SOCIEDAD
REZO POR VOS
El furor de las iglesias evangélicas: cada día abre un nuevo templo en la Argentina.
Por Bertoni, Mario; Cannolo, Nadir (@Cano_arg); Dellavalle, María (@PiniDellavalle); Doat, Victor (@VictorDoat); Konradi, Natalia (@NatalyKonrad); Mosqueira, Julieta (@J_Mosqueira)
Los domingos las puertas están abiertas de par en par. Dos mujeres bien vestidas saludan cordialmente e invitan a pasar. Todos se abrazan y charlan hasta que comienza la primera parte del culto: la alabanza. Tiempo después, el pastor da la palabra del día. Gente de todas las edades escucha con atención. El protocolo queda en la puerta de la iglesia: cada uno, desde su lugar, se concentra. Muchos cierran los ojos y le cantan a Dios. “Al rey de reyes, Señor de Señores, hoy rendimos adoración. Como una ofrenda a Ti, levantamos un corazón lleno de pasión”, repiten al unísono los fieles.
El fenómeno de las Iglesias Evangélicas es una realidad en Argentina. Según datos del Boletín Oficial, se inaugura al menos una por día. En la actualidad hay 15 mil templos evangélicos. Se calcula un promedio estimado de 4 millones y medio de personas que practican esta religión, dos millones y medio más que en la década del ‘80. Cada vez son más los fieles que abandonan el catolicismo tradicional para encausar la fe en esta religión. Los especialistas coinciden en señalar que los nuevos feligreses buscan encausar su fe y a buscar emoción en credos minoritarios y que lo que quieren es una relación con Dios con menos intermediarios. En este sentido, el trabajo social evangélico es importante en Argentina.
Néstor Míguez, presidente de la Federación Argentina de Iglesias, asegura que muchos “católicos nominales” fueron bautizados de chicos y nunca participaron activamente de la identidad de su iglesia. “El impacto emotivo, el sentido de comunidad, la norma de protección y contención que dan las iglesias evangélicas han llegado a sectores de la población que no se sentían contenidos en la forma tradicional de la pastoral católica”, argumenta.
Con el nombramiento del ex cardenal porteño Jorge Bergoglio como Papa (Francisco I), hay una intención de la Iglesia Cristiana en nuestro país de recuperar una iniciativa pastoral hacia esos sectores que se sienten abandonados y que encontraron en la iglesia evangélica una respuesta espiritual que no encontraron en su propia tradición.
Según Miguez, se pueden plantear grandes diferencias entre ambas religiones de tipo doctrinal, de configuración eclesiástica, en los modos sociales y relacionales de la pastoral, desde la forma de llegar a los fieles hasta la comunicación del evangelio.
Entre 2007 y 2011 se abrieron 800 nuevos templos, datos que convierten a las iglesias evangélicas en las más numerosas de la Argentina. Un relevamiento que realizó el Conicet junto a cuatro universidades nacionales en todo el país en 2008, arrojó que el 9 % de la población era evangélica (7,9 % de ellos pentecostales), más un 1,9% testigos de jehová y un 0, 9 % mormón; mientras que bajó el porcentaje de los católicos, que en aquel sondeo arrojaba el 76,5 %, pero los practicantes rondaban apenas el 20 %.
Además, también investigaciones del Conicet y la Universidad de Buenos Aires revelaron que, por ejemplo, en Quilmes, provincia de Buenos Aires, los evangélicos representan el 12% de la población y en las personas de menores recursos esa cifra se eleva al 25%. De los fieles de todas las religiones, sólo el 23% participa de las ceremonias en los templos y de éstos el 60% son evangélicos.
La cantidad de creyentes ha aumentado y se ha diversificado. Sol Barboza, una adolescente de 19 años que se congrega en una iglesia de San Isidro todos los domingos cuenta que “hace muchos años era católica, pero es muy estructurada la misa, muy ceremonial”. Por otro lado, Pedro Mónaco, de 31 años, casado y fiel seguidor explicó que comenzó a ir por su novia iba y se dio cuenta de que los evangélicos son muy compañeros. “Te hacen sentir que no estás solo”, enfatizó. Además, sugirió que “todos los asistentes de la congregación establecen un buen vínculo por fuera de la iglesia”.
Para lograr abrir una organización religiosa, debe seguirse una compleja serie de pasos exigida por parte del Ministerio de Relaciones Exteriores y Culto, excepto las organizaciones religiosas que profesan la religión Católica Apostólica Romana. Esto remite a que durante la dictadura cívico-militar de 1976, el expresidentes de facto Juan Carlos Onganía creó un registro de culto no católico a través de la Ley 21.745, que aún permanece vigente. Por ello todas las religiones por fuera de la católica deben entregar una serie de formularios que están disponibles en la página web del Ministerio de Relaciones Exteriores y Culto y una breve descripción de la historia de la organización religiosa desde su constitución en el país. Se les exige dar a conocer las normas básicas de la religión, que incluye los principios y propósitos, el mecanismo de nombramiento de las autoridades religiosas, cuáles son los requisitos para ser ministros religiosos y las características de la doctrina. También deben detallar los ritos y ceremonias más importantes, las actividades permanentes y regulares del culto y, por último, hay que dejar una copia de cada uno de los libros sagrados en la Dirección General del Registro Nacional de Cultos.
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Testimonios de fé
Carlos De Benedetti tiene 47 años, es padre de 3 hijos y decidió ser pastor evangélico porque dejó de ser un “convencido” para ser un “convertido”. “No es lo mismo creer algo que tomar el riesgo de vivirlo. Nosotros mostramos un interés real por el otro y nos preocupamos tanto como si fuese nuestro verdadero hermano de sangre”, reflexiona.
Alejandro Di Meola (42) es cristiano evangélico hace 12 años y piensa inscribirse en el seminario para ser pastor. “Se ha reducido el prejuicio hacia los evangélicos. Lo dice alguien que hace unos años, cuando pasaba por una iglesia evangélica, se cruzaba de vereda para que no lo persigan con sus biblias”.
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“Los evangélicos le dan al sujeto la apariencia de que realmente se comunican”
Rubén Dri es filósofo, teólogo y profesor en la Facultad de Ciencias Sociales de la Universidad de Buenos Aires (UBA). Fue sacerdote durante 15 años, e integrante del Movimiento de Sacerdotes para el Tercer Mundo (MSTM) hasta 1976, cuando se exilió en México.
— ¿Cómo observa el fenómeno de las iglesias evangélicas?
— Creo que en el fondo hay una necesidad religiosa que se expresa en determinadas situaciones límites y responde a la necesidad de las personas en un período de gran desestructuración social. La gran cantidad de sectores sociales sin proyectos necesita una contención, pero también la comunicación con el otro, y las nuevas iglesias evangélicas crean un sentimiento de comunidad que no existe en la iglesia católica, donde en misa cada cual ora por su lado. Los evangélicos le dan al sujeto la apariencia de que realmente se comunican.
— ¿Por qué cree que se han masificado?
— El cristianismo no puede estar ausente si buscamos tener una nueva sociedad. No puede estarlo, porque el pueblo lo lleva en la sangre y por lo tanto debe estar presente como liberador y no como opresor, porque hay que tener en cuenta que hay estructuras eclesiásticas y jerarquías que están opuestas a estos procesos de transformaciones profundas, pero eso no es el cristianismo. El ser humano es un ser religioso, no hay que asustarse de eso, todos tenemos la necesidad de esta “relegazón”, la religión no está en crisis, no puede estar en crisis, las instituciones sí.
— ¿Cuál es la razón por la cual la iglesia católica no crece y la evangélica sí?
— La iglesia católica no responde a las expectativas religiosas de los fieles y la religión es una necesidad del ser humano, una manera de expresión. La institución se ha creado sobre estas necesidades. Este acartonamiento fue un retroceso que viene de los últimos dos papados: Juan Pablo II y Benedicto XVI. Y Ahora, Francisco se enfrenta a dos grandes enemigos para la institución, lo que llaman los “neo populismos latinoamericanos” y las Iglesias Pentecostales que desde hace tiempo viene robándole fieles al catolicismo.
SOCIEDAD
“La Catedral de Francisco”
Cientos de fieles dejaron sus oraciones y ofrendas en el templo que vio pasar a Jorge Bergoglio como cardenal primado de Buenos Aires. Cómo fue la despedida al “Papa de los pobres”.

A esa hora en la que Plaza de Mayo se deja ganar por la noche y los autos iluminan junto al alumbrado público, las escalinatas de la Catedral Metropolitana se convirtieron en un altar urbano. Velas encendidas, otras ya derretidas; ramos de flores frescas apoyados sobre las columnas que tienen pegadas banderas argentinas y papales, rosarios, estampitas, camisetas de San Lorenzo y cartas escritos a mano. Sobre Rivadavia, un retrato en tiza del Papa decora el asfalto como si su figura emergiera desde ese suelo que alguna vez lo vio caminar.
Detrás de las cámaras de TV de los medios nacionales e internacionales, y de los vendedores de recuerdos sobre las escalinatas, hay un murmullo bajo que envuelve. Gente que reza, que conversa en voz baja o que simplemente está. Turistas, creyentes, algunos que no se identifican con ninguna fe. Todos llegaron allí por alguna razón. Edgardo y Jazmín, una pareja peruana que observa en la entrada de la Catedral, comenta que estaban de visita cuando sucedió la muerte del sumo pontífice. “Era muy humilde, incluso ahora, en su despedida. Esperamos que el próximo Papa siga su legado, pero sabemos que en nuestra vida no veremos otro latino”, dice ella.

Unos pasos adentro del templo, un perro callejero duerme justo debajo de la cartelera que anuncia las misas y ceremonias especiales a la ocasión. No estorba el paso. La gente lo rodea, lo mira e incluso le toman fotos como si también él formara parte de esta escena serena y devota.
Adentro, el ambiente se vuelve más íntimo. Los pisos de mármol y las paredes macizas contienen la emoción de quienes ingresan. Aquí ya no hay medios de comunicación ni vendedores ni ruidos molestos. Solo pasos lentos y un murmullo que acoge.
Al final del pasillo de la nave principal, a pocos metros del altar donde Bergogliocelebraba misas, un escritorio exhibe un libro abierto. La gente se acerca a firmarlo, a dejar un mensaje, una oración. Al lado hay un cartel escrito con letras simples: “Francisco. Recibir la vida como viene”. Detrás, custodiado por cadetes de la Policía Federal vestidas de gala, un cuadro del Papa con su tradicional túnica blanca y su cruz plateada. Al costado, la mitra y el báculo que él utilizó cuando era cardenal primado de Buenos Aires. Todorodeado de coronas de flores blancas sobreel piso.
Frente a ese altar se detiene Daniel, un joven brasileño que también reflexionó con ETER Digital sobre los desafíos del porvenir: “Francisco fue un hombre del futuro que luchó por los que no tienen voz. No creo que haya otro como él. Quien lo suceda tiene una tarea inmensa: sostener un legado difícil de olvidar”.
Sentada sobre los viejos bancos de madera, una mujer llora hasta con el cuerpo. Se tapa la cara mientras a su lado un hombre la abraza y un niño mira sin entender demasiado. La imagen se repite varias vecesen otros bancos: la del duelo compartido en familia y entre generaciones.
A pocos metros, tres hombres se detienen frente al mausoleo de José de San Martín, que esta vez tiene menos protagonismo que de costumbre. Hoy todos los ojos y gestos parecen estar dirigidos a Francisco.
El reloj se acerca a las 20 cuando los policías que rondaban por los pasillos anuncian el cierre de la Catedral. Pero afuera el recuerdo sigue. Una señora mayor, de pelo corto rojizo y mirada vivaz, camina con paso seguro hacia un móvil de televisión: es conocida como “La Señora de los Velorios”. Pero esta vez no vino exclusivamente por eso. “Yo vine hoy por él. Era una persona muy humilde. En las misas de San Cayetano saludaba uno por uno sin importar la cantidad” de gente que hubiera, recuerda. Orgullosa de que haya sido argentino, Mari reivindica la relación del Papa con su Patria: “No me molestó que no volviera a Argentina. Su misión acá ya estaba cumplida”.

La Catedral Metropolitana, la Catedral del Papa, no parece estar triste sino más bien emocionada, como si supiera que Francisco no se irá del todo. Que lo que deja no cabe en una tumba sino en los gestos, palabras, luchas y convicciones que muchos fielestomarán como bandera.
Desde la vereda hasta el altar, este lugar que alguna vez fue la casa de Bergoglio hoy vuelve a serlo. Por una noche al menos. O al menos por esta despedida, por la historia que empezó en estas baldosas donde ahora se vuelve a rezar por él.
SOCIEDAD
Sabe la Tierra: comunidad, sostenibilidad y compromiso
La feria que tiene como objetivo cuidar la tierra y generar un vínculo entre los pequeños productores y los consumidores “rescatando la relación humana más allá de la compra-venta” está por cumplir 15 años. Conocé cómo se originó el proyecto que tiene en la actualidad mercados semanales en la Ciudad, Vicente López y Necochea.

La feria que tiene como objetivo cuidar la tierra y generar un vínculo entre los pequeños productores y los consumidores “rescatando la relación humana más allá de la compra-venta” está por cumplir 15 años. Conocé cómo se originó el proyecto que tiene en la actualidad mercados semanales en la Ciudad, Vicente López y Necochea.
Va cayendo el sol en el Parque Las Heras y la primavera se hace notar con su típica brisa de la última hora de la tarde. La esquina de French y Coronel Díaz es una postal de domingo: en el frente se alzan los puestos de la feria de consumo consciente más famosa de Buenos Aires, con sus toldos blancos y sus características mesas forradas de arpillera en las que se lee su emblema: “Sabe la Tierra”.
De fondo, el atardecer. La calesita que completa el cuadro da sus vueltas finales despidiendo a los niños que ríen y juegan hasta el último minuto antes del cierre. Los feriantes siguen vendiendo. El ambiente huele a fruta, a inciensos, a la vainilla de los postres caseros que ofrece uno de los puestos. Cada sección tiene sus olores, sus colores y sus sabores, según los productos que ofrecen, y son tan intensos que parecen elaborados para que los consumidores puedan llevarse un pedacito de naturaleza a sus hogares citadinos.
Seguramente cuando Angie Ferrazzini pensó este espacio que uniría a pequeños productores, emprendedores y artesanos para conectarlos con el público, no se imaginó que terminaría gestando toda una propuesta cultural que ofrecería desde mercados itinerantes que recorren la ciudad hasta talleres de cocina y horticultura.
Hoy, quince años después, la creadora de esta organización cuenta que Sabe la Tierra recibe cada mes alrededor de cincuenta mil personas en los más de cincuenta mercados y festivales que se presentan en diferentes barrios y ciudades. “Somos un equipo de 30 personas que creemos en otra forma de producir y de consumir”, contaba en la Charla TED que presentó en Necochea en 2023.
Y agregó en esa presentación: “Se me ocurrió crear un mercado de productores donde se pudieran encontrar los productores con los consumidores, promover el bien común y generar lazos de confianza. Esta fue la idea inicial para el proyecto hace 20 años”.
Como suele suceder con los grandes soñadores que cambian realidades, Angie comenzó a vivir su sueño en su propio jardín: no contaba con el capital necesario para sostener una gran exposición en un centro de convenciones como habría querido por ese entonces, pero eso no la detuvo. Con el propósito firme y la visión clara, esta exponente de la cultura naturista convirtió su casa en el espacio que sostendría el puente entre las dos puntas del mercado sustentable: productores y consumidores. Hoy, ese mismo puente se extiende a lo largo de trece locaciones distribuidas por todo el país.
“Venimos porque nos gusta comprar productos orgánicos y porque nos encanta el ambiente de la feria”, dice Candela, una joven que pasea con su familia y se detiene en cada stand observando con atención los productos exhibidos. Como ella, muchos de los clientes que visitan el lugar son fieles a la filosofía de la organización, que tiene seguidores desde sus inicios, cuando solo podía encontrarse en su primera locación formal: la estación San Fernando del Tren de La Costa. Desde allí fue expandiéndose como lo hacen los fenómenos culturales cuando saben atender necesidades sociales.
Más de mil puestos de trabajo generados demuestran que Sabe la Tierra no es solo un modelo de consumo responsable, sino también de economía sustentable. Este mercado consciente abre sus puertas para que cualquier emprendedor pueda desarrollarse y ofrecer productos de calidad. Tal es el caso de Luisa, el talento detrás de los mejores tequeños de la zona, que cautivan paladares de todas las edades en la carpa de comida venezolana.
Luisa recibe a las personas que se detienen en su mesa con una amabilidad especial, invitándolos a degustar un bocadito de empanadas típicas de su país. Con una sonrisa amplia acompaña el son caribeño que lleva en el habla. Cuenta que vive en Argentina hace cinco años y que forma parte de la feria hace tres; y que gracias a este espacio es capaz de mantener a su familia y que incluso pudo pagar un viaje de visita a su entrañable Caracas.
“La feria nos cambió la vida. Estamos agradecidos por esta fuente de trabajo que nos permitió lograr la anhelada estabilidad económica”, afirma emocionada. Esta emprendedora, que supo sobreponerse a los embates de la expatriación e insertarse en el mercado laboral de nuestro país a través de su vocación en la cocina, es un ejemplo del impacto que tiene en los trabajadores este espacio de comercio justo y consciencia. Para esta comunidad, los valores agroecológicos y el compromiso fueron la clave del crecimiento.
*Estudiante de la carrera de Periodismo y Producción de contenidos a distancia.
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Consumo de alimentos procesados: el tabaquismo del siglo XXI
SOCIEDAD
Cómo fue la toma de estudiantes en defensa de la UNTREF
En octubre del año pasado, luego de una resolución del Centro de Estudiantes de la universidad pública, se decidió hacer un plan de lucha en contra del hostigamiento a la comunidad universitaria y las políticas de desfinanciamiento del actual Gobierno.

En octubre del año pasado, luego de una resolución del Centro de Estudiantes de la universidad pública, se decidió hacer un plan de lucha en contra del hostigamiento a la comunidad universitaria y las políticas de desfinanciamiento del actual Gobierno.
“Universidad tomada” advierte una bandera en la puerta de la Sede Lynch de la Universidad Nacional de Tres de Febrero (UNTREF). Son las ocho de la noche de un miércoles de octubre en el barrio de Sáenz Peña y la vereda de la sede abunda de información.
Una clase abierta donde los alumnos sentados en ronda en pupitres azules escuchan atentamente al docente. A metros, estudiantes se reúnen distendidamente algunos de ellos con sus mochilas, mientras otros cargan bolsas con acolchados y sábanas para pasar la noche en su casa de estudios.
La UNTREF se encuentra tomada con vigilia hace exactamente siete días luego de la Resolución Interclaustro -realizada el 10 de octubre de 2024- donde participaron docentes, no docentes, estudiantes y graduados.
La decisión fue una toma organizada que garantice la continuidad de las clases y que incluya un plan de lucha para visibilizar el reclamo presupuestario por las universidades nacionales. “Estuvimos todo el fin de semana organizando el cronograma, nos acostamos a las 4 de la madrugada para levantarnos a las 7”, comenta Lucho Borzatto, estudiante de la Licenciatura en Logística e integrante del centro de estudiantes.
A lo lejos se escuchan los murmullos de otra clase abierta que sucede en el sum del edificio, donde se encuentran el buffet y la fotocopiadora. Las luces son tenues porque el docente proyecta diapositivas para el desarrollo de la clase. En simultáneo, alumnos salen de sus aulas, algunos vuelven a sus hogares, otros se reúnen en allí o en la vereda para pasar parte a sus compañeros sobre su desempeño en los parciales. Las paredes del establecimiento aún conservan afiches pegados de otras cátedras y no faltan los carteles con consignas como “No caímos en la universidad pública, la elegimos”.
“La gente camina como un caballo por acá, no habitamos la universidad, muchos venimos a cumplir, siento que eso está cambiando”, comenta Lena Blanco, estudiante de la Licenciatura en Gestión del Arte y la Cultura mientras toma el último sorbo de mate. Está sentada delante de la bandera de su carrera que pintaron para la Marcha Federal Universitaria de abril. Además, expresa su sorpresa al ver la cantidad de carteles pegados en las paredes: “Antes no se podía poner nada, no encontrabas ninguna expresión más que las típicas que hay en los baños”.
Alrededor de 200 alumnos de la UNTREF se organizaron y formaron comandos divididos en distintas áreas. “Tomar la universidad no es joda”, indica Lucho y agrega: “Requiere de mucho trabajo y sacrificio”. Y así es, los comandos se dividen por área: prevención y logística, agenda cultural, documentación audiovisual, comidas y alimentos, higiene, prensa y comunicación, entre muchas más. De esta forma, se suman a los cientos de miles de estudiantes involucrados en el plan de lucha a lo largo y ancho de todo el país.
A partir del veto del Presidente Javier Milei a la Ley de Financiamiento Universitario, las tomas en las facultades brotaron como pasto después de la lluvia. Un relevamiento de la FUA (Federación Universitaria Argentina) indicaba en ese entonces que ya eran más de 30 edificios tomados, mientras que asociaciones civiles como Argentinos por la Educación afirmaban más de 80.
Incluso fue un momento donde algunas universidades fueron tomadas por primera vez, como fue el caso de la Universidad Nacional de San Martín (UNSAM). La amenaza por el desmantelamiento de las universidades nacionales puso en alerta a todos los estudiantes en cada rincón del país y los convocó a organizarse para defender su futuro.
*Estudiante de la carrera de Periodismo y Producción de contenidos a distancia.
Además en ETER DIGITAL: