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LAS AVENTURAS DE RICARDO LORENZO BOROCOTÓ EN SUECIA


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Argentina y Suecia comparten una historia particular por el fútbol. Desde el barco que arribó al Muelle de la Boca en 1907, hasta la eliminación Albiceleste del Mundial de Corea-Japón en 2002. Muchas vivencias rodean esta rivalidad. En este caso, la de un periodista que cubrió, lo que pudo ser, el mayor golpe deportivo en el balompié de la Selección nacional.

Por Sebastian Quevedo

En 1958, cuando la globalización era ciencia ficción, se disputó el Mundial de Suecia. El país nórdico recibió a 16 seleccionados, que poco o nada conocían a sus rivales. Josef Augüer, técnico del combinado austríaco, dijo que los favoritos a ganar el Campeonato del Mundo eran Inglaterra y Rusia –hoy como anfitrión de la cita-. Para rematar, el estratega europeo afirmó que los equipos sudamericanos no iban a sobresalir, pero sí su gente “ya que eran favoritos por su alegría” –nunca pensó el baile por 3 a 0 que le dio Brasil en su grupo-.
Algo parecido le pasó a la opinión pública Argentina y los medios de comunicación local. El exitismo golpeó de frente, como un mueble que choca al dedo pequeño del pie, después de la impensada derrota contra Checoslovaquia por 6 a 1. Sin embargo, sólo hubo un hombre que veía “viable” una caída contra los europeos: Ricardo Borocotó.
El periodista del El Gráfico cubrió el pre, post y durante el Campeonato del Mundo. Borocotó, el 28 de abril 1958, viajó una hora y media desde Malmo hacia Copenhague para ver el amistoso pre-mundialista entre Dinamarca y Checoslovaquia. Estos últimos vencieron a los daneses por 1 a 0. Para el enviado argentino le fue muy difícil cubrir el encuentro. Ya que no sólo el idioma fue una gran traba, sino que además a tan sólo 920 kilómetros de ahí, en Bruselas, se jugó la final de la Copa de Europa en la que Puskas y compañía le dio el tercer trofeo al Real Madrid contra el Milán.

Borocotó definió a los checoslovacos como “limpios”, ya que en los primeros 43 minutos no hicieron ninguna falta. En su columna del El Gráfico “Viendo jugar a los checos” describió que eran muchísimo más equipo de los que años atrás habían visitado Buenos Aires para jugar -y perder- contra Argentina. “Los checos juegan de primera. Se desmarcan bien. No obstruyen, juegan sueltos, lo que es un factor favorable para los argentinos. Además, son elásticos, saltarines, por lo que es necesario jugarles de bajo. No tienen la astucia ni el dominio de la pelota de los criollos (argentinos), pero controlan bien la redonda, no la arriesgan tan generalizada por los criollos que pierden por chiches”, dice el periodista en el texto.
En el inicio del Mundial comenzó el verdadero trabajo de Borocotó. Si lo previo fue titánico, el inicio del Mundial fue toda una travesía en la cobertura. Entre periodistas se daban una mano para lograr informar sobre los diferentes partidos. En ese tiempo eran simultáneos, lo que dificultaba aún más la labor de información precisa. ¿Y el idioma? Ni hablar. Entre diferentes corresponsales se daban resultados por teléfonos después del entretiempo. Eran de 9 a 14 llamadas en menos de 15 minutos para lograr dar toda la información.
El debut de Argentina fue decepcionante. Para una Selección que era “favorita” le fue imposible aguantar el 1 a 0, de Corbatta, contra Alemania. Los germanos le dieron vuelta al marcador y terminaron venciendo por 3 a 1. El partido contra Irlanda del Norte culminó, de igual manera, 3 a 1, pero esta vez a favor de los “criollos”, como decía Borocotó. Sin embargo, el momento fatídico llegó contra Checoslovaquia. Al finalizar la primera mitad, la Albiceleste caía por 3 a 0. Corbatta descontó de penal, pero los checoslovacos remataron con 3 tantos más.
Borocotó fue directo luego de la derrota. “Argentina fue flojo”, así puntualizó en el comentario deportivo de El Gráfico. El periodista culpó a los jugadores de por su falta de velocidad. Antes, ya había criticado el estado físico del seleccionado nacional. “Mientras que los alemanes a las 9 de la mañana ya estaba entrenando, los criollos seguían durmiendo”, dijo.
El más a salvo de la crítica fue Corbatta, quien metió 3 tantos en el mundial. Sin embargo, la palabra “velocidad” seguía siendo resaltada por Borocotó. Para el periodista la formación atlética de los jugadores argentinos a los checoslovacos fue demasiado grande. Es más, su crítica no se detuvo ahí. A Uruguay lo describió, refiriéndose como el equipo más lento de Sudamérica. Y de Brasil, que si no fuera por un joven llamado Pelé, estarían encaminados en barco de regreso al continente. Paraguay tuvo el mismo destino que los ‘charrúas’: la pronta eliminación.
Para Dante Panzeri, también periodista de El Gráfico, la eliminación de Argentina significó el fin del mito, del que se dijo que “afortunadamente caducó”. Pero para Borocotó la inesperada salida de los “criollos” fue un llamado de atención al pragmatismo de Guillermo Stábile. El fútbol evolucionó, el sistema piramidal no dio el mismo resultado que sí dejó en las pasadas Copas Américas que obtuvo la Albiceleste con el mando del ex goleador del Mundial de 1930.
El regreso del periodista a la Argentina fue otra travesía. De Suecia a Dinamarca, de ahí al sur de Europa, y después en barco unas semanas hasta llegar a la Puerto de Mar del Plata. El periodista se encontró con la sorpresa de que la gente seguía comentando sobre la derrota de Argentina, un mes después de haber acontecido. En el medio se culparon a los directivos, la poca profesionalización del fútbol, el pragmatismo de Stábile y el poco compromiso de formación atlética por parte de los jugadores.


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