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BACHILLERATOS NO POPULARES


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Los bachilleratos populares más antiguos han conseguido el reconocimiento dentro de la esfera estatal. Sin embargo, el Estado se niega a reconocer los fundados en los últimos años.

Por Horacio Villar

Los bachilleratos populares de la Ciudad de Buenos Aires tienen sus aulas llenas y cuentan con listas de espera. Estos espacios de formación dependen de la Subsecretaría de Coordinación Pedagógica y Equidad Educativa porteña, presidida por Andrea Bruzos. En el último diálogo que tuvieron este año Bruzos aseguró que no se reconocerían más de estas experiencias porque el gobierno cuenta con las vacantes necesarias.
Iván Barrera, docente de economía popular en el bachillerato Darío Santillán de Barracas, afirma: “Está comprobado que todos nuestros espacios tienen lista de espera. Por lo tanto, la oferta no está cubierta”.
En la ciudad, sobre un total de 34 bachilleratos populares, 29 fueron reconocidos por el Estado, de los cuales 7 no perciben salarios, ya que el Gobierno se niega a otorgarles la Planta Orgánica Funcional. A la fecha, más de 1200 egresados han cursado sus estudios en estos espacios, según datos de la Coordinadora de Bachilleratos Populares en Lucha.

Los bachilleratos populares irrumpieron en el campo educativo en el 2004. Son el resultado de una articulación del Movimiento Nacional de Empresas Recuperadas y la Cooperativa de Educadores e Investigadores Populares. Son experiencias autogestionadas por organizaciones sociales, que una vez reconocidos por el Ministerio de Educación Porteño tienen sus títulos secundarios homologados.
Los derechos adquiridos por los bachilleratos populares son el resultado de 13 años de medidas de fuerza, movilizaciones y clases abiertas en las calles porteñas. “Nadie nos regaló nada, todo lo conseguimos en la lucha”, dice Fernando Santana, uno de los fundadores del bachillerato popular IMPA (Industrias Metalúrgicas y Plásticas Argentinas) en Caballito.
El bachillerato del IMPA fue la primera de estas experiencias. Santana explica que “las ofertas existentes no daban cuenta de la realidad del sujeto que poblaba las aulas de la educación de adultos. Hay que retomar espacios populares y trabajar con esta población dando cuenta de las características y la composición de ese sujeto”.
En un principio los bachilleratos populares encontraron su figura dentro de la educación privada. Santana recuerda esos primeros años: “Independientemente de la voluntad política que tuvo el gobierno en permitirnos avanzar al reconocimiento, nos medían con las mismas características que se mide a cualquier escuela privada de la ciudad de Buenos Aires. Eso mostraba un techo para lo que queríamos conseguir”.
En el 2008 se les concede reconocimiento dentro de la gestión estatal. Se firma un decreto donde se reconoce la existencia de, en ese entonces, 16 bachilleratos populares en la Ciudad de Buenos Aires, al que luego se incorporan 7 bachilleratos más que son reconocidos instantáneamente. Los reconocen dentro del Estado pero no así a los trabajadores que están dentro de la institución. Los educadores que conforman las instituciones tuvieron que esperar hasta el 2011 para ser considerados como trabajadores de la educación y percibir un salario docente.
“No hay financiamiento oficial. Nos autofinanciamos todo, desde el mobiliario hasta las tizas y el material de lectura. Todo de nuestro bolsillo, por lo menos en nuestra organización. Para lo más costoso organizamos festivales, ferias, bingos”, dice Laura Matiauda, docente en el Bachillerato Popular Alberto Chejolán de la Villa 31, perteneciente al Movimiento de Ocupantes Inquilinos.
Matiauda participó de las dos reuniones que la Coordinadora de Bachilleratos Populares en Lucha mantuvo con Andrea Bruzos. Al respecto del diálogo dice: “Ambas reuniones fueron nefastas, las respuestas fueron siempre negativas. Nos están llevando a una situación de absoluta emergencia por falta de oficialidad no para con las escuelas sino también para con los docentes. Hace años trabajamos en los territorios donde el Estado no llega, o llega con propuestas muy precarizadoras”.
Ante el silencio del gobierno de la Ciudad de Buenos Aires, tanto para con el movimiento como para con este medio, la Coordinadora de Bachilleratos Populares en Lucha realizó a fines de septiembre una movilización y concentración frente al Ministerio de Educación.


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