Con un derechazo de Mertens, candidato a mejor gol del Mundial, y dos goles de Lukaku, el conjunto belga ganó 3-0 en la apertura del Grupo G. Panamá, de todas formas, puso en problemas al arco de Courtois.
Por Matías Fernández Burzaco
Fue más que una noticia: Panamá debutaba en un Mundial. Los jugadores lloraban agarrándose el pecho al escuchar el himno. Los hinchas aprovecharon e hicieron la ola en el estadio Fisht de Sochi, mientras le gritaron al mundo.
No importaba que Eden Hazard liderara el ataque de Bélgica. Hazard no estaba solo, pero jugaba como si lo estuviera: encaraba, esperaba, encaraba. Jaime Penedo, el arquero panameño, le detuvo un tiro centrado. Llevaba la pelota pegada y cuando veía que los volantes avanzaban, la soltaba.
Panamá planteó jugar como Islandia como se les combate a las potencias: ir a buscar el partido al comienzo para después tirarse para atrás. Pero volvía a atacar. Hubo un disparo de Dries Mertens y otro de Michael Murillo como respuesta. El primer tiempo se fue con una atajada de Thibaut Courtois y dos salvadas más de Penedo, que fue figura en su equipo.
Todo iba a cambiar en el segundo tiempo. Tras un rebote, Mertens metió una volea imparable para abrir el marcador con sólo dos minutos disputados. Bélgica quería más. Mostró sus armas, uno de los tridentes más esperados: De Bruyne-Hazard-Lukaku. Esa fue la fórmula para que Los Diablos Rojos convirtieran el 2-0: un centro de Kevin De Bruyne para que Romelu Lukaku definiera de cabeza a los 69. Sólo seis minutos después se iba a repetir la f´romula: De Bruyne la recuperó, Hazard habilitó a Lukaku, quien la picó con categoría.
Belgica mostró su potencia y con esta victoria se anotó como protagonista. Debutó y fue el único candidato que, hasta ahora, ganó con autoridad.
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