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Yamila Cafrune: “Hay que decir en el escenario lo que le está pasando al pueblo”

La cantora, figura del folclore desde hace más de tres décadas, reflexiona sobre la música como herramienta de representación. Además habla de las nuevas generaciones de artistas como Maggie Cullen, La Ferni y Milo J.

Yamila Cafrune habla y las erres se marcan y demoran en sus palabras. Nació en la ciudad de Buenos Aires hace 59 años, pero creció federal. Un poco de esa vida se lo debe a Los Cardales, campo de su primera infancia. Otro tanto a Salta, sinónimo de música y casa de abuelos. A Santa Fe, donde a los 12 años fue estrujada por la muerte de su padre, el cantor de folclore Jorge Cafrune, conoció la fortaleza de su madre y el Liceo Municipal de Música le dio sus primeras herramientas. También a Córdoba que la tituló abogada casi al mismo tiempo que la descubrió cantora. Con todo ese país adentro, hace 27 años eligió a la localidad de Cañuelas en la provincia de Buenos Aires como hogar y posta desde la que lleva y trae su canto. “Es el lugar en el que más tiempo he vivido en mi vida”, aclara. Recíprocamente, su pueblo, como le llama ella, la atestigua artista, madre, abogada y docente. La conoce y reconoce propia.

La Yamila adolescente, ¿soñaba con ser música?

-No. Incluso, cuando nos mudamos a Córdoba, ya estaba en los primeros años de la carrera de Derecho y lo que quería en ese momento era recibirme, tener un bufete, hijos.

-¿Y cuándo apareció el canto como camino profesional?

Fue casual porque me recibí en diciembre del 91 y en enero del 92 escuché que se iba a hacer un homenaje callejero al papi en Cosquín y dije: “Quiero estar ahí”. Fui y canté la zamba Que seas vos. Entre la gente estaba don Julio Marbiz (histórico presentador del Festival de Folclore de esa ciudad)y después de escucharme, se acercó y me dijo: “Quiero que estés mañana en el escenario”. Y así fue. Desde ese momento no me bajé de los escenarios.  

-Con más de 33 años de carrera en escenarios de Argentina y el mundo, compartiendo discos con artistas como Horacio Guarany, Argentino Luna o Soledad Pastorutti, ¿en qué momento sentiste que comenzabas a ser cantora popular? 

-Nunca le pregunté a la gente, no lo sé. Yo me autopercibo popular porque sé que he cantado cosas que representan a una parte de la sociedad en un determinado momento histórico, político y social. Cuando estamos más o menos bien, le cantamos al paisaje, al amor, a cosas bonitas. En otros momentos, hay que ser más contestataria y decir en el escenario lo que le está pasando al pueblo.

-¿Estamos en uno de esos momentos?

-En el álbum Con guitarras se incluyen versiones de tangos como Mano Blanca y Caminito Soleado, ¿cómo convive el folclore con otros géneros?

–  Mercedes Sosa al final de su carrera dijo: “Va a llegar el momento en que no existan géneros musicales, sino simplemente cantores y cantoras”. En ese momento yo me enojé, no la supe entender. Ahora pienso lo mismo que ella. Hace años que hacemos un espectáculo con la Tango Jazz Quartet, que me encanta porque me abre un mundo diferente. Podés hacer folclore y tango con arreglos de jazz. Es hermoso. 

-¿Escuchás a artistas de las nuevas generaciones?

-Sí y hay jóvenes talentosísimos que están aportando mucho a nuestra música y eso es fantástico. En su momento, La Sole (Pastorutti) trajo un aire nuevo que hoy lo podemos ver en artistas como Maggie Cullen o como Milo J. que, viniendo de otro palo, está dando un empuje bárbaro.

¿Qué otras aperturas musicales te gustarían desarrollar?

-Me encantaría cantar con el Indio Solari, por ejemplo. 

-¿Qué temas estás viendo que le preocupan a los jóvenes músicos hoy?

– Hay dos temas que veo recurrentes, la cuestión de género en sus diferentes aspectos y una preocupación por poner un freno a la violencia en general. 

-En el Festival de Folclore de Cosquín de este año compartiste escenario con la cantante trans no binaria La Ferni y generó revuelo, ¿qué análisis hacés sobre las repercusiones?

– La noche que presenté a la Ferni, coincidía con el aniversario de cuando el papi presentó a Mercedes Sosa en el mismo escenario 60 años atrás, con la diferencia que a mí, la Comisión del festival me apoyó. Pensé que la reacción del público iba a ser una explosión a favor y no fue así, muchos se quedaron de brazos cruzados. Me fui muy triste. Pero en una revolución hay gente que acompaña y gente que se queda en la casa para guarecerse. Pasado el tiempo, estoy cada vez más convencida de lo que hice. Pienso que tenemos la obligación de subir al escenario a un nuevo o nueva intérprete siempre que podamos. No debemos ser como el pino que debajo de él no crece nada por lo ácida que deja la tierra.

-¿Recordás algún momento de inflexión en tu carrera?

-Muchos, ahora se me vienen dos que fueron importantes porque generaron un cambio en mí. Cuando gracias a mi profesor Oscar del Río pude volver a disfrutar de cantar porque llegó un punto en que lo veía como un trabajo, me cansaba, se había apagado algo. Otro, en Godoy Cruz, Mendoza, donde fui a cantar y después, los músicos cantaron para mí. Lo sentí como una entrega de profunda generosidad. O en Corrientes, con vergüenza pedí permiso para cantar un chamamé de Mario Bofill y en la mitad empezaron los sapucais sin pedirlo, porque el sapucai no lo tenés que pedir. A medida que va pasando la vida, una se va emocionando por diferentes cosas. A mí me emociona el acompañamiento de la gente.

-Se nota en tus proyectos, como el programa que hacías en radio Nacional Folclórica Contame una Historia o el espectáculo La patria no se hizo sola con Mariano Sarabia, un gran interés por la palabra y las historias. ¿Escribís?

-Escribo, pero no canciones por ahora. Historias reales, mínimas. Donde yo trabajo hay gran afluencia de personas de todo el pueblo, de todos los estratos sociales. Y por ahí escribo en el mismo momento. Se llaman Escritos Fugaces y van a estar saliendo en mis redes. Me gusta mucho leer historia, me encantan las novelas históricas. Por eso me encanta el espectáctulo La patria no se hizo sola, porque Mariano Sarabia (periodista y narrador oral) te actualiza la historia argentina.

-El espectáculo Cafruneando fue pensado para homenajear a tu padre por los 80 años que hubiera cumplido en 2017 y, pese a discontinuarlo, se sigue reponiendo, ¿qué tiene de especial?

-La gente lo pide, no lo puedo dejar de hacer. Sobre todo, porque hay fotos del papi que nunca se vieron, entonces mientras se muestran en la pantalla, canto o les cuento algunas historias. Hay otras tantas historias y fotos inéditas del papi que están reunidas en un libro que escribimos hace años con el periodista y escritor Pedro Solans. Un libro todavía inédito, algún día lo vamos a publicar, habrá que soltar.

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