La periodista y fundadora de “El Femenino” habla de los desafíos que aún tienen las jugadoras de la Primera División de la AFA en particular y de las jugadores en etapas formativas en general. También de la importancia de permitir a las niñas tener infancias libres empezando por las escuelas; así como la responsabilidad de los medios de visibilizar a las mujeres y diversidades en el deporte.
“El fútbol femenino son las chicas, pero el fútbol masculino son los jugadores. Desde el lenguaje, hay que hacer un cambio”, declara Romina Sacher, periodista deportiva especializada en fútbol femenino con una trayectoria de 12 años en esta disciplina.
A sus 41 años se desempeña como directora de “El Femenino”, un medio que creó en 2016 y que está dedicado específicamente a la cobertura del fútbol femenino nacional e internacional. Cubrió la Copa Libertadores masculina para Fox Sports como reportera de campo de juego, conduce “Marca Feminina” en D Sports Radio los domingos a las 10 de la mañana y es productora de contenidos editoriales para Goal. Pero, antes, ya había trabajado en Prensa y Comunicación para UAI Urquiza, en Crónica TV y en DeporTV de Televisión Pública como conductora.
-¿Cuáles considerás que son los principales desafíos que aún enfrenta el fútbol femenino, a pesar de los avances logrados en los últimos años en el ámbito local?
-Es un contexto desfavorable para el país y una desfinanciación permanente del deporte porque no se piensa como una inversión sino como un gasto. Hay que tener en cuenta que no hay que ceder, ni perder lo que se ganó. Hoy el femenino tiene ocho contratos que sigue bancando la Asociación de Fútbol Argentino (AFA), es profesional en cuanto a derecho adquirido, no en cuanto a lo que significa vivir del fútbol.
-¿Cómo influyen las estructuras deportivas en el crecimiento del fútbol femenino a nivel local?
-Hay un crecimiento de la estructura y nosotros nos quedamos un poco porque también es imposible sostenerla. Muchas veces el femenino como disciplina vive de prestado porque el dirigente de femenino también es dirigente de otra cosa. Lo más importante es robustecer la estructura, que quien se encarga del fútbol femenino tenga un sueldo y que no sea un colaborador que hace lo que puede, que se le exija por su trabajo.
-¿Qué medidas considerás prioritarias para superar las barreras económicas que enfrentan las jugadoras de fútbol femenino o mismo las estructuras deportivas?
-Hay algunas estructuras que se desarmaron por completo, pero siguen teniendo sus ocho contratos y siguen compitiendo. Tienen que participar igual, aceptar la realidad y entender que la desigualdad va a existir, que siempre va a haber otros clubes que inviertan más, pero hay que seguir adelante.
Si no funciona la primera, le das fuerte a las formativas, generás una estructura que ayude a sostener las categorías de arriba. No se va a solventar gracias a las formativas, pero es una gran manera de generar un ingreso para el club, utilizar la cancha para que jueguen, cobrar entrada o una cuota social.
-¿Qué medidas o decisiones considerás que se podrían tomar?
-La inversión siempre es la primera, pero la difusión también ayuda. En Argentina aprendimos a ser creativos porque vivimos sin guita. Administramos recursos con nada, le sacamos agua a las piedras. Hay que preguntarse cómo generar un recurso o una inversión. Hay miles de ideas y hay que saber cuál es la mejor que se adecua a tu club.
-¿De qué manera creés que la desigualdad de género sigue afectando al desarrollo del fútbol femenino en comparación con el masculino? o, ¿qué prácticas podrías poner como ejemplo?
-Un ejemplo es el tweet del Chiqui Tapia, presidente de la AFA, que habla de “chicas”. Es cariñoso y es una elección de lo cercano con el sentimiento de pertenencia, pero que a la vez es un problema generacional de mirar al femenino con una mirada infantil. El fútbol femenino son las chicas, pero el fútbol masculino son los jugadores. Desde el lenguaje, hay que hacer un cambio, porque también pasa con el relato y con el comentario. Lo cierto es que podrían decir “jugadora” ya que es lo mismo que decir “jueza” o “árbitra”. Esto tiene que ver con que todo el tiempo intentamos romper con las estructuras arcaicas del patriarcado.
-¿Creés que hay una resistencia cuando se intenta implementar un cambio a las estructuras que traemos?
-Existe la Ley Micaela pero no lo hacen a conciencia. Probablemente, sí haya que actualizarse de forma permanente porque venimos configurados de otra manera, pero hay que hacerlo con compromiso. La decisión tiene que partir de una convicción, que no quede nadie afuera. La ruptura del lenguaje es para que todos se sientan representados. Utilizar una palabra que represente al complejo escenario donde hoy están todas las identidades.
-¿Todavía escuchás o leés en redes comentarios del tipo “el fútbol es de hombres”?
-Siento que hay mucha cobardía detrás de la mediatización del mensaje porque vos tenés una persona que escribe a través de una red social. Cualquier cosa que digan tiene que ser algo que estarían dispuestos a decírselo en la cara a alguien. Hay un mundillo del fútbol femenino donde se conoce mucho y es muy cercano a las jugadoras, a la disciplina, a la diaria; y después hay otro mundo muy alejado que solamente aparece cuando hay quilombo y piensa que conoce y no sabe nada.
Entonces tenés que conseguir que dejen de pensar que el fútbol femenino es de “quilomberas”. Es muy fácil opinar sin saber. No les importa la verdad, solo les importa creer y tener razón. Estoy convencida de que el dato mata al relato, pero a nadie le importa el dato, nadie lo va a buscar. Nadie quiere saber exactamente qué pasó.
-¿Cómo ha cambiado y qué pensás que falta para la visibilidad del fútbol femenino en los medios de comunicación en los últimos años?
-Hay más gente cubriendo, pero también hay mucho conocimiento superficial. Hay mucha repetición y poco interés en profundizar. Hay más difusión, por decisión o por obligación. Las señales deportivas se vieron obligados a incluir mujeres y a la difusión del deporte femenino en un momento donde el gobierno estaba acompañando.
-¿Qué estrategias podrían implementarse para mejorar la cobertura mediática del fútbol femenino a futuro?
-El error, para mí, está en pensar en que el espacio para el conocimiento del fútbol femenino son los medios tradicionales. Tal vez estamos errando a dónde tenemos que mandar el consumo y generar conversación. Una nena de 12 o 13 años no se si prende la tele para ver ESPN. Probablemente agarre el celular y vaya al recorte de Tik Tok.
-Actualmente, sabemos que solo se transmiten dos partidos y el resto, en sus posibilidades, va por streaming del local a pesar de achicar la transmisión, ¿qué opinas?
-Que no hay que perder nada de lo que se consiguió. Hay menos transmisiones, hay menos difusión, pero hubo un momento de auge muy alto: del 2021 al 2023 todos los días había algo de fútbol femenino para contar porque había un noticiero que se encargaba de difundirlo. Ahora tenés medios de nicho. No hay una sección dentro de una señal grande que frene para discutir lo que pasa y eso es lo que falta.

-En la promoción de la igualdad de género y la inclusión social, ¿cuál es el impacto del fútbol femenino hoy en día? ¿Qué papel juegan las instituciones educativas y deportivas en el fomento del fútbol femenino?
-Hay nenas que se están cambiando de colegio porque en el recreo no las dejan jugar al fútbol. Que las dejen hacer lo que quieran, que sean libres de elegir es el punto. El deporte no es de mujeres o de varones, y esa libertad es la que termina siendo un poco la que esta generación va a romper. Insisto en no claudicar sobre lo que conseguimos.
Ese adoctrinamiento que en algunas casas todavía persiste, y en otras ya no, es lo que no permite que haya infancias libres de elegir. Obviamente, si vos ponés la televisión o mirás el celular y encontrás que hay nenas que juegan al fútbol es más sencillo porque tenés identificación y tenés referencia.
En la suma, son las dos cosas. Por un lado, esta generación que tiene la mirada y el campo abierto, pero tiene el campo abierto porque hubo otras que se quemaron la rodilla para que las pibas lo puedan tener.
Aunque no estén las condiciones, ¡juguemos y aprendamos a jugar! Aprendamos a ahogarnos en las dimensiones de la cancha, pero manteniéndose firme con todo lo que ya se consiguió.
*Estudiante de la carrera de Periodismo Deportivo a distancia.
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