diluida en el cruce de cinco millones de llamadas telefónicas extraídas de 17 hipótesis distintas sin obtener resultado alguno. Los dos jueces federales que tuvieron la causa, Arnaldo Corazza y Manuel Blanco no ejercieron nunca el control de las actuaciones dejando a las fuerzas policiales en la investigación y hasta se dedicaron a desacreditar el testimonio de López diciendo que era vago e impreciso. Jamás se indagó a Etchecolatz, jamás se investigó la pista de la maldita Policía Bonaerense, a quien el propio gobernador (Felipe) Solá justificó en aras de la gobernabilidad”.
Luego del minucioso y detallado relato sobre la causa López, el documento se inmiscuyó en la problemática de inflación, tarifazos, desempleo y desigualdad denunciando al gobierno nacional y los provinciales. También mencionó como un triunfo de la organización a la liberación de Belén, la chica encarcelada dos años en Tucumán luego de sufrir un aborto espontáneo, e incluyó reivindicaciones de género como el aborto legal y el cese de los femicidios.
La bandera de la Asociación de Ex Detenidos Desaparecidos terminó siendo útil también para cubrir de la lluvia al sonido ubicado a la derecha del escenario, pero la caída de agua constante y enardecida, aunque leve en cantidad, impidió continuar con el acto hasta finalizar el documento, por lo que, luego de una conclusión con lectura abreviada cerca de las 19, la desconcentración fue rápida. Pocos minutos después, otra vez la lluvia cesó.

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