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COUCHSURFING, LA FRATERNIDAD DE LOS VIAJEROS


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La red social dedicada a intercambiar experiencias, hospedajes y conocimientos entre extranjeros y locales ya tiene alrededor de 20 mil usuarios en la Argentina. Todos los jueves, un grupo importante de usuarios se reúnen en Palermo para contar sus historias.

Por Mariano Perusso (@Marianoperusso), Sergio González y Agustín Stracquadaini (@Stracqua0)

Eran las 23 del jueves 23 y  Tip’s, el barcito palermitano de Thames al 1514, ya se había transformado en una especie de Torre de Babel moderna, en la que se podía escuchar el bullicio proveniente de una larga mesa con unas 70 personas charlando en diferentes idiomas.  Como todas las semanas, el meeting (la reunión) de los integrantes de CouchSurfing, una red social que promueve el intercambio de experiencias entre viajeros, hospedaje y guía turística, integraba a personas de todo el mundo con el mismo objetivo: conocer culturas y gente.

“Esta red la crearon en 2003 surfistas estadounidenses y australianos que se facilitaban el hospedaje para conocer nuevos lugares y poder surfear sin gastar tanto. Con el tiempo, fue creciendo y comenzó a incluir a viajeros no surfistas también, aunque el boom fue a partir de 2009”, comenta Francisca “Panchita” Aguilera, una joven chilena que vive en Argentina hace dos años y desde 2012 frecuenta este tipo de encuentros porque le gusta “conocer gente de todo el mundo”.

El meeting de los viajeros en el bar Tip’s, de Palermo

La experiencia de CouchSurfing, que ya tiene más de 6 millones de usuarios (unos 20 mil en Argentina) y que incluye cerca de 100 mil ciudades, consiste básicamente en tres aspectos: invitar a viajeros para que puedan pasar unos días en la casa de uno, hospedarse en la de algún voluntario cuando se está viajando alrededor del mundo, o simplemente juntarse en los meetings o encuentros para conocerse, practicar idiomas, organizar salidas nocturnas o mostrar la ciudad. Estas reuniones se organizan entre los usuarios a través del sitio: www.couchsurfing.org.

Distribución de los usuarios de Couchsurfing en el mundo

Mientras la noche avanzaba, más viajeros, y también locales, se sumaban a la gran mesa que ya llegaba de una punta a la otra del bar; colocaban una silla y de manera muy abierta iniciaban alguna conversación con cualquiera, siempre comenzando con un: “¿De dónde sos?”: “Aquí somos todos desconocidos y nos hablamos sin problemas ni prejuicios”, sostiene Aguilera, que además considera que este tipo de experiencias corren el cepo del racismo: “Uno conoce gente de todos lados, con culturas y razas diferentes y eso abre mucho la cabeza. Y lo bueno de esto es que no tiene ningún fin comercial, sino de comunión”.

Pablo Pécora forma parte de la comunidad de CouchSurfers desde 2004, cuando realizó un viaje de un año entero por tierra desde Madrid hasta Pakistán, y se alojó en más de 40 países. Al volver de esa travesía, decidió que una manera de devolver toda la hospitalidad y, por sobre todo, la buena onda recibida, era ofrecer su hogar a los extranjeros que llegaban de visita a nuestro país. Hoy, desde hace seis años, es el encargado de organizar los meetings de viajeros: “Al principio éramos sólo cinco personas en un bar, ahora son cientos las que participan de las reuniones”.

La variedad de circunstancias que se llegan a conocer en el meeting puede ser insólita, como es el caso de Michelle, una azafata ecuatoriana de 22, que realiza vuelos semanales a Buenos Aires desde hace más de un año y nunca antes había salido por la noche en esta ciudad en su día libre. O también el de Esteve Bofa, un músico de orquesta español que decidió tomarse un año sabático y junto con su guitarra recorre América Latina. Utiliza este método tanto para ahorrar como para conocer: “Ya tengo 23 años y dije: ‘Vale, si no hago esto ahora no lo haré nunca’. Trabajo en una escuela de música y un día me puse a pensar y tuve miedo de que eso fuera lo que haga por el resto de mi vida, así que dejé todo y aquí estoy”, comenta el guitarrista, cuyo próximo destino es Córdoba.

“Es algo muy extraño y hermoso, cómo la gente abre las puertas de su casa y te muestra lo que cree que es lo mejor que deberías conocer de lo que ellos viven cotidianamente”, dice en un español apenas “torcido” Danniel, un programador de computadoras estadounidense que padece de cierta verborragia, tal vez producto de su orgullo por poder manejar el castellano con cierta fluidez. También se ha tomado un año para viajar por Latinoamérica.

El sentido del CouchSurfing es integrar culturas

Para cuando las agujas del reloj se aproximaban a las tres de la mañana, poca gente quedaba en el bar. Muchos se habían organizado, gracias a las indicaciones de los “Couchs” porteños, para ir juntos a bailar a otros boliches. Mientras tanto, en Tip´s, Panchita y unas pocas personas más seguían charlando, y organizando el próximo encuentro.

Cuenta Pécora que la primera vez que hospedó extranjeros recibió dos chicas rusas que vinieron de visita a la Argentina en 2005: “Una de ellas me había hospedado en su casa cuando pasé por Moscú, y cuando estaban por viajar me ofrecí para que se quedaran en mi departamento. Las llevé a recorrer la ciudad de Buenos Aires, algo que usualmente no suelo hacer, y hasta conocieron a mi familia. Fue fantástico, y tuvieron muy buena onda”.

A partir de esa primera vez, conoció a decenas de viajeros que pasaron por su casa, y algunos de ellos se convirtieron en algo más que sólo turistas ocasionales: “He hecho muchas amistades desde entonces. Uno de ellos es Paco, un español que vino a recorrer el país y se terminó quedando dos años. Venía a jugar al fútbol con mi grupo de amigos de acá. Una vez que te hacés amigo de alguien, después te terminás olvidando de que lo conociste por CouchSurfing”.

Si uno quiere colaborar con extranjeros, pero no puede hospedarlos en su casa como hacen Pécora y otros tantos, hay una opción: acompañarlos a recorrer la ciudad. Eso es lo que hace Carola Celentano, que se fue a vivir un tiempo a Bariloche con gente que se contactó por la red. Ya de vuelta en Buenos Aires, decidió seguir colaborando y, de algún modo, devolver lo que recibió: se ofrece para guiar a los turistas por la Capital Federal.

“Ya de por sí, encontrarse con alguien que ‘no caza un fulbo’ es raro, pero a esta altura ya nada me deja con la boca abierta”, asegura Priscila Perrota, que recibe visitas en su hogar, pero también sale a recorrer con turistas que no aloja. Ella lo hace por “curiosidad de conocer otras culturas”, y además sabe que esto es un ida y vuelta: “Me gusta viajar, y está bueno saber que quizás tenés un couch en cualquier lugar del mundo. Que si un día te levantás y decís: ‘me voy a Estambul’, tenés a alguien que puede hospedarte o llevarte a conocer”.
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“TENGO CASAS EN CADA LUGAR DEL MUNDO”

Por Antonella Capriglioni (@AntoCapriglioni) y Susana Acuña

Alexis Maldonado llegó de Venezuela hace dos años cuando comenzó a utilizar el CouchSurfing, un modelo de viaje que desde entonces no abandona. Pasó por el interior argentino, Bolivia, Colombia, y planea recorrer Europa el año que viene.

“Es como una droga, es algo muy lindo viajar. Mi idea es recorrer el mundo. Y no me da miedo. Miedo es quedarme parado sin hacer nada. Dentro de mí hay algo que quiere volar”. Lo dice y sus ojos se iluminan, salta en el asiento, se inquieta. Quiere trasmitir esa pasión tan particular que le provoca el recorrer sin límites. El mundo entero es un destino posible y no hay nada que le impida conocerlo. Sí, nada. Ni lo económico: él ya descubrió cómo es viajar con todo para ganar.

Alexis Maldonado, de 24 años, llegó de Venezuela hace dos años. Hasta ese momento su única intención era salir de su país. Aunque desconocía totalmente de qué se trataba el CouchSurfing lo comenzó a utilizar. “Yo trabajaba en el Havanna Café  y quería irme a Europa a estudiar. Entonces, el hijo de un cliente que iba a Buenos Aires me dijo ‘tienes que irte allá a tomar cerveza, hay  mujeres, lugares muy bellos, buenas universidades’. Así me da el contacté de una chica de Córdoba que estudiaba comunicación social, y me conecto con ella, viajé, me quedé tres meses allá. Ella me ayudaba a pagar la comida — continúa —  Y cuando me quedaba una semana para volverme a mi país, porque ya no tenía plata, me dijo que conocía una página para viajeros. Decidí escribir y, ni bien llegué, una chica me respondió que quería ayudarme”.

A partir de entonces, la red social se volvió su principal herramienta para explorar nuevos lugares: fue a Entre Ríos, Mendoza, Bolivia y Colombia.  “La página es mi segunda casa, mi ticket de viaje para conocer amigos, para compartir, bailar, intercambiar idiomas. Nos da esa unión de hermandad”, confiesa Maldonado.

Logo de la web

— ¿Extrañás a tu familia?

—Ahí me tocaste mi parte débil. Ese es el pago de tus sueños: el extrañar y estar lejos de los tuyos. Pero hay otra cosa que son mis sueños y necesito buscar esa parte mía. Mi familia me apoya pero también me extraña y eso que somos diez hermanos. Soy el único que ha salido del país y que está viajando. Pero me siento re feliz, ya van dos años. De vez en cuando hablamos y, al alejarme y sentir la soledad, me pude hacer amigo de mi madre y ahora la disfruto.

— ¿Qué tomaste de la cultura argentina?

— ¡Boludo! (risas) Y el mate, que aprendí a tomar en Córdoba, que para mí era raro. También el beso en el cachete, porque en Venezuela no se pueden besar dos hombres, somos muy machistas, te dicen: “Eh, ¿qué te pasa?”. Ni a tu papá lo besas en el cachete. Pero me terminé acostumbrando y es lindo cuando lo vives porque yo crezco. Cuando tú experimentas diferentes culturas te vas enriqueciendo.

En la web los viajeros piden recomendaciones, asilo o compañía para recorrer a modo de visitas guiadas. Si bien intentan que los miembros muestren su confiabilidad, el encuentro es una especie de cita a ciegas, con algunas pispiadas previas. “La página es totalmente segura en el sentido de que yo tengo que ver las referencias sobre la persona y sus viajes, miro sus fotos. Hay gente que ha plagiado y resulta que es un abusador, pero eso siempre se descubre. Y los mismos miembros de la página le escriben mil cosas porque  cuidan para que eso no pase. Además, los creadores lo eliminan”, asegura Maldonado.

La principal riqueza que obtiene en cada viaje está relacionada con lo afectivo, los lazos amistosos, el compartir, el aprender del otro. La inmaterialidad de lo más perdurable. “Cuando estaba en África la gente en la calle estaba feliz, cantando y bailando y en otros lugares eso no pasa porque si haces eso te dicen que estás loco – explica Maldonado – Ver lo que tengo puesto y decir ‘Mano, yo tengo, ellos no tienen nada y muestran una sonrisa tan bella’. Eso me hace reflexionar”.

Las amistades que se generan no son pasajeras. Internet logró superar cualquier distancia. Por más kilómetros que haya de diferencia el contacto continúa. “Tengo amigas en la India que me solicitan que vaya a su casa. Tengo casas en cada lugar del mundo”.

Ahora planea volver a Venezuela por un tiempo y luego ir a Europa. El primer viaje, que será en diciembre, va a dedicarlo de lleno a su familia: “Me los como a todos, a cada uno de mi familia, mis 29 sobrinos, mis hermanos, mi mamá y papá. Como bastante, voy a la playa, me cargo y pienso qué voy a hacer con mi vida”. El segundo consiste en un extenso recorrido: de Madrid saltar a Paris, bajar a Italia, seguir por Suiza, pasar por Budapest y Polonia, y finalizar en Alemania.

— ¿Por momentos no desearías tener un lugar estable?

—Sí, eso se extraña, pero como soy muy joven estoy volando y me fascina. Yo planeo casarme y tener hijos pero todavía no, tranquilo. Creo mucho en Dios, es mi estrella, mi luz que me guía y en todo este cambio me siento bien como voy, relajado, viviendo día a día y disfrutando cada momento.

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UNA RADIO PARA VIAJEROS

Por Denise Docimo

Radio Baires Viajeros se fundó en marzo de 2013 y está compuesta por un grupo de personas que informan cómo viajar de la manera más económica. En cada programa, hablan sobre una ciudad diferente para conocer y entrevistan a alguno que haya vivido en ese lugar por mucho tiempo. Además, en cada emisión (los lunes a las 23 y los miércoles a las 20) hablan sobre el cine y música local, recomiendan lugares para visitar y cuentan anécdotas que hayan surgido.

Los integrantes del programa hicieron CouchSurfing y aún lo utilizan. “Somos muy activos en este método para viajar y por ende conocemos muchas personas que lo utilizan”, comenta Claudia Cejas, columnista del programa.  También resalta que “es alucinante” viajar de esta manera porque conocés mucha gente local que te explica e introduce a su cultura. “No viajás como turista relacionándote con otros turistas, sino que formás parte de ese país porque la persona que te recibe en la casa te presenta amigos, te lleva a lugares no turísticos y te explica las tradiciones y pensamientos. Además, podés generar grandes amistades y si viajás solo siempre estás acompañado”, concluye Claudia.


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