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“EL GOLF ES MI VIDA”


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Ela Anacona sólo piensa en recorrer los 18 hoyos cada día y en conseguir una medalla en Buenos Aires 2018. “El deporte es algo muy importante en mí, es mi pasión, es mi vida”.

Por Franco Rivas

En el Pilar Golf Club, al levantar la cabeza se puede observar verde césped hasta donde llegue la vista. Se respira aire fresco, se siente armonía y un silencio constante. Dentro de loft de la Escuela de la AAG (Asociación Argentina de Golf), hay camisetas y banderines firmados que adornan las paredes, también hay fotografías y trofeos de golfistas que dejaron su huella en el club. Como si se tratase de un museo, algunas personas recorren el lugar y se detienen para observar las estanterías repletas de títulos. Los estudiantes van llegando y se saludan con gran confianza. Mientras los jóvenes van sacando tuppers de sus mochilas para almorzar, conversan sobre el regreso de Tiger Woods. A lo lejos, se acerca Ela Anacona, agitada y con gran apuro, porque recién terminó de cursar en el colegio y aún tiene que cambiarse y comer antes de comenzar con su sesión de entrenamiento para llegar en las mejores condiciones a los Juegos Olímpicos de la Juventud.

“Me emociona mucho poder representar a Argentina. Más si es en golf, que es algo muy importante en mí, es mi pasión, es mi vida”, cuenta Ela, con una sonrisa y la simpatía que tanto la caracterizan a ella. Además, la joven, de 17 años, agrega: “Lo más me gusta del deporte es que todo el tiempo estás compitiendo con vos mismo y siempre te obliga a superarte”. La pasión que siente Ela por el golf se originó a sus cuatro años. Por aquel entonces, su padre, Adrián Anacona, practicaba el mismo deporte como hobbie en los drivings de AAG en Capital Federal. “Cuando salía de la oficina, iba a jugar y mi hija me acompañaba. Para que ella no se aburra, le compré unos palos de plástico y pelotitas. Rápidamente, vi cómo le divertía jugarlo y como trataba de copiar a la gente mayor que tiraba pelotas. Era muy gracioso”, recuerda el padre de la golfista olímpica.

Aquel pasatiempo de la joven Ela no se quedó simplemente en un juego de niños. Comenzó a asistir, como espectadora, a torneos infantiles, lo cual avivó su interés en practicar el deporte de los 18 hoyos, y sus padres lo notaron. En la Navidad del mismo año, viendo el entusiasmo que su hija tenía por el golf, Adrián Anacona le compró un regalo que cambiaría la vida de la joven: su primera bolsa con seis palos, los cuales aún conservan como su hogar como un preciado recuerdo. “Cuando Ela los vio, fue tanta su alegría que quiso ir probarlos al día siguiente. No tardamos mucho en anotarla en la Escuela de AAG”, añade su padre.

Ela no tardó en destacar entre sus compañeros. Su primera gran emoción en el deporte llegó a los siete años, cuando ganó el Torneo Nacional Junior. “Para ella fue una alegría tan grande que hasta dormía con ese trofeo”, cuenta Adrián Anacona que, con gran entusiasmo, aguarda junto a su familia poder ver el debut el su hijo en el 9 de octubre en el Hurlingham Golf Club.

Sin embargo, la pasión que siente Ela por el golf no pudo contagiarse a más personas de su entorno. De hecho, se volvió algo cotidiano que sus allegados se sorprendan al enterarse que practica dicho deporte. “Cuando era más chica me pasaba muy seguido que me pregunten ‘¿Golf? ¿Qué es eso?’ nadie lo entendía, ni en el colegio, ni mis familiares. El problema es que la sociedad tiene un perjuicio y lo considera como un deporte para la gente más grande o para aliviar el estrés de la oficina”, comenta Anacona, con un tono serio que sorprende en ella al ser una persona que suele mostrarse alegre. De todos modos, aquel gesto cambiaría a risas al recordar algunas anécdotas. “Una vez mi profesora de educación física me dejo dar la clase a mí para que les explique a mis compañeros como se juega el golf. Estuve dos horas explicándoles, por suerte entendieron un poco más, jaja”, detalla Ela, quien también asegura –estando colorada- haber dormido con sus palos a los 12 años para ’generar más confianza en su juego’.

Con el trascurso de los años y con Buenos Aires 2018 más cerca, Ela se fue implicando más con el deporte y optó por sumar más horas a sus entrenamientos. Esa decisión la llevó a perderse momentos importantes en su adolescencia. “Desde que me enteré de los Juegos, quería ser yo la elegida y me esforcé en entrenar. Siempre trate de no descuidar el estudio, aunque se me complicó un poco en tercer año por los entrenamientos y viajes. Tampoco pude estar presente en los cumpleaños de 15 de mis mejores amigas, me perdí las bizantinas que organizaban mi colegio y tiempo con mi familia. Igual no lo considero un sacrificio, porque veo a los JJ.OO. de la Juventud como una gran oportunidad”, remarca una Ela sonrojada, mientras se acaricia el lóbulo de la oreja.

El golf también le otorgó otras grandes experiencias a la jugadora del Club Maschwitz, como viajar a Japón, Finlandia, Estados Unidos e Irlanda, entre todos países. También le dio la oportunidad de conocer en persona a su referente femenina en del deporte: Annika Sörenstam, cuando fue invitada a participar en el torneo Annika Invitational. Inclusive, consiguió a la mayoría de sus amigos en el ámbito del golf, como a Mateo Fernández de Oliveira, el represente masculino para los JJ.OO. de la Juventud y con quien ya compartió delegación en los Juegos Odesur 2017. En aquel certamen, ambos consiguieron medalla dorada en Doble Mixto y, además, Ela obtuvo presea de plata en Individual Femenino. “Mateo es uno de las personas con los que más tiempo comparto. A veces lo veo más que a mi propia la familia –entre risas-. Coincidimos en torneos, en viajes y ahora entrenamos en el mismo lugar y compartimos a Juan Ignacio Gil como entrenador. Es un gran amigo”, cuenta Eli, como la llaman sus seres queridos.

Con un gran presente – viene de conseguir el tricampeonato argentino en el Abierto de Damas- y un deseo constante de superarse a sí misma, Ela no se relaja y sueña con conseguir la primera medalla en golf para Argentina en la historia de los Juegos Olímpicos. “Las expectativas y los sueños están. Muchas personas me dicen que estoy loca porque el golf me importa demasiado, pero la verdad no sé qué haría sin él. A veces me pasa algo malo y, por más que sea una pavada, me ayuda a descargar. Todo lo relaciono con el golf y siempre está presente en mi vida”.


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