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FUERZA BRUTA


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Desde el 1° de agosto hasta la actualidad, el rol de Gendarmería tiene un protagonismo clave en la desaparición de Santiago Maldonado. El Gobierno se encargó de proteger y justificar su trabajo desde el momento en que se perdió rastro del joven. Recién cuarenta días después empezaron las declaraciones de la fuerza de seguridad ante la justicia.

Por Ignacio Escobar

Dario Zoilán, uno de los cuatro escopeteros del escuadrón de El Bolsón, reconoció ante el Departamento de Seguimiento de Causas de Violencia Institucional y Delitos de Interés Federal del Ministerio de Seguridad haber efectuado “uno o dos disparos” con postas de goma a un manifestante que cruzaba el río Chubut. El gendarme Emmanuel Echazú, también escopetero, volvió de ese operativo con el pómulo fracturado.
Otro testigo, Neri Armando Robledo, reconoció haber agredido a un manifestante. Sostuvo que “uno de los individuos encapuchados le arrojó una piedra que impactó en su rodilla” y que “en defensa personal” tomó una roca “pequeña” y se la tiró a los manifestantes que estaban nadando para cruzar el río. El impacto fue en la espalda de uno de ellos.
El 25 de septiembre, se filtró un audio de Gendarmería estremecedor que decía: “les dimos un par de corchazos para que tengan” y que fue enviado por uno de los gendarmes a un superior. Lo que no queda claro es si los disparos fueron o no con balas de goma.


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