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SOCIEDAD

David Lugones, referente de DDHH: “El modelo económico de hoy es el mismo de Martínez de Hoz, de Menem, de Macri; las 4M”

El sobreviviente de la última dictadura militar habla sobre la falta de representación en el peronismo y de organización social en el país.


Narrador sensible, inteligente y memorioso, el dirigente y militante del Partido Justicialista (PJ) recorre su historia y traza un mapa afectivo entre dos ciudades: La Plata y Neuquén Capital. A la primera llegó con apenas 16 años para estudiar medicina, y marcó el inicio de su militancia. 

En 1976, bajo la dictadura cívico-militar fue detenido y sobreviviente de una de las etapas más oscuras del país. Neuquén fue el lugar donde retomó su vida después de haber estado nueve meses desaparecido. Esa ciudad fue su refugio, su familia, sus amores, el territorio donde sigue teniendo esperanzas.

David Lugones nació el 24 de octubre de 1956. Fue concejal de la ciudad de Neuquén entre 1999-2003 y asesor en la Legislatura. También secretario de Derechos Humanos de la Municipalidad entre 2009-2011 y delegado en la provincia de Neuquén de la Secretaría de DDHH de Nación entre 2013-2015.

-¿Volviste a La Plata en algún momento?

-No volví más a La Plata salvo en febrero de 1977 cuando quise ver a algunos compañeros. Me alojé en Buenos Aires y fui un día a La Plata. Busqué a una compañera en su departamento, pero no respondió; después supe que ya la habían asesinado. 

Fui al Hipódromo a ver a Miguel Grass, quien me ayudó a moverme con cuidado. Me dio un boleto de caballo donde, en el reverso, había escrito una dirección. Cuando llegué, una hora y media después, una anciana me atendió; Miguel se había refugiado allí: vivía en una habitación entre perros recogidos de la calle. Miguel me contó que ya no militaba pero sabía que los desaparecidos eran arrojados al mar y conocía lo que pasaba en los centros clandestinos. Me advirtió: “Salí de acá, tomá el colectivo a Buenos Aires y volvé a Neuquén. No vuelvas por mucho tiempo”. Y le hice caso.

-¿Cómo fue el día en que te liberaron?

-Estuve nueve meses preso. Ya tenía 20 años cuando a los 15 días, Luis Alberto Farías Barrera llamó a mi papá y le dijo que fuera a la cárcel a firmar mi salida, porque había llegado el decreto que ordenaba mi liberación, hasta ahí seguía preso en la cárcel. 

Mientras mi papá me esperaba, Farías me dijo que “si fuera por él” yo no estaría ahí. Que era una orden del General, de la Brigada, que me liberaran y que si alguna vez yo contaba esto iba a aparecer con un balazo en la cabeza y, como aparecen tantos, muerto en un zanjón. 

Siempre digo que mucho caso no les hice. Ellos decidían sobre la vida y la muerte de cada uno de nosotros, de los argentinos. Y a veces un dato, un libro, un contacto, hacía que los tipos decidieran la vida o la muerte. Sólo ellos saben por qué unos morían y otros no. A veces me pregunto: “¿Por qué estoy vivo y Oscar Ragni no?”. Se creían Dios y nunca lo sabremos.

-¿A quiénes les contaste lo que te había pasado?

-A los primeros que les conté no fue a mi viejo ni a mi vieja porque les iba a causar mucho dolor. A los primeros que les conté fue a mis amigos del alma: Patricia, Carlitos y “El Zorri”. Ellos fueron los primeros que me bancaron, en pleno año 77 cuando por estar con alguien ya podías ser sospechoso de ser subversivo y te podían secuestrar. 

Yo confiaba en ellos, en que no iban a contar nada a nadie. Es muy importante lo de los amigos, las amigas, y la solidaridad, los gestos pequeños cuando está en juego todo: la vida, la muerte, todo. Uno aprende mucho ahí. 

David Lugones en la ex U9 donde estuvo detenido en la última dictadura militar en La Plata. Créditos: Rionegro.com.ar, 2019

-¿Cómo fue tu primer contacto con la política? 

-Mi primer contacto con la política fue en la noche del 25 de mayo de 1973. Llegaron mis compañeros después de la asunción de (Héctor José) Cámpora y fuimos a la Legislatura de la Provincia de Buenos Aires porque se estaba tratando la Ley para liberar a los presos políticos. Estábamos en la puerta de la legislatura. Salió alguien y dijo: “Se aprobó la Ley de libertad a los presos políticos”. Fueron liberados quienes habían estado presos durante toda la dictadura de (Juan Carlos) Onganía, de (Roberto Marcelo) Levingston

Mientras esperábamos empecé a preguntarme: “¿Por qué estaban presos? ¿Qué era ser preso político? ¿Cómo pasaron 10 años presos por ser peronista? ¿Cómo puede ser posible?”. Lo que nunca me imaginé ese día, cuando vi la cárcel por fuera, fue que años después terminaría conociéndola por dentro. Me refiero a la U9 de La Plata, la que llamaban “cárcel modelo”. 

Ese fue mi primer contacto con la política. Después empecé a participar en el Centro de Estudiantes de Medicina, en una agrupación política llamada “Azul y Blanca” de la Juventud Peronista Universitaria en el año 1974.

-¿Cómo fue esa experiencia cuando estudiabas? ¿Cuál era el clima político y social?

-Yo iba dos años adelantado en la escuela asique en 1973 con 16 años me fui a estudiar medicina a La Plata. Me fui a vivir a una pensión. Ese año fue muy particular porque fue el momento en que asumió Cámpora y ganó el peronismo después de 18 años de proscripción. Fue un momento de mucha efervescencia política y social. 

-¿Te habías interesado anteriormente en la política o fue en La Plata? 

-En La Plata comencé a militar. Siempre digo que fue un momento muy especial de nuestro país. Era común militar, participar de la política, en un gremio, en distintas organizaciones sociales, en un centro de estudiantes. Era más común participar que no hacerlo. Los que no participaban eran pocos, la mayoría compartían una militancia de algún tipo.

-¿Dónde vivías en La Plata? 

-Fui a estudiar con Alejandro Villar, un gran amigo de Neuquén. Juntos hacíamos medicina y con él vivíamos en una pensión. Yo digo que tuve la suerte de llegar a una pensión porque allí pude hacer amigos. Estaban los estudiosos, los deportistas, los rockeros, los faloperos, los vagos, los militantes políticos, y estaban aquellos militantes políticos que eran más grandes que yo como “Miguelito”. 

Miguel Grass había llegado en la década del 60. Estudiaba cine y se dedicaba a trabajar sobre el primer caso de un desaparecido de la década del 60. Se trataba de un dirigente gremial, pero Miguel descubrió que lo estaban siguiendo, entonces deja cine y empieza a estudiar ingeniería. Sabía mucho de filosofía y compartimos mucho. Trabajaba en el Hipódromo de La Plata. Con Miguel comparto una historia muy particular porque con él aprendí muchas cosas. 

-¿Cómo era la militancia en esos años? 

-Lo central en nuestra militancia era leer mucho. Libros como “La formación de la conciencia nacional” de Hernández Arregui; Cooke; “Los condenados de la tierra” de Frantz Fanón; “El medio pelo en la sociedad argentina” de Jauretche. Estudiábamos mucho de historia, de economía; leíamos la revista Crisis, la revista Humor. Conocer, estudiar y leer. Interiorizarnos mucho. Una idea muy fuerte de ese momento fue la de construir una sociedad distinta, más igualitaria. 

El objetivo estaba enmarcado en la universidad pública, la gratuidad, la eliminación del ingreso (yo hice el examen de ingreso) y en un contexto internacional como el Mayo francés. Leíamos sobre eso, el Che Guevara, las revoluciones en África, Vietnam, todo el proceso latinoamericano, Allende en Chile, el golpe de Estado. Siempre estaba muy impregnado de leer mucho, militar y estar convencido. Éramos miles y miles de jóvenes seguros de la necesidad de construir una sociedad distinta: un país más libre, justo y soberano, bajo las banderas del peronismo.

Hay un hecho de esos primeros años que me marcó mucho: fue cuando decidimos ir a un barrio industrial de las afueras de La Plata, más cerca de Berisso y Ensenada —dos lugares muy paradigmáticos, llenos de fábricas—. Fuimos a colocar vacunas en una salita y a ver la realidad de cómo vivían los chicos, la gente. Me marcó la pobreza, la desigualdad, las injusticias sociales y la búsqueda de una sociedad que, para nosotros en ese momento, era una revolución para la construcción de un socialismo nacional desde el peronismo con esa identidad tan fuerte que tenía el movimiento. 

-¿Encontrás similitudes entre la dictadura y este momento político?

-Hay muchas similitudes. La dictadura tuvo un objetivo central: implantar un modelo económico del cual nunca pudimos terminar de salir definitivamente. Y hoy ese modelo económico es el mismo de (José Alfredo) Martínez de Hoz, de (Carlos) Menem, de (Mauricio) Macri y ahora de (Javier) Milei. Las 4M malditas son una mierda. 

El modelo económico reúne parte de las similitudes: el endeudamiento, el poder del sector financiero, la desigualdad, la riqueza concentrada, la pobreza, la apertura de importaciones, la desocupación, la pérdida del poder adquisitivo y la desindustrialización del país. Este es el modelo por eso hay similitud. Para imponerlo necesitan de la represión y del convencimiento a la sociedad, utilizando los medios de comunicación y las redes sociales que es el otro gran elemento. 

Es equivocada la idea de que las redes sociales permiten una democratización de la sociedad. Es a través de los algoritmos y los datos que se impone sentido. Ya no son golpes de Estado con ejércitos y muertos, son estos mecanismos donde los sectores nacionales y populares estamos atrasados. Sin ser una dictadura, las derechas llegan a esos bordes a través de mecanismos de dominación, mentira, engaño y transmisión cultural.

David Lugones (chomba celeste) recorriendo la ex U9 donde estuvo detenido en la última dictadura militar en La Plata. Créditos: Rionegro.com.ar, 2019

-¿Cómo sentís tu militancia hoy?

-La militancia si no es con reflexión y organizada, no es militancia. No podemos reflexionar en soledad. Necesitamos una fuerza política y social, un colectivo. Hay varios colectivos: las mujeres, los ambientalistas, los pueblos originarios, pero no alcanza y no somos capaces todavía de una construcción colectiva mayor. 

Yo tengo la suerte en mi trabajo de seguir asistiendo a los asentamientos, las tomas. Me siento útil desde ese punto de vista. En mi militancia estoy descorazonado con lo que está haciendo el peronismo como factor movilizador. No solo estamos desunidos sino que nos falta capacidad de reflexión. Yo siento que no estoy dando todo lo que tengo que dar porque necesito un colectivo político-social que me dé un horizonte más de esperanza. No es que sea pesimista, pero es lo que necesito y no lo tengo. No lo encuentro. 

-¿Ves signos de resistencia en nuestra sociedad?

-Estamos en una etapa también de resistencia. El tema con los factores de resistencia es que lo primero que hay que saber es que, si alguien viene a destruir el hormiguero, no hay que atacar el palo sino a los que están atrás. 

Las derechas han logrado inocular en la sociedad una gran dosis de individualismo y lo fomentan. Cada vez que nos dicen “emprendedores” pensamos que vendiendo dos cosas vamos a poder salir, esto es parte de la metodología que utilizan. Van destruyendo los mecanismos de organización social. Por ejemplo, los sindicatos todavía existen pero casi el 50% de la población no tiene ningún trabajo formal, no pertenece a ningún sindicato. No tiene aportes, no tiene nada. ¿Cómo incorporo ahora al 50% que no tiene trabajo formal? Necesitamos reflexionar sobre todo eso. 

Los sindicatos que, en su momento, nucleaban a la mayoría de los trabajadores ahora son solo una parte. Si a esto le sumamos, que hago home office… entonces tendremos que ser creativos y buscar nuevas formas que fortalezcan el sentido de pertenencia y comunidad. Formarnos, pelear, luchar. Si soy solo yo con el celular y una red social, no sirve. Tenemos que dar nuevas respuestas.


*Estudiante de la carrera de Periodismo y Producción de contenidos a distancia.

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