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Jessica Kessel frente al desembarco del ultra fast fashion en Argentina: “Es imposible seguir el ritmo y ese frenesí que alimenta”

La artesana, diseñadora de calzado y “anti-moda” lleva más de una década desafiando la lógica de la tendencia fugaz en la industria.  

Créditos: Maleva Magazine

La Cámara de la Industria de la Indumentaria Argentina reportó que en lo que va de 2025 las importaciones aumentaron un 180%. Jessica Kessel lo define como “una guasada”. Con dos locales en Buenos Aires y una comunidad fiel, la creadora observa con atención la llegada de la moda ultra fast fashion. En su local de San Telmo, rodeada de sus modelos icónicos de zapatos, habla del impacto de las plataformas globales en el consumo y de cómo se planta desde un oficio artesanal frente a la lógica del descarte.

—¿Percibís que tus clientas jóvenes consumen distinto que hace 10 años? 

—¡Totalmente! Antes había más paciencia, más espera por el objeto. Hoy lo inmediato domina: se busca lo barato y lo rápido. Las clientas jóvenes valoran el diseño, pero muchas veces el precio y la velocidad terminan pesando más en la decisión. Nuestro desafío es comunicar que un zapato artesanal tiene un valor que trasciende la compra de un momento. 

—Hablando con compañeros artesanos, no sólo de calzado, sino de indumentaria en general, ¿vieron que modificó el consumo de sus clientes también? 

—Y sí, ni hablar de las personas que pueden viajar y comprar cosas afuera. Pero creo que también pasa con gente más joven: la tendencia ya ni sé qué es, porque lo que hoy es tendencia mañana deja de serlo y ya estamos pasando a otra cosa. Ahí también aparece el desafío de crear un estilo propio para que eso no te supere porque si no, te come. 

—¿Sentís que las e-commerce como Shein y Temu instalaron algo nuevo en la Argentina o simplemente aceleraron un proceso que ya existía con el fast fashion? 

—No, yo creo que lo aceleraron o lo pusieron más al alcance de la mano. La verdad es que estaban ahí con los colmillitos esperando a que suceda para poder acceder a eso. El fast fashion había transformado la forma de consumir, y estas plataformas lo llevaron al extremo: precios imposibles, entregas inmediatas y un nivel de descarte enorme. En un país como Argentina, donde la producción local pelea por sobrevivir, el impacto es muy fuerte. 

Entonces pienso en la “curva de aprendizaje”. En algún momento se van a dar cuenta y van a pensar cosas como que si comprás de esta manera, queda chiquitito cuando lo ponés en lavarropas; o se llena de pelotitas; o solo le das un uso; o se descarta al mes…

—Coincido en la idea de que, eventualmente y con esperanzas, los consumidores puedan aprender que es mejor algo que sabés que te puede durar toda la vida a que te dure un rato. 

—Y sí. Por eso, para mí hay que seguir educando y militando a los consumidores, ¿no? 

—¿Cómo lo comunican desde la marca? 

—Desde un posteo, desde una entrevista, desde compartir una storie hablando sobre el producto, de que entres a la web y leas la descripción del producto. Y bueno… haciendo material realmente para enfatizar esto, porque durante muchísimos años no habían cosas que no comunicaran “qué lindos estos zapatos o qué feos estos zapatos”. 

La verdad es que, te guste o no, el proceso que hay detrás de cada par y el trabajo que hay en este local o el local de Recoleta es un montón. Y creo que eso está bueno compartirlo también de algún modo. Si no te lo cuento, no te enterás. Entonces está bueno poder darle acceso a las mujeres o a quienes quieran consumir Jessica Kessel sobre cómo trabajamos.

—¿Sentís que el concepto de ‘reliquia atemporal’ que proponés puede ser una respuesta cultural frente al descarte del fast fashion? 

—Sí, es mi manera de plantarme. Hablo de “reliquias” porque quiero que un zapato JK trascienda temporadas. Lo comunico en cada campaña mostrando el proceso artesanal, el valor del oficio y la emoción de tener algo único. También creo en la idea de gusto personal: si algo te enamora hoy, puede seguir encantándote en el futuro. Es imposible seguirle el ritmo a la tendencia, y ese frenesí es lo que alimenta el fast fashion. 

—Hace poco se empezó a debatir una “Ley Anti Shein” en el Congreso de la Nación. Además, sabemos que Francia aplicó multas y ecotasas a plataformas de venta online. ¿Qué políticas imaginás que podrían implementarse en Argentina para equilibrar la cancha? 

—Primero creo que deberíamos cambiar de Gobierno para que eso suceda (risas) porque no creo que con el Gobierno que tenemos ahora se pueda aplicar eso, sino todo lo contrario. Pero hay un montón de medidas que se podrían tomar. 

En segundo lugar: que nos bajen los impuestos a quienes producimos acá… al menos a las pymes, porque si no es muy difícil sostenerlo. Que haya más controles también con la suba de los precios. El relato se mezcla con experiencias de colegas: “Tengo proveedores que están cada tres meses aumentándome dentro de un 25% y un 30%. No hay control de los precios. Y ni hablar de poner un impuesto a productos que vengan tan masivamente, ¿no?”. 

—Has hablado que uno de tus desafíos son los costos de la materia prima dolarizada. ¿Cómo se compite con plataformas que importan a gran escala sin estas restricciones, o cómo sentís que se podría competir? 

—Es muy difícil. Mi estrategia es diversificar: mantener una línea central con alto valor agregado, pero también ofrecer líneas más accesibles para que más personas entren a la marca. Además, buscar colaboraciones que amplifiquen nuestro alcance sin perder identidad. No competimos en volumen, competimos en propuesta. 

—¿Pensás que el fast fashion puede ser también una oportunidad por contraste? 

—Sí. Cuanto más extremo es el descarte, más fuerte se vuelve nuestro discurso. En campañas como “Coronados de Gloria” o con modelos icónicos como “Caterina” trabajamos esa idea de pertenencia y permanencia. Mostrar que sí existe otra forma de consumir moda.

Jessica Kessel modelando su modelo “Caterina”. Créditos: Maleva Magazine

—Si mañana desapareciera el ultra fast fashion, ¿qué hábito de consumo te gustaría que quedara y cuál nunca más? 

—A ver… Me gustaría que quedara la conciencia: elegir menos, pero mejor. Lo que no quisiera que vuelva nunca es la ansiedad de estrenar algo nuevo todo el tiempo para sentirse validado. También creo que el e-commerce es valioso: poder elegir, pero con criterio. 

Kessel reflexiona sobre su propio camino como diseñadora y artesana, y comparte un consejo a los nuevos: “Primero que hay que tener muchísima paciencia, ser muy ordenado con la parte administrativa y tener una propuesta muy personal”. Al mismo tiempo, insiste en que la verdadera diferencia está en no dejarse arrastrar por la lógica del descarte. “Hacer algo que ya existe o querer parecerse a lo que ya está hecho tiene un límite. Lo importante es ser fiel a eso que te mueve a crear, incluso frente al vértigo del fast fashion”, concluye.


*Estudiante de la carrera de Periodismo y Producción de contenidos a distancia.

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