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EL LENGUAJE INCLUSIVO EN LA EDUCACIÓN


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Además de poner la letra e en los logaritmos, muchos estudiantes no dudan en utilizarla para eliminar los masculinos genéricos del lenguaje español.

Por Cloe Srluevich

Sol asiste a la escuela Mariano Moreno de esa localidad, donde cursa el quinto año de secundario. En una reunión para decidir qué ponerse en sus camperas de egresados, los nombres, talles y colores, sugiere que todos se pongan egresades. “Por qué nos tenemos que sentir excluidas nosotras cuando encima somos mayoría mujeres, de última pongámonos egresadas”, reclama. Un compañero accede a la propuesta, pero quiere usar la x en vez de la e. Otro se niega a utilizar el lenguaje inclusivo, no se hará la campera. “No puede ser que haya sido siempre egresados, ¿y las pibas no?. Quizás a algunes les suena un poco exagerado, pero es así”.

Cuando los alumnos de la escuela Arturo Illia de la ciudad de Corrientes llegaron a clases después de las vacaciones, el pizarrón de las aulas exclamaba: “Bienvenides”. Rápidamente el mensaje se viralizó entre la comunidad educativa y hasta el Ministerio de Educación emitió un comunicado al respecto, el cual fue difundido en todos los secundarios de la Provincia: “El uso de la @ o de las letras e y x como supuestas marcas de género inclusivo resulta ajeno a la morfología del español (…) se sostiene que que no contempla su incorporación como eje temático para su abordaje dentro de las aulas de la Provincia”. Sol Mindolo, investigadora en CIES – CONICET y editora de comunicación pública de ciencias sociales en el Gato y la Caja, considera que el Ministerio tomó una postura negacionista y de imposición: “Si nosotros no les permitimos a nuestres alumnes hablar en el aula de esta manera y si no permitimos que esas iniciativas avancen como una posibilidad es imposición, y no al revés, porque hoy la norma es el lenguaje sexista”.

Mindolo cree que sería importante que los ámbitos educativos tuviesen más apertura en este sentido: “El lenguaje inclusivo pone en cuestión el sexismo, esta forma de entender los roles de lo femenino y lo masculino de forma asimétrica, estereotipos para cada género, cuáles deberían ser los trabajos adecuados para une y para otre, o cuáles son las las preferencias esperables para une y otre. También cuestiona la división en la que solamente podemos concebir dos identidades para todes, nos permite pensar en forma neutral el género e implica incluir a personas que no se definen de esa manera binaria”.

Un punto de inflexión en la relevancia mediática que tomó el lenguaje inclusivo tuvo lugar durante el debate por la ley de legalización del aborto, cuando la vicepresidenta del centro de estudiantes del colegio Carlos Pellegrini en una nota para la televisión reemplazó el masculino genérico por términos neutrales como “diputades”, “indecises” y “les estudiantes”, pero en el ámbito académico su uso es frecuente hace algunos años. Paula Galván, estudiante de la orientación Lingüística de la carrera Letras de la Universidad de Buenos Aires, ve carteles escritos con el lenguaje inclusivo y compañeros utilizando la e desde que entró a la facultad de Filosofía y Letras en el 2014: “Lo bueno sería que todos nos sintamos representados por el lenguaje. Si yo tuve que aprender que me tenía que sentir comprendida en el ‘todos’, ¿por qué no podríamos adaptarnos a este nuevo cambio? Oponerse al lenguaje inclusivo me parece medio ridículo e imposible porque es algo que ya sucede, y lo que refuerza este debate es el hecho de que visibiliza el orden social patriarcal que constituye nuestra sociedad”.

Desde la Real Academia Española niegan el uso de la e y de la x como marcas de género neutro: “Es innecesario pues el masculino gramatical funciona en nuestra lengua, como en otras, como término inclusivo para aludir a colectivos mixtos, o en contextos genéricos o inespecíficos”, reza su twitter oficial. Para Luis Di Marino, Licenciado en Ciencias de la Educación de la Universidad de Buenos Aires, la RAE tiene cierta autoridad pero no considera que sea una entidad para justificar posicionamientos lingüísticos: “No hace falta más que buscar en Google los particularismos absurdos incluyen como palabras que existen. A esta institución no le gusta el lenguaje inclusivo y se niega a aceptar nuevas formas de gramáticas que están surgiendo pero así funciona el lenguaje, es una construcción, y no se puede negar que existe esta nueva forma de hablar y escribir”.

Di Marino investiga hace cuatro años junto su equipo el campo de la educación, el género y las sexualidades, y actualmente investiga la formación docente con perspectiva de género: “La docente de Corrientes que utilizó en su clase el lenguaje inclusivo está amparada en la normativa vigente en el marco de la ley de Educación Sexual Integral, y en ese sentido el comunicado del Ministerio correntino es triste y enoja porque hay claramente un sentido punitivo. Estaría bueno que los Ministerios en vez de castigar empiecen a capacitar más a les docentes en ESI -una ley sancionada en el 2006- a financiarla y a generar más dispositivos que permitan el pleno disfrute de derechos por parte de les estudiantes”.

 


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