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Dos de oro: campeón y campeão


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¿Cuántas veces hemos escuchado increíbles historias del mundo del deporte? Muchas. ¿Cuántas veces hemos oído anécdotas deportivas que parecen irreales? Unas cuantas. Lo ocurrido el 25 de octubre de 1975 en el Estadio Azteca en la definición de la medalla de oro de fútbol de los Juegos Panamericanos entre México y Brasil tiene todos los condimentos para integrar ese grupo de historias.

Para llegar al partido por la medalla de oro, los mexicanos golearon a Trinidad y Tobago, se impusieron ante Estados Unidos, empataron con Cuba y luego derrotaron a Costa Rica con cuatro goles de un joven Hugo Sánchez. Por su parte, los integrantes de la Canarinha superaron a Costa Rica, vencieron a El Salvador, despacharon a Nicaragua, golearon a Bolivia, empataron sin goles ante Argentina y superaron a Trinidad y Tobago.

Había más de cien mil personas reunidas en el Estadio Azteca para presenciar la definición de la presea. Héctor Tapia García adelantó de zurda al seleccionado local a los 22 minutos. La medalla de oro se iba a colgar en el cuello de los anfitriones, pero a cinco minutos del final apareció Cláudio Adão. El jugador de Santos no falló desde los doce pasos, estampó el empate y selló la prórroga.

México se desdibujó en el inicio del tiempo extra y Brasil estaba más cerca del segundo, pero fue entonces cuando ocurrió lo inesperado: las luces del estadio comenzaron a apagarse y solo la llama del pebetero quedó encendida. Los aficionados que estaban en las tribunas empezaron a invadir el terreno de juego y Arturo Ithurralde, el árbitro argentino del encuentro, tomó la decisión de suspender el partido. Al día siguiente, el comité organizador anunció que el juego sería reprogramado, pero la delegación brasileña se negó ya que ya había dispuesto el regreso a su país.

México y Brasil siempre podrán presumir que la única medalla dorada compartida en toda la historia del fútbol en los Juegos Panamericanos la protagonizaron ellos: en 1975 los dos fueron de oro.


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