Carlos Pagni aletea en La Nacion+ y genera un huracán del otro lado de la grieta ¿Tienen algo que ver los cuadernos del #GloriaGate con la guerra comercial entre China y Estados Unidos? ¿Se puede chequear la posverdad? Expertos en comunicación política, chequeos y redes intentan desenmarañarlo.
Por Lucía Rivero (@mia_wallace83)
Posverdad. f. Distorsión deliberada de una realidad que manipula creencias y emociones con el fin de influir en la opinión pública y en actitudes sociales.
“¿No habrá alguien a quien le interese que se identifique a China como socio de gobiernos corruptos?”, se preguntó el periodista Carlos Pagni en una entrevista con La Nación + a principios de agosto de este año.
De lo que hablaba Pagni era de la relación entre la causa “de los cuadernos” y la guerra comercial en la que están inmersos China y Estados Unidos luego de que la administración Trump aplicara políticas proteccionistas en su economía: “China se expande en África y tiene ya comprada a media América Latina”, agregó en la misma nota.
La teoría corrió como reguero de pólvora en redes sociales; portales de noticias -desde CNN hasta La Izquierda Diario-, y varios referentes políticos la tomaron como certera.
Andrés “el cuervo” Larroque, secretario general de La Cámpora, se refería al #GloriaGate en Radio con Vos: “Es una conspiración internacional contra los movimientos populares”
Leandro Santoro, legislador por el Frente para la Victoria se sumó a la hipótesis de Pagni luego del allanamiento a la casa de la ex presidenta Cristina Fernández de Kirchner: “Esto sucede porque no tienen herramientas para comprobar lo que la Embajada norteamericana les pidió comprobar: que el gobierno de Cristina junto con otros gobiernos populistas de América Latina eran gobiernos corruptos que se asociaron a los chinos. Y la administración de Trump está decidida a aleccionar a los chinos acerca de con quién tienen que hacer negocios”. Para fundamentar sus dichos, citó la fuente original: “¿Quien dijo esto? ¿El cuervo Larroque? No, lo dijo Carlos Pagni en La Nación +.”
Sin embargo, después del rebote mediático, la repetición de la teoría por diversos medios y una serie de tweets del lado kirchnerista de la grieta, consultado al respecto para esta nota, Pagni respondió: “No tengo demasiado detalle ni soy experto en esos temas, lo siento.”
Entonces, ¿En qué quedamos?
pagni en la nación dice que esto de los cuadernos es el inicio de una guerra entre EEUU y China, un remisero desencadenó el fin del MUNDO
— Maia Leyla (@MaiaLeyla1) 3 de agosto de 2018
Según Pablo González, director general y fundador de “El gato y la caja”, sitio sobre divulgación científica, la anécdota de Pagni tiene todos los condimentos para ser un caldo de posverdad: “Las personas tendemos a amplificar aquello que acuerda con nuestras expectativas independientemente de que esté o no chequeado. Además, esa idea carga con un gran peso tribal y es ‘conveniente’ para ese mismo espacio, por lo que es esperable que se amplifique de esa manera. Todo esto no depende ni del rumor ni del espacio tribal en sí, pero es esperable que suceda, dadas las características de la información.”
¿De qué manera se relaciona el comportamiento tribal (alias “la grieta”) con la generación involuntaria de posverdad?. Guadalupe Nogués, bióloga molecular y especialista en comunicación, responde desde el libro Pensar con otros: “Las personas interpretamos los hechos, la información, siempre en el marco de lo que ya creemos, y una gran parte de lo que nos influye es la postura de las tribus con las que nos identificamos. Si buscamos información sobre un tema, creemos que lo hacemos de manera racional, pero en realidad buscamos y asimilamos de manera preferencial la información que confirma nuestra postura previa.”
El objetivo de frenar el avance de China en la región por parte de los Estados Unidos, explica la difusión de los cuadernos… pero cuando vayan a buscar la guita, la que van a encontrar es la de Macri, de Ceos y empresarios…
— Don Montag (@DonGuyMontag) 25 de agosto de 2018
Bailando en la grieta
Luciano Galup, experto en Big Data y comunicación política hace una diferenciación entre hechos e interpretaciones. Según Galup, lo de Pagni es una lectura política y es válida como tal: “El periodismo puede contar hechos o interpretaciones y un valor del periodismo es también sumar interpretaciones a lo que sucede en la vida pública.” Pero, al mismo tiempo entiende que en un contexto de polarización y circulación de información poco chequeada, eso funcione de manera viral: “Internet funciona con una lógica muy agrietada y esa lectura permite construir una visión de la causa de los cuadernos acorde a una de las dos polaridades que tiene la Argentina”.
“Cuando entrás en la grieta conseguís viralidad porque se comparte esa información emocionalmente”, agrega Galup y explica que “cuando la construcción del acontecimiento reconforta a una de las dos polaridades de la grieta, se va a distribuir y viralizar dentro de ese universo mucho más fuerte que cuando no coincide con su forma de pensar: No importan los hechos, lo que importa es la vinculación emocional y la explicación del mundo que tiene cada una de esas visiones”.
Lo bueno de que sea Pagni el que se hace las preguntas que leemos hoy en LN es que nadie lo puede acusar de paranoico antiimperialista. La geopolítica juega todo el tiempo aunque eso sea incomprensible y por lo tanto lejano para algunos nervios de cabotaje.
— Iván Schargrodsky (@ischargro) 3 de agosto de 2018
Chequear o no chequear, esa es la cuestión
¿Cuánto de lo que dijo Pagni se puede chequear y cuánto es fruta lectura política?
Según Olivia Sohr de chequeado.com, serían muy difíciles de chequear las declaraciones de Pagni en parte porque “habría que juzgar intenciones lo cual no es algo fáctico, porque es imposible saber la intención real un gobierno.” Y en eso chequeado.com es bastante claro: “Selecciona afirmaciones de políticos, economistas, empresarios, sindicalistas, periodistas y personas públicas, medios de comunicación u otras instituciones formadores de opinión; los dichos objeto de chequeo deben haber sido expresados en documentos, medios de comunicación o ámbitos públicos y un comité editorial, compuesto por el Equipo de Redacción, analiza el grado de relevancia del material disponible”, pero aclaran que “no son objeto de verificación opiniones, comentarios o enunciados de compromisos, salvo cuando se sostengan en datos o hechos cuya veracidad pueda ponderarse.”
Hasta acá, y según Olivia, lo de Pagni sería inchequeable, sin embargo algo de veracidad puede ponderarse:
Según la nota de Ernesto Londoño para el New York Times de finales de Julio, el triángulo poliamoroso entre Estados Unidos, China y América Latina empezó en 2008 cuando había “un cuadro de presidentes de izquierda —de países como Brasil, Argentina, Venezuela, Ecuador, Uruguay y Bolivia— que querían una región más autónoma desafiaban la primacía que Washington tenía sobre América Latina y que en gran medida daba por sentada desde el final de la Guerra Fría.”
Fue entonces que: “Aferrándose al apetito voraz de China por el petróleo, el hierro, la soja y el cobre de la región, Latinoamérica quedó un poco protegida de la peor parte del daño a la economía mundial.”, sigue Londoño.
Y justo ahí es cuando capitales chinos ingresan en gran cantidad a la región: según un estudio de la CEPAL, las inversiones chinas en América Latina, a finales de 2009, eran de US$ 41.000 millones y, en Argentina las cuatro operaciones más grandes entre 2010 y 2017 sumaron US$ 7.200 millones.
¿Y la obra pública?
En 2013 se firmaba un contrato de obra pública para la construcción de dos represas sobre el río Santa Cruz: en la foto que publica en su portal el diario Tiempo Sur están: el intendente del Calafate Javier Belloni y el Sr. Zhijun Hude, representante de la empresa China Gezhouba dándole la mano a José López, secretario de Obras Públicas de la Nación que, años después sería tristemente célebre por la maniobra de los bolsos, el convento y actualmente se encuentra imputado como arrepentido en la causa de los cuadernos sobre supuestos sobornos.
En 2014 tomaba el tema el portal La política Online: “El caso de la construcción las represas en Santa Cruz es paradigmático y también deja a las claras cómo las empresas que dependen del gobierno de China se vieron favorecidas por su acercamiento a empresarios amigos de la Casa Rosada. Allí, los chinos atacaron por dos frentes. Por un lado, Gezhouba Group se asoció con Electroingeniería, del cordobés Gerardo Ferreyra, un íntimo de Carlos Zannini. Por otro, Sinohydro Group se asoció con el santacruceño Lázaro Báez, pero la revelación del escándalo de la “ruta del dinero K” lo perjudicó y el contrato se lo quedó el cordobés. El proceso estuvo plagado de irregularidades e incluso fue llevado a la Justicia por la oposición y hasta por el propio Báez.”
Otro nombre que aparece repetidas veces dentro del #GloriaGate es el de Carlos Wagner, ex presidente de la Cámara Argentina de la Construcción y todos los caminos llevan, de nuevo, a China: Wagner, con su empresa Esuco estuvo a cargo de la construcción de la Estación Espacial China en Neuquén, la cual, según el New York Times “es uno de los símbolos más impactantes de la estrategia que Pekín lleva implementando desde hace tiempo para transformar Latinoamérica y dar forma al futuro de la región, a menudo a través de maniobras que socavan directamente el poder político, económico y estratégico de Estados Unidos en esta.”
Entonces, si bien, la intención de un gobierno no se puede chequear, la hipótesis de Pagni no resulta tan alocada teniendo en cuenta las intromisiones históricas que ha tenido Estados Unidos en la política interna de Latinoamérica, desde las dictaduras de los setenta en adelante como confirmaron en el 2013 los Wikileaks, lo renuente que es esta potencia a perder poder y cómo se han vuelto a interesar en la región a raíz de la avanzada china.
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