En la actualidad el fracaso deportivo está mal visto. Desde la palabra de un psicólogo, un periodista y un ex jugador de fútbol buscamos que nos expliquen cómo se trata el fracaso deportivo desde distintas ramas, la psicología, los medios de comunicación y en primera persona.
¿Qué entendemos por fracaso?
Producción: Brenda Haffner, Verónica Castillo, Gustavo Ferreyra, Mauro Romano, Héctor Speranza, Oscar Herrera, Silvina Rodríguez y Leandro Guerra.
El periodista Eduardo Bolaños, quien además es profesor de Eter, coleccionista y apasionado por la historia del fútbol, lleva más de tres décadas vinculado a los medios y a las estadísticas deportivas. Hoy, además de trabajar en las transmisiones de torneos, se anima a un nuevo desafío: una serie de charlas tituladas “90 minutos de fútbol y nostalgia. Las fechas serán el, 11, 18, 25 de octubre y 1 de noviembre a las 11 de la mañana en el café Naesqui (Charlone 1400, Villa Ortúzar). Por eso, en la previa de las miemas lo invitamos a Eter donde nos contó cómo se desarrollará está experiencia.
Nos contó cómo surgió esta posibilidad de hacer estás charlas y cómo consiguió el lugar. “Naesqui es un lugar que primero es una librería y después un café. El dueño es el exdirector de Editorial Planeta, con la que por suerte pude hacer mis primeros cinco libros. Nacho Iraola es muy futbolero y aceptó la propuesta. Es un lugar para charlar y eso es lo que quiero, que sea interactivo con el público”, señaló Eduardo en el inicio de nuestro encuentro.
“Después de 30 años de un género que a mí me encanta como el de las entrevistas y que los protagonistas te cuentan historias, de ir charlando y que te cuenten su vida. Por eso se me ocurrió armar este ciclo de cuatro charlas y le presenté la idea, le gustó y vamos a estar ahí. Para que el futbolero o la futbolera vayan. Es un rato donde nos divertiremos. Contar esas anécdotas que tú familia está harta de escucharte, traela que la vamos a compartir”, anticipó Eduardo.
Los cuatro días de charlas se van a ser con temáticas diferentes. La duración es de 90 minutos simulando un partido. Una de las temáticas va a ser un homenaje a Diego Armando Maradona. Más precisamente la tercera, por el aniversario del último partido del Diez como profesional. Ese recordado River 1 Boca 2, en el que Diego dio su última función en una cancha de fútbol.
“La idea es además meter un entretiempo, para que la gente descanse un poco y que sean realmente 90 minutos de fútbol. No quiero estar yo solo hablando, sino que cada persona aporte esa historia que en su casa ya contaron mil veces. La idea es que el fútbol funcione como puente generacional y emotivo. La idea es ir desde las 11 de la mañana hasta la 1 menos cuarto, que es un buen horario, también es un buen barrio para la distensión. Es una apuesta que le tenía ganas hace mucho y allí estaremos”, expresó Bolaños.
El fútbol estuvo presente desde su infancia. Entre álbumes de figuritas, revistas del Gráfico y transmisiones televisivas que marcaron época, Bolaños construyó una mirada que mezcla memoria, anécdota y análisis. “Yo me acuerdo de ir al Parque Rivadavia con mi hijo a cambiar figuritas. Era volver a revivir lo que me pasó de chico en los ochenta, cuando todavía había que pegar las figuritas con plasticola”, cuenta, con una sonrisa nostálgica.
-¿Cómo nació esa pasión por coleccionar y por la historia del fútbol?
-Arrancó en la niñez, con los álbumes. Después se cortó porque en los 80 hubo más de una década sin figuritas por un problema de derechos, y cuando volvieron yo ya era grande. Pero la pasión quedó. Años después, con mi hijo, lo reviví y fue como viajar en el tiempo.
-En tus relatos aparece mucho El Gráfico. ¿Qué significó esa revista para vos?
-Es un tesoro. Tengo la colección casi completa desde 1970 hasta 2002. Cuando dejó de salir semanal, seguí con la mensual. Hoy tengo la suerte de trabajar en la multiplataforma que mantiene viva la marca y de conducir un programa en su canal de YouTube. Es increíble acceder al archivo, con fotos y negativos inéditos.
-Se suele repetir la frase “todo tiempo pasado fue mejor”. ¿Coincidís en el caso del fútbol?
-No. Yo creo que cada época tiene lo suyo. Tecnológicamente, el fútbol de hoy es incomparable: pasamos de tres cámaras a dieciséis en un clásico. Sí extraño ciertos estilos de periodismo, pero no creo que todo lo viejo fuera mejor ni que todo lo actual lo sea.
-Como estadístico, ¿cómo ves la influencia de los números en el juego?
-Llevo campañas de jugadores y equipos, eso es útil. Pero creo que el fútbol se está sobreanalizando. Un tiro en el palo, por ejemplo, no cuenta como tiro al arco, y para mí debería. Hay estadísticas que sirven, como los mapas de calor, pero otras terminan siendo ruido para el hincha. El fútbol es mucho más simple.
Con tono cercano y un archivo cargado de memorias, Eduardo Bolaños invita a mirar el fútbol de ayer y de hoy con otros ojos. Entre la estadística, la pasión y la nostalgia, sigue escribiendo historias dentro y fuera de la cancha. Seguramente en estos encuentros se abra ese baúl de los recuerdos de tantas historias en nuestro fútbol argentino.
En el cierre de las Eliminatorias Sudamericanas 2016, Argentina cayó 1-0 como visitante ante Ecuador.
La Albiceleste venía de golear a Venezuela 3 a 0 en el estadio Más Monumental con una excepcional actuación de Messi, que decidió descansar luego de la victoria contra la Vinotinto. El rosarino explicó, “vengo de una lesión. Si bien ya estoy bien, preferimos evitar el viaje para prepararme para lo que viene, que es importante. Nos jugamos la MLS, es un objetivo”.
El seleccionado de Scaloni llegaba al duelo frente a Ecuador como líder y con una amplia ventaja por sobre el segundo que fue Ecuador. No se jugaban la clasificación ya que hace varias jornadas habían sacado el boleto para en junio del año que viene estar en Estados Unidos, México y Canadá para la cita mundialista.
Ecuador puso en cancha lo mejor que tenía, aunque el combinado celeste y blanco armó un mix entre jugadores que suelen rotar y otros que suelen ser titulares en el once inicial. Entre ellos podemos encontrar a Nicolás González, Leonardo Balerdi, Giulano Simeone y Lautaro Martínez.
El partido fue muy estudiado por ambos y cerrado. Ninguno arriesgaba de más en el comienzo. Las primeras aproximaciones fueron de Ecuador con la velocidad de Nilson Angulo por la banda de Montiel que no se lo vio sólido y en reiteradas ocasiones, De Paul y Balerdi salían a cubrirlo.
La Selección Argentina no estaba jugando bien, se la notaba inconexa y sin creación de peligro. La defensa fue la que más sufrió ante la ausencia del “Cuti” Romero, suspendido por acumulación de amarillas. A los 38’ llegó la primera incidencia de Ecuador. Un balón detrás de mitad de cancha dirigido hacia Enner Valencia que en un solo movimiento dejó en el camino a Balerdi. Antes de pisar el área, el delantero ecuatoriano, fue embestido por Otamendi de atrás y vio la tarjeta roja. Scaloni metió a Juan Foyth por Giuliano Simeone para suplir la expulsión.
Más tarde, el gol de Ecuador llegó en base a la polémica decisión de Wilmar Roldan, el árbitro tomó la decisión de marcar penal mediante una extensa revisión del VAR en favor de Ecuador. La jugada en cuestión fue que Tagliafico saltó a cabecear la pelota en el aire y cuando fue a disputar, golpeó con su brazo la cara Ángelo Preciado. En la repetición queda en evidencia que el defensor argentino no tenía la intención de golpearlo.
El árbitro sancionó penal, pero no amonestó a Tagliafico. Enner Valencia se hizo cargo de cambiar el penal por gol. El ecuatoriano pateó al centro del arco sin mucha potencia y “Dibu” se arrojó al palo derecho. Después de esta acción terminó el primer tiempo y Ecuador ganaba 1 a 0.
En el segundo tiempo, con el resultado en su contra y con un hombre menos, Argentina comenzó cauteloso, ubicando a Nico González como lateral por izquierda junto a Tagliafico para formar una línea de cinco defensores. No obstante, al poco tiempo, Moisés Caicedo vio la segunda amarilla por una falta infantil en el mediocampo. A partir de que ambas parcialidades se quedaron con diez jugadores, la albiceleste se adelantó en el campo y rompió la línea de cinco. Mejoró en juego, pero no lo suficiente para llegar al arco contrario.
El DT campeón del mundo, movió el banco y puso a Julián Álvarez y a Franco Mastantuono que, ante la ausencia de Messi, vistió la diez. A ninguno de los dos le fue fácil el partido. Julián intentó con desmarques y jugadas personales, pero no le llegaba la pelota. Por el lado de Mastantuono, pidió muchas veces la pelota y no se escondió pase a que sus intentos de centros flotados al segundo palo no eran efectivos y sus gambetas a Piero Hincapié no fueron efectivas.
Argentina cerró la Eliminatoria líder con 38 unidades, consagrándose como la Selección con más partidos ganados (12). Ecuador, por su parte, terminó la Eliminatoria segunda con 29 puntos. Tan solo, un punto por encima de Colombia, Uruguay, Brasil y Paraguay.
Ambos combinados estarán atentos al 5 de diciembre de este año para saber quiénes serán sus rivales en la cita Mundial. El sorteo tendrá sede en el Kennedy Center, Washington.
Entre presiones, redes sociales y sueños que penden de un hilo, los futbolistas juveniles conviven con la exigencia de rendir siempre. En este contexto, psicólogos deportivos y familias intentan acompañar un proceso tan formativo como emocional.
Una fila de chicos, camisetas transpiradas y miradas tensas. En una tarde cualquiera de entrenamiento, los técnicos reparten pecheras, observan en silencio y toman nota en sus planillas. Al final de la jornada llaman a algunos por su nombre: siguen una semana más.
A otros no los nombran o les dicen directamente: “Quedás libre”. Así, sin mayores explicaciones se define quién continúa y quién no en el sistema de inferiores. Para los que quedan afuera, el sueño se corta de golpe. Para los que siguen, la presión apenas comienza.
Antes de llegar a Platense, Valentino “El Pola” Grossi jugaba en las inferiores de Boca hasta que, a los 13 años, lo dejaron libre de la noche a la mañana. Germán Grossi, su papá, quien también jugó en divisiones menores y no pudo llegar, cuenta que el nombre de su hijo empezó a sonar entre padres y entrenadores. Como consecuencia, comenzó a ganar seguidores en las redes sociales y rápidamente pasó de ser un héroe incipiente a villano.
Cuando se fue de Boca se fueron también los seguidores, pero Valentino no se quebró: eligió quedarse en Platense, entre otras opciones, y siguió entrenando con la misma intensidad.
Más allá de la versión de su padre, la historia de Valentino es como la de muchos chicos que pasan de jugar en uno de los clubes más importantes a perder su lugar e intentar en otros equipos, a veces menores.
Son cientos de miles que viven bajo la presión constante que oscila entre la mirada de técnicos, padres y el juicio anónimo de internet. En ese camino lleno de filtros, frustraciones y exigencias, la salud mental juega un partido clave pero no siempre tiene espacio en la cancha.
Pedro Schargorodsky es psicólogo deportivo, trabaja en las inferiores de Racing, y es autor del libro “Competir con ventaja”. Allí, reflexiona sobre las exigencias del alto rendimiento y la importancia del acompañamiento emocional. Asegura que la salud mentalocupa un lugar “chiquito” en las instituciones deportivas.
Si bien reconoce que hay “más conciencia” y que, desde la pandemia, los clubes “están obligados a contar con profesionales en el área”; sin embargo muchas veces se trata de una figura aislada que debe atender a cientos de chicos. “Un psicólogo para 300 pibes no puede hacer magia, pero el hecho de que exista ese lugar ya es un avance”, reflexiona.
Schargorodsky en la presentación de su libro.
Las presiones que atraviesan los juveniles son múltiples y se extienden en un abanico que va desde la competencia por la titularidad -al temor de quedar libre al final de cada año-, la incertidumbre del futuro y la posibilidad de ser uno de los tantos que quedan en el camino.
“Están constantemente a prueba. En cada partido se juegan su lugar y eso emocionalmente es difícil de asimilar”, advierte el especialista y sigue: “Muchas veces aparece el burnout (el agotamiento emocional) que es una de las principales causas por las que muchos chicos se lesionan, dejan el club o estallan emocionalmente”.
En ese contexto, la figura del psicólogo se vuelve fundamental. Schargorodskytrabaja con técnicas variadas que van desde ejercicios de respiración y relajación hasta charlas con familias y entrenadores. Por consiguiente, asegura que no hay una única forma de intervenir -ya que cada caso es singular- y que todo dependerá de la estructura del club y de la apertura hacia su rol.
“Hay resistencia, cada vez menos, pero existe. Algunos prefieren que no los molestemos. Otros te piden cosas, te invitan, te exigen; y eso está buenísimo”, comparte.
Grossi reconoce la importancia de ese acompañamiento en su hijo y señala que no todos los clubes lo implementan de manera activa. Valentino tiene psicóloga pero, según expresa, nunca ocupó un rol importante en ninguno de los clubes donde jugó su hijo. “Ante una frustración o un bajón, muchas veces no lo llaman. Nosotros tuvimos que buscar apoyo por fuera”, comenta el padre del jugador de Platense.
Dice que tuvieron que recurrir a “entrenamientos mentales” en un centro privado, donde su hijo trabajó “aspectos” como toma de decisiones, memoria y control bajo presión. Más allá de la estructura institucional, la narrativa exitista que rodea al fútbol infantil y juvenil suele invisibilizar todo lo que no termina en éxito deportivo. Por tanto, el psicólogo deportivo insiste en que “hay que cambiar la mirada”.
“Solo se habla de que no llegan a Primera, pero no se dice todo lo que ganan en habilidades socioemocionales, como es la tolerancia a la frustración. Eso también es formación”, asegura a la vez que recuerda uno de los momentos que más lo marcó como profesional de la salud trabajando en un equipo grande.
Schargorodsky dice que fue el mensaje de un chico que quedó libre: “Gracias por enseñarme a nunca bajar los brazos y a ser cada vez más fuerte”. Para él, ese es el verdadero logro del trabajo en divisiones inferiores. No las medallas ni los campeonatos, sino ayudar a los que no llegan.
Pedro Schargorodsky en las Juveniles de Racing.
“Lo difícil es que después de mucho esfuerzo y sacrificio, un pibe que la pasó mal pueda seguir intentándolo. El gran logro va por ahí”, resalta el profesional.Es que hablar de salud mental en el fútbol ya no es una opción: es una necesidad urgente.
Detrás de cada chico que llega a Primera, hay cientos que no. Y si en ese camino no hay contención, la frustración puede dejar marcas invisibles. Visibilizar, acompañar y transformar ese recorrido debería ser una prioridad en cada club. Porque entre la euforia del triunfo y el silencio del vestuario vacío, hay una generación entera que aún lucha por no bajar los brazos.