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EL PAYASO QUE HIZO FELIZ A COSTA RICA


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Bora es el menor de los tres hermanos serbios de apellido Milutinovic. Tuvo como guía y mentor a su hermano mayor, Milos, quien indirectamente le enseñó el camino que debía tomar en el futuro. Aunque nunca imaginó que la vida lo llevaría a 10.395 kilómetros de distancia de su hogar.

Por Diego Jutinico (@jutinico09)

Bora Milutinovic estaba tranquilo una tarde de 1990 en su casa en el DF, México, el lugar donde llegó años atrás por cosas del fútbol, cuando recibió una llamada. Se trataba de un dirigente del fútbol de Costa Rica. Días atrás la Federación tica, sorpresivamente, había despedido al entonces entrenador de la Selección Marvin Rodríguez, luego de haberla clasificado para el Mundial de Italia 90. Sentían que Marvin no tenía las capacidades para afrontar un evento internacional de tal magnitud y decidieron ir por alguien con más mundo. La llamada tuvo tres particularidades: primero, faltaban setenta días para la cita mundial; segundo, Costa Rica participaba por primera vez en el certamen y tercero, los centroamericanos no tenían el dinero suficiente para pagarle al serbio. Aun así, Bora aceptó. Los partidos previos fueron un desastre y la opinión pública lo tildaba de payaso, a lo que él contestaba con humor: “Sí, soy un payaso y me voy con el equipo a payasear a Italia”.

Los dos meses previos al mundial fueron de trabajo arduo, tanto para “el profesor” (como le gustaba ser llamado a Bora frente a las cámaras), como para los jugadores. El serbio se encontró con una selección inexperta en todo sentido y con muy poca preparación en comparación con sus rivales del grupo. La prensa costarricense no creía en el serbio y mucho menos en el equipo. En su convocatoria hizo caso omiso a los consejos de los dirigentes de la Federación y llamó a jugadores que jamás habían vestido la camiseta tica, a la vez que dejó afuera a algunos que llevaban varios años dentro del combinado nacional.
Llegó el primer partido y todo era incertidumbre para los costarricenses, pero las dudas se disiparon con el resultado: Costa Rica le ganó 1 a 0 a Escocia. Sin advertirlo, “Milu” -así le decían los más allegados- y sus dirigidos se metían en la historia de los mundiales y sobre todo en la historia del deporte en Costa Rica. Fue la primera victoria de los ticos en este evento.
El segundo partido no pintaba tan bien, el rival era Brasil. Bora no quiso escatimar en ningún detalle. Incluso, decidió cambiar de indumentaria. El partido se desarrollaría en Turín, casa de la emblemática Juventus. Ese día el equipo saltó al campo de juego con una camiseta albinegra a franjas verticales, pantalón y medias blancas; es decir, como la Vecchia Signora. Bora pensó que de esta manera podría tener a la afición de su lado y contar con más de chances para derrotar a los brasileños. Costa Rica perdió 1 a 0, pero de nuevo el serbio y sus dirigidos seguían haciendo historia en el Mundial, aunque esta vez por una excentricidad.
El último partido de la fase de grupos fue contra Suecia. Los ticos vencieron 2 a 1 y nuevamente lograban lo inesperado: se clasificaban a segunda ronda en su primera participación. El punto final lo puso Checoslovaquia, que los venció 4 a 1. Sin embargo para el pueblo costarricense fue todo ganancia. La corta pero exitosa etapa del serbio Bora Milutinovic con la Selección de Costa Rica en Italia 90 fue un hito en el fútbol. Y más que eso. Habló del carácter de los costarricenses, de una hazaña lograda por unos jugadores carentes de experiencia, humildes, alegres y trabajadores que solo querían jugar al fútbol. Esta epopeya dejó repercusiones a lo largo de los años en el país centroamericano, tanto así, que en 2014, dieciocho años después; Miguel Gómez, un director de cine tico, decidió hacer una película sobre el logro del serbio y sus dirigidos.
Allí se cuenta la historia de Costa Rica antes y durante el mundial, un relato íntimo en el que se da a conocer el contexto en que estaban los jugadores y cómo Bora los amoldó a su idea. La gira europea, la preparación en la altura, la concentración en hoteles, los análisis de videos y hasta una historia de amor en Italia hicieron parte de una experiencia inédita. Pero sobre todo, dejó ver a jóvenes con muchas ganas y poco mundo. Agricultores, soldadores, policías eran algunas de las profesiones comunes que se veían en el equipo centroamericano. A la cabeza de este grupo, un serbio; que más que su director técnico era su guía, incluso en muchas ocasiones su traductor a pesar de no saber hablar inglés, como él mismo reconoció ante la prensa. Los ticos no sabían hablar más que español, pero Bora con su fama de trotamundos del fútbol siempre salió al paso de sus dirigidos para interpretar por ellos cuando quedaban mudos frente a las cámaras.

Claramente, “Milu” partió en dos la historia de los “Pura Vida”. El menor de los Milutinovic tiene en claro que Serbia está primero en su corazón, pero lleva a Costa Rica en un lugar muy especial dentro de su ser. Por eso, no será fácil para él verlos enfrentados este 17 de junio en el Cosmos Arena de Rusia, cuando ambas selecciones abran el grupo E.


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