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SOCIEDAD

40 años dedicada a la enfermería en el Hospital Central de Formosa 

Conocé la historia de Genara Moreria: mamá, ama de casa y licenciada en Enfermería que lucha aún jubilada por mejores derechos en su profesión.

¿Quién alguna vez no tuvo miedo ante una situación que implicaba agujas, yeso, cánulas; y lo superó gracias a la ayuda de los enfermeros y enfermeras? Estos profesionales de la salud dominan el arte de cuidar a extraños como si fueran familia, cumplen un rol muchas veces subestimado por la sociedad e, incluso, el propio Estado que antepone lo burocrático al esfuerzo diario de personas que se comprometen con cada paciente. 

Genara Moreria, enfermera MP 202, es una de esas mujeres. Ella se dedicaba a otra cosa -cuidar de sus hijos y la casa-; hasta que un día, una publicidad en televisión lo cambió todo: despertó esa necesidad de dar un poco más y esta vez para la sociedad. No dudó y tomó un curso de auxiliar de Enfermería de poco más de un año pero, como no tenía título secundario, tuvo que dejar la recientemente abierta carrera universitaria en Formosa. 

No obstante, a tres meses de aquel título de auxiliar en enfermería se sumó a la planta permanente del Hospital Central de la ciudad de Formosa, allí pasaría 39 años de su vida. Allí pasó por todas las salas, en su mayor parte urgencias y terapia intensiva; aunque también llegó a ocupar el cargo de supervisora hasta el momento de jubilarse.

Incentivada por su familia y algunos colegas, hace poco terminó el secundario a la noche; y, entre trabajo y el hogar, ya con hijos más grandes, se pudo recibir de lo que se dedicó casi toda su vida: hoy es Licenciada en Enfermería.

-Más allá de las diferencias en la formación académica con un doctor, ¿cuál es el rol de cada uno frente a un paciente?

-Las diferencias académicas están a la vista simplemente con ver las materias y horas de lectura que demanda estudiar medicina. Pero son precisamente esas diferencias las que permiten al médico y los enfermeros ser un equipo, donde el médico diagnostica, define el tratamiento y si es necesario interviene quirúrgicamente, mientras nosotros estamos ahí para asistirlo y en su ausencia controlar que se cumpla el tratamiento. 

-¿Ustedes son el primer rostro y el último que ve el paciente en su paso por el hospital?

-Estando en urgencias de seguro es el primer rostro; ya en las salas de internación va dependiendo de los turnos generando más afinidad con una colega que con otra, ya sea por la familiaridad que sientan en el rostro, el tono de voz o incluso un perfume. De nuestra parte hacia ellos no hay preferencias o al menos no debería existir.

-Con respecto a los familiares, ¿cómo se trabaja cuando los ánimos están al borde de la histeria incontrolable?

-En los años de formación abordamos el tema pero es muy teórico. Cada situación es única, las reacciones pueden ser impredecibles y, más allá de la predisposición, la empatía y el tiempo brindado para contener a un familiar son los años de experiencia los que permiten manejar cada situación con el mayor profesionalismo posible. 

-Cuando inevitablemente se deben dar las malas noticias, ¿qué rol juegan ustedes?

-Es el médico quien debe dar los partes o comunicar el fallecimiento de un paciente; nosotros estamos ahí para contener a los familiares pero también para respaldar al médico ya que muchas veces se trata de jóvenes residentes que aún no tienen experiencia en esta situación, y ahí tenemos que estar con ellos.

-La muerte no es ajena al ambiente laboral, ¿cuál fue tu relación con ella?
-Es cierto, en esta profesión la muerte se convierte en una vieja conocida que ronda los pasillos del hospital. Uno se acostumbra, la respeta y nos ayuda a entender que estamos de paso por este mundo. Lo mismo sucede con los pacientes y sus familiares. Estos pueden reaccionar de la manera menos pensada, pero con los pacientes es más predecible. Para que se entienda… hay algunos que la pelean hasta el último suspiro, otros que se van en absoluta paz.

-Alguien llega grave y el desenlace es inevitable, ustedes lo saben pero, ¿qué pasa con la esperanza de la familia?

-Es difícil porque el familiar inconscientemente deposita su confianza en nosotros por ser la cara visible y lamentablemente esto también nos hace responsables de un final que ya estaba escrito. No todos reaccionan así, pero pasa. Y, más allá de los insultos y en algunos casos violencia física, una jamás guardaría rencor sobre todo cuando el fallecido es alguien joven. Soy mamá y tal vez reaccionaría igual, nunca se sabe hasta que te toca. 

-¿Alguna experiencia que recuerdes?

-1989, un domingo de octubre que hacía mucho calor. En un incendio en la Comisaría del Menor murieron ocho jóvenes. Esa imagen de las familias reconociendo los cuerpos la tengo muy presente. Pero, lo que más me pone triste, son esos padres; nunca quedó claro que sucedió.

-¿Cuáles son los pacientes más difíciles de tratar?

-Depende de la complejidad. Por lo general son los quemados en un gran porcentaje del cuerpo y los que sufrieron fracturas múltiples. 

-¿Qué debe entender quien desee convertirse en enfermero/a?

-Que van a ser el respaldo de los médicos, deben cuidar siempre que se cumpla el tratamiento y hacer lo humanamente posible para que todo paciente que asista tenga una estancia agradable. 

-¿Tuviste la posibilidad de interactuar con estudiantes de enfermería?
-Si, fue antes de que, lamentablemente, cerraran la carrera en la Universidad. Una experiencia muy agradable y, por supuesto, uno ahí puede darse cuenta quienes van a ser buenos profesionales y quienes se deberían replantear la carrera que están estudiando. 

-Hoy, desde la mirada de una enfermera jubilada, ¿qué no cambió que te molesta? 

-Me duele que muchas cosas aún sigan igual, como si no valoraran nuestro trabajo, nuestro sacrificio, el estar de guardia en nuestro cumpleaños, de la familia, fiestas de fin de año, porque siguen pagando mal a los activos y a nosotros los jubilados mucho peor. Jamás podrían decir que uno se hace enfermera por plata.
En mi caso, sigo peleando para que me reconozcan 10 años de supervisión, porque nunca se incrementó mi salario y la licenciatura, según me dicen, fue muy poco tiempo como para que impacte en mi sueldo en su momento y hoy en mi jubilación. 

-Pese a este triste panorama, ¿qué consejo le queres dar a las nuevas generaciones?

-Que trabajen en una comunicación clara, asegúrense de que el paciente y el familiar entiendan qué está pasando y cómo se debe continuar. Nunca pierdan la empatía con el paciente y siempre que puedan, no dejen de capacitarse. 

-A meses de cumplir 75 años, si te ofrecen volver a trabajar en el sector privado como enfermera, ¿volverías?

-Aunque me siento fuerte, creo que estoy más para instruir que para ocupar el lugar que debería ser de alguien más joven. No me sentiría contenta sabiendo que le estoy sacando el lugar a otro, pero si no es así, ¡por supuesto! Volvería con las mismas ganas del primer día.  


*Estudiante de la carrera de Periodismo y Producción de contenidos a distancia.

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