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De estación de trenes olvidada a pintoresco Paseo Ferroviario en Formosa

Un recorrido por donde antes estaba el ramal C25 del Ferrocarril, con 702 kilómetros de vías entre Embarcación y la ciudad de Formosa.

Firme como una guardiana indeleble a la vera de la orilla argentina del Río Paraguay, por muchos años olvidada pero siempre ahí formando parte de la historia viva de la ciudad se encuentra ella: la ex estación de trenes del ferrocarril Belgrano, devenida hoy en un pintoresco Paseo Ferroviario, que próximamente cumplirá 7 años, desde su restauración y habilitación. 

El pasado y el presente fundidos en plena costanera “Vuelta Fermoza” en el corazón de la ciudad de Formosa, capital de la provincia con el mismo nombre, que dichosamente se hace curva en el costado norte de la Patria. Allí se fusionan la historia, la naturaleza viva, la aventura, lo gastronómico, artístico, cultural y deportivo para ofrecer a las familias, visitantes y transeúntes un entorno único, lleno de recuerdos y momentos inolvidables para quienes tienen el privilegio de recorrer sus antiguos viejos andenes, sus calles y disfrutar de las diferentes propuestas.

Ante un nuevo aniversario de la habilitación de este extraordinario complejo de ocio, entretenimiento y recreación, donde décadas atrás funcionaba el ramal C25 del Ferrocarril, con 702 kilómetros de vías entre Embarcación y la ciudad de Formosa; don Félix Díaz, uno de los agentes ferroviarios jubilados y que trabajó en la ex estación de trenes, recuerda visiblemente nostálgico algunas anécdotas de “aquellos inolvidables años”.

Comenzó a trabajar para el ferrocarril de Formosa en 1983, en el departamento de Mantenimiento y Construcción de vías, lugar donde actualmente se emplaza el Museo del Paseo Ferroviario. “Tenía en ese momento 17 años”, cuenta don Félix.

De perfil bajo, canas blancas, voz ronca y piel curtida por el paso de los años, continúa su relato por momentos pensativos como intentando recordar algunos detalles que fueron quedando en el olvido. “En aquellos años había un gran movimiento de trenes, algunos de sus ruidosos vagones llevaban cargas y otros llevaban pasajeros; las idas y venidas eran constantes”, comparte. 

Para 1993 fue mermando drásticamente el movimiento del ferrocarril en la provincia. Las personas no eran tan asiduas de los trenes, la pavimentación de la imponente Ruta 81, la cual atraviesa todo el territorio formoseño de este a oeste, le ganó terreno haciendo más habitual que los viajantes utilicen colectivos, camiones o minicolectivos. “Esto le fue quitando movimientos y, de a poco, se fue apagando el sistema ferroviario”, dijo Díaz dejando entrever cierta tristeza en sus pocas pero penosas palabras.

A finales del mismo año, la actividad ferroviaria cesó completamente. “Fueron días de mucha angustia, no sabíamos qué iba a pasar con todos los que aún seguíamos siendo trabajadores de la estación”, susurró con voz forzada. 

La maleza fue creciendo y ganando terreno a lo largo y ancho de todo el lugar, incluida las largas y oxidadas vías; comenzaron los saqueos de personas sin techo, que en muchas ocasiones se refugiaban de la lluvia y el frío en lo poco que quedaba de la maltratada estructura edilicia.

Pasó el tiempo, la ciudad siguió creciendo: nuevos pobladores, barrios y calles; bares y restaurantes donde degustar los sabores típicos de la región; imponentes estructuras edilicias educativas y sanitarias; una majestuosa costanera para realizar actividades físicas, compartir un paseo, un mate o tereré, con diferentes propuestas de ocio y entretenimiento para toda la familia; además de una fuente que cada hora brinda un show de aguas danzantes. Formosa se volvió imparable.

En contraposición, ella -la que un día fuera la principal vía de transporte de pasajeros y de carga para los habitantes de la región- yacía totalmente abatida, perdida en la profunda oscuridad. Para la mayoría de pobladores ya no existía. 

Los interminables viajes de días y días solo quedaban en la memoria de algunos antiguos testigos y protagonistas de sus andares, quienes mantenían viva su historia en reuniones familiares, con amigos o en anécdotas que contaban a sus nietos y bisnietos.

En 2013, más de 20 años después de su cierre definitivo, comenzó la restauración de objetos, herramientas, materiales bibliográficos, telégrafos, documentos y fotos  que formaban parte del trabajo como ferroviarios, de sus costumbres, anécdotas y vivencias. 

El propósito era proteger el patrimonio socio-cultural poniendo en valor los espacios culturales históricos y materiales, herencia de la ex estación. “La idea fue de las cuatro personas que aún éramos trabajadores del ferrocarril, quienes decidimos en conjunto con la Dirección de Patrimonio de la Municipalidad de la ciudad de Formosa, restaurar el lugar y todo lo elementos necesario para después convertirlo en lo que hoy es el Museo Ferroviario. Esto se hizo realidad en diciembre del 2014 y así, comenzó todo”, afirma ahora con voz firme, el orgulloso jubilado agente de la ex estación. 

Créditos: Museo Ferroviario Formosa

Para el año 2017, después de tres años de vida del Museo, se habilitaba y ponía en funcionamiento el actual Paseo Ferroviario, todo ubicado dentro del mismo predio. En ese mismo año, pero en diferente evento realizado por la municipalidad local, la secretaria de Obras Públicas de la ciudad de Formosa, Malena Gamarra, compartió: “El Paseo Ferroviario es el resultado de un gran trabajo que se venía realizando de manera planificada con otros organismos del estado provincial. Se buscaba no solo recuperar y restaurar una parte de nuestro pasado, sino también brindar un nuevo lugar de encuentro a las familias formoseñas, donde puedan disfrutar de diversas actividades y eventos, para todos los gustos y edades”.

“Es invaluable que se haya recuperado este patrimonio histórico cultural para que lo pueda disfrutar nuestra gente, además de convertirlo en un paseo muy pintoresco. Ver que se puso en condiciones tantos objetos olvidados me da mucha alegría, es como contar la historia a las nuevas generaciones que nunca vieron un tren llegar a la ciudad”, cuenta don Díaz y sigue: “No solo en forma verbal porque recorriendo el Paseo pueden palpar los vagones que se encuentran expuestos a cielo abierto, estructuras imponentes que antes formaban parte de nuestro trabajo y que a tantas personas transportaron”.

Por su parte, Marga Hauck, una turista correntina que fue a recorrer los 400 metros de senda peatonal y caminos internos con iluminación exterior, declaró: “Felicito a los formoseños por tan excelente lugar para compartir con la familia y amigos. Muy buena atención, buena música, puestos de tragos y comidas para todos los gustos y lo mejor que es al aire libre, con vistas al río”. 

Así, la ex estación del ferrocarril por años desvaída, desafiando al tiempo, a la memoria y, como antaño, saludando siempre desde la orilla a los tímidos y verdes camalotes que se asoman a los márgenes del río; hoy se erige flamante en su nuevo ser más remozado: un espléndido Paseo Ferroviario con un gran valor agregado, el de conocer parte de la historia de Formosa, la frontera más hermosa.


*Estudiante de la carrera de Periodismo y Producción de contenidos a distancia.

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