Natalia Vitali es jugadora de fútsal de Independiente. Tiene 34 años y compite en la Liga BAFI en la categoría A. Contó cómo comenzó a jugar y detalló las dificultades para poder costear una actividad, que todavía es amateur. “En mi caso, es un cable a tierra”, aseguró.
Por Florencia Rincón
El fútbol tuvo una explosión en los últimos años en la rama femenina. Esa pasión de la que durante mucho tiempo se apropiaron los hombres, ahora es de todos y de todas. La AFA incentivó la profesionalización del femenino, cada vez hay más escuelitas con equipos de nenas y jovencitas, y además, en las canchitas de fútbol 5 no parece raro ver a mujeres jugando, entre ellas o mezcladas con ellos. El fútsal es una modalidad aún más elegida por las mujeres que el fútbol 11. Natalia Vitali es una fiel representante de esa pasión por la pelota y también por su Independiente. “Defender los colores de tu club tiene un gustito muy especial”, señaló a ETER Digital.
-¿Cómo comenzaste a jugar al fútbol?
-Si bien siempre miraba fútbol por televisión con mi viejo, mi acercamiento a jugarlo fue de grande. Empecé en el 2007, a los 22 años. Una expareja jugaba con amigas y me invitó a participar. Jugábamos en una canchita de carpeta en la calle Lavalleja. Acepté de una y desde el primer partido que jugué quedé fascinada; supe que quería seguir jugando. No sólo por el partido en sí, sino por todo lo que envuelve al partido. Lo social, la actividad física, la descarga emocional. Y desde ese primer picadito no me alejé nunca más de las canchas.
-¿Cómo comenzaste a competir?
-Con un grupo de amigas armamos un equipo para competir en uno de los pocos torneos femeninos que había por ese entonces, a finales del 2011: Gambeta Femenina. Jugábamos todos los sábados. Lo hicimos durante varios años. Después vinieron algunos equipos más y la oferta de torneos femeninos fue más variada.
-¿Cómo arrancaste con el fútsal?
-Fue recién en el 2016. Después de muchos años de jugar con amigas, me acerqué al fútsal. Estábamos en el predio de Suterh en La Reja y las chicas de Sportivo Barracas nos habían invitado a jugar un amistoso. Me gustó mucho la onda que había y quise ir a probarme. Ese año comenzaban a jugar en AFA. Jugué y entrené durante todo ese año. Fue mi primera experiencia teniendo que entrenar y jugar a un nivel muy competitivo. Por suerte, me tocó en un gran club con un preparador físico y un director técnico de primera, José Godoy y Walter Colonnello. Después estuve fuera de las canchas un tiempito porque tenía problema en los talones de Aquiles y tenía que hacer reposo absoluto. Ya me había roto los ligamentos en el 2012, me tuve que operar y la recuperación había sido muy larga y trabajosa de nueve meses. Entonces quería hacer las cosas bien y recuperarme del todo.
-¿Cómo llegaste a Independiente?
-Cuando ya estaba en condiciones para jugar, empecé a entrenar en un club del barrio Montserrat, Centro Juvenil, y jugamos en la liga FEFI. También había muchísima buena onda entre las chicas y el entrenador, pero por cuestiones de logística, con una mudanza en el medio, tuve que dejar el club y apareció la oportunidad en el club de mis amores. Tenía amigas que entrenaban en Independiente, en la sede de la calle Boyacá en Flores, y me habían incentivado a ir a probarme. Me decidí y empecé el año pasado jugando en la B de BAFI. Logramos el ascenso a la A y este año estamos compitiendo en esa categoría. Vamos por la segunda fecha recién. Yo juego de ala. O sea, estoy desde el año pasado y ahora jugamos en la A de BAFI.
-¿Cuánto les cuesta realizar la actividad?
-En Independiente este año empezaron a exigir que todas las chicas de la actividad se hicieran socias y la cuota de fútsal femenino aumentó. Hay que sumarle que se juntó la inscripción a BAFI. Fueron meses complicados en lo económico para nuestro grupo.
“CABLE A TIERRA”
Nati Vitali contó que cuando tiene fecha de visitante, suele viajar bastante para llegar al club en cuestión, lo que le insume aún más tiempo. “El trabajo y el fútsal tienen que aprender a convivir sí o sí, aunque a veces se complica por los horarios y algunos compromisos”, señaló y además expresó: “En mi caso, el fútbol es un cable a tierra, por lo que trato de organizarme de la mejor manera para poder ir a todos los entrenamientos y jugar todos los partidos”.
La futbolista del Rojo, enfatizó que trata de disfrutar del camino y no estar “pendiente” de la llegada. No sabe si esto es totalmente compatible con la alta competitividad, “pero –indicó la jugadora– es mi manera de ser y de actuar, es lo que me hace disfrutar de lo hago; en consecuencia, rendir de la mejor manera posible”. Por último, explicó: “Estar jugando a los 34 años en Independiente es un anhelo cumplido. Defender los colores de tu club tiene un gustito muy especial y lo disfruto a pleno”.
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