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De San Pedro a los Juegos Olímpicos de la Juventud, Valentín Rossi es un orgulloso embajador de su tierra y espera tener una alegría grande en Buenos Aires 2018 en las competencias de kayak, ya sin usar la gorra de la suerte, la cábala en la que confió durante mucho tiempo.

Por Sebastián Corda

Valentín Rossi, de sólo 16 años, se mete con su canoa se lanza al rio, sólo él a merced de la corriente. Desde chico le gustaron los deportes en el agua, pero aún más los deportes individuales como el tenis. Cuenta que no es muy fanático de los deportes grupales. Hoy a casi un mes de los Juegos Olímpicos de la Juventud se prepara en las aguas de Nordelta para representar a nuestro país.

Desde San Pedro provincia de Buenos Aires llegó para pelear por una medalla. Hijo único donde su padre apasionado por el agua inculcó en gran parte la pasión.

En el gimnasio del Club Canotieri Italiani en el partido de Tigre están con su sesión de musculación, Rebecca, Valentín, Agustín y Joaquín, todos preparándose para afrontar los juegos de la juventud. Valentín maneja la música, el rock internacional su preferido, y es lo que suena durante la hora y media en el gimnasio, pocas palabras vuelan en el ambiente, sólo ruidos bruscos de fierros golpeando contra el piso o en sus respectivos parantes. Tras el entrenamiento en el bajo las ordenes de Carlos Daniel Martinovic el grupo sale de las instalaciones del Canotieri para hacer pasadas de mil, que fueron cinco para cerrar la tarde de entrenamiento cuando el sol se va y compartiendo unos mates a orillas del Rio Luján.

Profesional en todo momento, su papá cuenta “Valentín maneja un reloj que lleva siempre en su muñeca derecha y le dice cuántos kilómetros recorre y a qué velocidad en su bicicleta de ida y vuelta a la escuela o mismo al hacerlo para entrenar, una vez terminado lo anota en su cuaderno cada uno de los días en que lo hace”.

Responsable en lo escolar ya que por momentos está compitiendo o concentrando lejos de casa se pone al día con los trabajos enviados por los profesores y cuando está en San Pedro hace todo al pie de la letra para que esto no imponga un palo frente al bote.

Uno de sus logros fue salir campeón de los Juegos Odesur y con una foto describe el hecho, una gorra apuntando hacia el cielo al igual que su dedo índice agregando el puño cerrado. Él dedica su victoria a su abuelo, fallecido antes que el clasifique a este torneo. Lo que le da más particularidad a esta victoria es esa gorrita de la suerte, con añares de uso, “me quedaba muy chica y la seguía usando igual” dice Valentín al hablar sobre la foto del torneo entre risas. Esa gorra tuvo fecha de vencimiento, era al estilo de cábala, o de súper poder que ésta entregaba. Hasta que un día antes de competir en un torneo argentino Valen llegó con un malestar estomacal que no dejó que su performance fuera la mejor en los 500 metros y salió segundo. “La culpa fue de la gorra”, fue la excusa. Pocas semanas más tarde, pudo demostrar su teoría en el Sudamericano dónde el ganador de aquélla carrera era el rival a vencer. “En la mitad de la carrera le llevaba medio bote de diferencia, venía muy bien y todavía tenía resto, yo me veía ganador, pero no me di cuenta que se había acercado y me ganó por la punta del bote. Luego de ese Sudamericano la dejé de usar, ahora está en el placar guardada, ya no tengo más cábalas“, acepta.

Valentín sueña con Buenos Aires 2018 y es fiel a la canción que más le gusta de Callejeros, ésa que usa antes de cada competencia para darse máquina. “No escucho y sigo, porque mucho de lo que está prohibido me hace feliz“.


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