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Ana Sicilia: “Un libro es una herramienta de transformación”

Ana Sicilia en uno de sus talleres. Imagen de prensa.

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Presidenta de la Fundación AS, desde la cual hace giras por las cárceles del país para llevar libros y realizar talleres para quienes están privados de su libertad. Su objetivo es poder ayudar al cambio: “Tratemos de que las cárceles sean un lugar de reinserción real para todos y todas”.


Licenciada en Comunicación Social y periodista, Ana Sicilia recorre las cárceles de todo el país entregando libros y dando talleres desde 2017. Para esto, creó la Fundación AS con el objetivo de “colaborar en el incentivo y expansión de la lectura en los contextos de encierro y en sectores vulnerados de todo el país”. Ahora, presidenta, comparte la misión del propio espacio que fundó: el libro como “herramienta de transformación y puente para la resocialización”. En octubre del año pasado presentó su primer libro “Libros tras las rejas”. En esta entrevista habla de ese proceso literario y humano.

-¿Por qué un libro? 

-Porque es una herramienta de transformación, como la política. El libro, en particular, para mí fue una herramienta de transformación personal. Siempre es desde lo individual a lo colectivo. Creo que todos los que tenemos la posibilidad de estar entre libros y estar abrazados a diferentes lecturas, por lo que sabemos lo transformador que puede ser un libro o un autor.

-¿Qué sentiste la primera vez que entraste a una cárcel? 

-Se me viene esa primera sensación, que no es fácil que se borre. Esa caminata atravesando el penal. Estar dentro de la cárcel fue el click, “estoy acá adentro, ¿y ahora? ¿Qué vas a decir, qué vas a hacer?”. Fui para participar en un taller de escritura. 

-¿Cómo fue el recibimiento de la comunidad? 

-Estaban los pibes a la espera. El que me invitó fue Julián Maradeo, él hacía ocho años que estaba a cargo de ese taller. Se me ocurrió preguntarles cómo les gustaría a ellos reinventarse y la verdad es que me sorprendí. Todavía tengo las hojas escritas que me entregaron. 

-¿Recibiste la misma respuesta de parte de las mujeres?

-Empecé a transitar cárceles de mujeres en febrero del 2020. Uno no puede generalizar pero lo que noté en la mayoría de pabellones de mujeres, y me voy a lo espiritual, es que hay una energía más pesada. La recepción de ellas a veces es un poco más reticente, pero siempre me recibieron con la mejor.

Los primeros dos años hice cárceles de hombres. Un detenido tenía a su hija en la Unidad 40 de Lomas y me preguntó si podía llevarle libros. Ahí armé entonces la primera biblioteca feminista.

En esa cárcel, ellas ya tenían una biblioteca chiquita y pensé en llevar libros de autoras mujeres. La idea era calidad, no cantidad. Fue maravilloso. 

-¿Tu libro lo dejaste?

-Yo entré por primera vez a la cárcel un 3 de octubre de 2017. Un 3 de octubre pero de 2023 presenté ahí mi libro. Todos los martes iba a la misma cárcel, pero seis años después pude estar en el mismo lugar pero con mi libro en mano.

-¿Qué sentís que dejas dentro de los pabellones? 

-Trato de dejar las ganas de soñar. A veces todo es una nube negra. Por eso les pido que sigan leyendo y sueñen, sueñen porque esta Argentina la sacamos adelante entre todos, todos somos parte de esto. 

Creo realmente que otra Argentina es posible. Levantate y caminá, soñá… y vayamos para adelante, que no nos hagan creer que es todo una mierda y que somos el peor país del mundo, porque no es así. 

¿Crees que los medios de comunicación impactan al armar un imaginario de las personas privadas de libertad?

-Los productos audiovisuales nos muestran un fotograma ampliado, pero pasan muchas otras cosas. Hay gente que quiere cumplir su condena e irse mejor. 

Tampoco vamos a decir que son todos carmelitas descalzas… pero, siento que las producciones audiovisuales, al prender las luces y filmar una determinada escena, eligen contar ese pedazo de realidad y provoca ciertas sensaciones en personas que quizás nunca pisaron una cárcel.

-Pero, ¿vos cómo definirías a la cárcel?

-Lo cierto es que, para mí, la palabra que la define, es desidia. Aunque hay cosas muy piolas para compartir más allá de lo negativo a lo que se asocia siempre al contexto carcelario.

-¿Qué aprendiste en todos estos años en los pabellones?

-Aprendí a no frustrarse con alguna situación de algún compañero que salió en libertad, que vuelve a llamarte, te pide ayuda y vos abrís todo para poder darle esa ayuda y la persona la verdad no está en condiciones. A veces uno tiene ganas de hacer magia, y no se puede o no se dejan. 

-¿Y qué te llevás de la experiencia?

-Que todavía hay esperanza en la Argentina de hoy. Hay que pasar el plumero para que empiecen a aflorar los sueños, hay que seguir encendiendo esa llama. 

A veces me dicen “está medio oscuro, no puedo leer en la celda”. Hablo mucho de leer en la oscuridad simbólicamente para que las almas se enciendan. Con almas encendidas, me parece que podemos contar otra historia.

-¿Hay posibilidad de estudiar en todas las cárceles?

-No todas las cárceles tienen enseñanza universitaria y eso es un problemón. Las cárceles están sobrepobladas: tenés mil personas y de las mil solo estudian 300 porque no hay vacantes. 

A los alumnos del taller los han trasladado y no hay Universidad, estaban viendo cómo seguir. 

-¿Qué género literario les interesa más?

-Es diverso. Una vez, en Olmos, uno de los chicos me dijo: “¿No trajiste nada de (Gabriel) Rolón? Porque me encanta”. En Catán, un muchacho vino y me pidió algo de Paulo Coelho. Pareciera que los libros de autoayuda, por ponerlos en un género, los empezaron a pedir. 

En Rawson, un día entré con las cajas y me cruzó uno de los chicos. “¿Trajiste algo de Maquiavelo?”, preguntó. Ni hola me dijo, fue gracioso. Después, por una defensora oficial, se lo mandé. Yo, la verdad, trataba de buscar una literatura más general, algunos clásicos, para que haya un poco de todo. 

-En los talleres, ¿se conversa sobre los miedos al salir? 

-La vida hoy es muy difícil para todos. Muchos me dicen: “Tenés un sello en la frente, salís de estar en cana y es más difícil reinsertarse”. Hace poco me escribió un muchacho al que yo le dí un libro con dedicatoria en una cárcel del Sur para contarme que está en libertad y me dijo, orgulloso, que está terminando el secundario y yendo a terapia También me mencionó que su libro se lo prestó a la psicóloga. 

Yo no sé si este libro lo llevó a que esté terminando el secundario o a que esté haciendo un tratamiento terapéutico, pero quizás sumó a esas distintas aristas que hacen después a esta resiliencia.

-¿Cómo creés que la sociedad podría ayudar al proceso de reinserción?

-Yo siento que mirando más qué pasa en los contextos de encierro. Hay una frase que siempre se menciona que es “las cárceles son el reflejo de la sociedad” y quiere decir que no nos queremos mirar en ese reflejo. 

En Argentina tenemos un problema muy grande que es la inseguridad. Si queremos tratar el tema debemos ir al cuajo. Siento que necesitamos un compromiso tanto de la dirigencia, de todo el arco político, como de la sociedad. 

Si hablamos de inseguridad tenemos que ver qué pasa en las cárceles de todo el país. Siento que focalizando te metés mucho más adentro en un problema que tiene una estructura mayor que la inseguridad. 

-¿Qué mensaje le darías a esa sociedad que es tan hostil con la gente privada de su libertad? 

-Nunca sabés cuando uno de los tuyos puede estar del otro lado. Empecemos a mirar para ahí adentro, porque no sabemos las vueltas del destino. Tratemos de que sea un lugar de reinserción real para todos y todas.


*Estudiante de la carrera de Periodismo y Producción de contenidos a distancia.

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