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Liu Song, con corazón argenchino


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En 2011 ganó el oro en Guadalajara en tenis de mesa individual. Su alocada celebración conmovió a la Argentina.

Nació hace 51 años en el sur de la República Popular de China, país potencia en el deporte de tenis de mesa, por lo que su acercamiento a este juego se dio desde muy chico a los 9 años, cuando entró a la escuela de deportes en Guangxi, donde llegó a alcanzar el 8º puesto a nivel nacional. Logró destacarse entre miles de chicos que practicaban la disciplina, como acá sucede con el fútbol.

En el 95’ viajó a Buenos Aires para reencontrarse con su familia, que se había mudado al porteño barrio de Floresta cinco años antes para poner una lavandería. A partir de ahí Song fue bautizado como “Songuito” en el barrio. Ni bien llegó no sabía hablar una palabra en español. Su hermana, que algo hablaba el idioma, lo llevó a presentarse en el Centro de Alto Rendimiento para que comience a practicar. Si quería vivir de esto debía mudarse a Europa donde está profesionalizado y se compite en los equipos de primer nivel. Por lo que su estadía en Argentina duró poco ya que enseguida partió hacia Alemania, primero; luego a Croacia, Suiza y por último a Burdeos, en Francia, donde reside hasta el día de hoy.

Deportivamente siempre representó a nuestro país. Su primer torneo con la blanca y celeste fue justamente en los Panamericanos de Winnipeg (Canadá) en 1999. Donde tuvo resultados muy buenos: se quedó con dos platas, en individuales y en equipos. Tuvo resultados buenos también en los siguientes juegos de Santo Domingo 2003, donde subió al podio con dos bronces en las mismas categorías. Cuatro años más tarde se volvió a quedar en las puertas del tan ansiado oro, al conseguir nuevamente dos preseas plateadas en las mismas disciplinas en Rio de Janeiro.

La tan ansiada medalla dorada le iba a llegar a los 39 años, ya sobre el final de su carrera. Fue en Guadalajara 2011 frente al local Marcos Madrid: la final se definió muy a favor de Liu con un 11-8, 11-6, 5-11 y 11-7. Fue la jornada en la que se hizo famoso. ¿Por qué? Por la locura que desató en ese recordado festejo. Tiró la paleta por los aires y después salió corriendo por todo el Domo del CODE, se revolcó y terminó abrazado con su técnico. El país lo vio en vivo por televisión desde la pantalla de TyC. Desde esa jornada su corazón pasó definitivamente a ser “argenchino”. Igual de emocionante fue cuando con un salto de festejo subió al podio a recibir su tan ansiada medalla dorada, la que venía buscando hacía 12 años.

Su retiro del deporte se dio unos meses antes de Toronto 2015, pero nunca dejó de jugar al tenis de mesa. Ahora, Songuito está instalado en Burdeos hace varios años junto su esposa Viviane, con quien tiene dos hijos. Además, se dedica a manejar un restaurante donde pasa la mayor parte del día trabajando ahí ahora que ya no entrena tanto como antes y tiene más tiempo libre.


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