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“LA FAMILIA ES COMO CHICANO, NUNCA TE DEJA”


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Es un hombre robusto, corpulento. Cualquiera que se le compare queda reducido a poco. Sus ojos verdes resaltan el verdinegro de la camiseta que adoptó como suya. El torito de su brazo derecho tatuado lo delata ante la mirada del que no entiende la pasión. A Ruben Aristimuño no se le rompe la camiseta cuando se enoja, como al doctor Bruce Banner, el mítico Increíble Hulk, sino cuando relata un gol de Nueva Chicago. Su sangre es verde, de eso no hay duda.

Por Sasha Nefez

“Cuando mi suegro se enfermó de cáncer en 2001, Chicago estaba jugando el reducido por un puesto de ascenso frente a San Martín de San Juan. Aquel día, le pedí a los médicos que no lo sedaran para que pudiera escuchar el partido por radio”, dijo bajando la voz después de cada palabra. “Era de esos hinchas que cuando su equipo perdía, por el barrio no lo veías. No porque se escondiera, sino porque no lo podía tolerar”.
Poco antes de morir, fue él quien le dijo: “Hacé a toda la familia de Chicago. Asociá a tus hijos, que se hagan hinchas. Trabajá por y para el club. Seguí con esto”. Desde aquel entonces, se transformó en el constructor de su propio proyecto. Ya es un hincha con micrófono.
Desde Colonia, Uruguay, con solo 14 años, ya participaba en la radio de su pueblo dando el informativo. En 1992 llegó a la Argentina y conoció a Vanesa, su señora. Un amigo le acercó la posibilidad de trabajar en el club haciendo la prensa de Chicago, pero cuando llegó la comisión directiva actual, quedó excluido. “Cuando uno conoce lo que es el club, no lo deja nunca más. El que es hincha del Torito, no tiene otro club. Es hincha de Chicago, no como sucede con otros clubes”.
No solo con el equipo de transmisión que lo acompaña, dentro de esa valija carga con el entusiasmo de narrar cada partido desde el lado que el hincha de Chicago entiende; el que acompaña más allá de todo . Él no descansa en cada recorrido por el país. El ruido de su voz, esa que abre cada transmisión diciendo “Esto es Chicago; mi Chicago, tu Chicago”, ya recorrió todo el país. Sea Misiones, para visitar la cancha de Crucero del Norte, o visitar San Luis, para enfrentar a Estudiantes. Si Tierra del Fuego tuviera representante, ya lo hubiera visitado.
En Córdoba, el verdinegro disputaba con Gimnasia de Jujuy la posibilidad de ascender a Primera División en 2014. Fue en ese momento donde la realidad lo sorprendió: “Casi me muero. Mientras el resto festejaba, yo me descompuse. En ese momento, el corazón no le pudo ganar a la razón. Empecé a transpirar. Pensaba en cómo íbamos a hacer para afrontar la máxima categoría, si ni siquiera las cabinas de nuestro estadio tienen enchufes”.

Dejar de lado a su familia, es una de las cosas que lo hacen reflexionar, pero sigue al frente como un toro que mira hacia adelante. Ese que busca su objetivo sin mirar hacia los costados. “Ellos que viven bajo el mismo techo, siempre me reclamaron mayor presencia, pero me acompañan a pesar de todo. Uno no puede estar en todos lados sin relegar nada. La familia es como Chicago, nunca te deja en banda. Siempre te propone hacer algo más. Son todo para mí”.


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