La selección dirigida por Ricardo Gareca venció 3-0 a Chile, el bicampeón, por las semifinales de la Copa América en Porto Alegre. Paolo Guerrero se convirtió en el máximo goleador histórico del certamen y los Incas jugarán la final ante Brasil, el domingo, en el Maracaná.
Por Camilo Cepeda Guzmán
Como es el fútbol y la vida. Cómo es el fútbol y la vida, que Perú había muerto luego de la goleada 5-0 que sufrió ante el local Brasil en el cierre de la fase de grupos, y ahora jugará la final ante el mismo rival en el Maracaná. Como es el fútbol y la vida, que en esa paliza, el gol de Firmino fue regalo de Pedro Gallese, y ahora fue figura, con atajada de penal incluida. Como es el fútbol y la vida, que Chile no pudo defender la corona ante un rival que había derrotado en siete de los últimos ocho juegos oficiales. Como es el fútbol y la vida, que hace cuatro años, en esta misma instancia, la Roja eliminó a la Blanquirroja, para luego llevarse su primera Copa América. Esta vez hubo revancha.
Fue un desquite que inició desde el planteo, antes que pisaran el césped del Arena do Gremio de Porto Alegre. Se notó que Ricardo Gareca y su cuerpo técnico puso a sus futbolistas a ver videos de cómo Chile lastima por los costados apoyado en sus laterales y extremos. Y las indicaciones se centraron en sus dos extremos: André Carrillo por derecha y Edison Flores por izquierda. Ambos entendieron que debían sacrificarse en defensa y, a la vez, ser las principales lanzas en ataque. Tapando las subidas de Mauricio Isla y Jean Beausejour, Renato Tapia y Yoshimar Yotún se agigantaron en el medio, jugaron de todo, y se impusieron en sus duelos ante Arturo Vidal y Charles Aránguiz. Además, tanto Paolo Guerrero como Christian Cueva, incomodaron siempre a Erick Pulgar y a los centrales en sus intentos por salir. Los dirigidos por Reinaldo Rueda, al ver que su plan principal -sus alas- no funcionaba, intentaron generar por el medio, con centros o con tiros de media distancia, pero ningún plan alternativo funcionó.
A diferencia de lo Incas, que su plan A siempre triunfó. El acertijo estaba en los costados, porque si bien la prioridad era la defensa, esa era la vía para atacar. Y así fue, y así llegaron los dos primeros goles. El primero, un pelotazo al flanco derecho que Vidal no pudo rechazar, centro de Cueva, peinada de Carrillo al segundo palo que le quedó a Flores para que definiera con un zurdazo cruzado. Y el segundo, otro pelotazo a espaldas de Beausejour que Advíncula en modo Bolt corrió, y que como premio, Gabriel Arias, el arquero de Racing, salió a la nada. El lateral lo esquivó, envió un teledirigido al pecho de Yotún, y el todoterreno la mandó a la red de un arco huérfano. La vida y el fútbol, porque los errores, esta vez, los cometió el portero campeón de la última Superliga.
En el complemento, Carrillo y Flores, dos piezas fundamentales, salieron lesionados. No fue casualidad debido a su sacrifico. Los que ingresaron, González y Polo, siguieron con el libreto: se dedicaron a cubrir las bandas -incluso, en algunos tramos hicieron línea de seis en el fondo-. Perú le entregó la pelota a Chile, que tuvo una posesión del 65%, un número inútil ante una defensa, que cuando falló, se topó con Gallese en su noche de desquite. Los de camiseta roja padecieron los contragolpes incas encabezados por Bolt Advíncula y el buen trabajo de pivote que hacía Paolo Guerrero. Y fue de él, de Paolo, de sus pies, que llegó la sentencia final. Ya en el alargue, y luego de un gran toque de pelota, Tapia asistió a Guerrero, y ante Maripán y Medel de estatuas; el delantero metió el tercero, luego de gambetear hacia la derecha otra salida en falso de Arias. Con ese tanto, el delantero de Internacional de Porto Alegre (si, en su casa) se convirtió en el máximo goleador histórico de la Copa América, con 13 tantos. Y para colmos de la vida y el fútbol, en cancha estaba su perseguidor, Eduardo Vargas (12), y el mismo Vargas tuvo la chance de igualar a Guerrero tres minutos después, luego de un penal que decretó el VAR, el futbolista del Tigres de México la picó, pero Gallese la adivinó. Así es la vida y el fútbol, llena de revanchas y sin lógica.
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