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MANDIYÚ: UN SUEÑO QUE TERMINÓ EN PESADILLA


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En 1988 llegó a Primera. Tuvo una campaña para el aplauso al finalizar tercero en el Clausura 91. Un par de años después llevó a Maradona como técnico y a jugadores de renombre. Sin embargo, el desempeño no fue el esperado. Ya sin Diego, el equipo descendió en el 95 y fue desafiliado por problemas económicos. En 2010 volvió como Textil Mandiyú gracias al apoyo de su gente, aunque nunca más tocó el fútbol grande.

Por Franco Bottaro

Hay cuadros del interior adentro que aunque hayan tenido solo un puñado de años en el fútbol grande no se olvidan y quedan grabados por siempre en la mente de los hinchas del fútbol argentino. No todos los recuerdos de estos entrañables equipos tienen que ver con la obtención de algún título. En su mayoría, son entidades que lograron una hazaña y consiguieron dejar un buen recuerdo en la Primera División. Este es el caso del mítico club Deportivo Mandiyú de Corrientes, que logró escalar hasta la cima de nuestro fútbol y vivir una época de en la que se codeó con los más grandes, pero no todo fue color de rosas. Llegar al éxito futbolístico no fue fácil. Y después de enfrentar palmo a palmo a los mismísimos Boca y River, de haber seducido incluso a Diego Maradona, llegó su debacle. La misma le costó hasta su existencia entre 1995 y 2010.

Para entender su caída hay que remontarse a cómo empezó esta historia. Ya pasaron 67 años de ese 14 de diciembre, cuando un grupo de trabajadores de la empresa textil Tipoití crearon un equipo de fútbol. Empresa Deportiva Tipoití fue el primer nombre que tuvo, pero como no se aceptaban nombres con firmas comerciales, fue rebautizado como Mandiyú, que significa algodón en guaraní. El presidente de la empresa, Eduardo Seferian, llegó a hacerse cargo del equipo, le dio estructura y organización de club, y lo inscribió en la Liga Correntina de Fútbol. No pasó mucho hasta que Mandiyú se convirtió en el más ganador de su liga regional.

Ya había tenido un paso muy corto por primera división en 1974, cuando los jugadores eran empleados de la empresa Tipoití  y eran todos amateur. Pero esos resultados en la Liga Correntina hicieron que en 1985 llegara la oportunidad de participar en la Primera B Nacional de manera profesional. Para el campeonato Nacional B de 1986/87, llegó como entrenador don Juan Manuel Guerra y fue decisivo. Impulsó aún más la profesionalidad del club y mejoras en la logística. Llegaron mejores refuerzos como Zielinski y Fossati, y realizó una gran campaña en la temporada 1986/87, en la que logró un puesto en el reducido. Sin embargo, quedó eliminado por Huracán y el sueño de Primera le fue esquivo. De todas maneras, los dirigentes apostaron a jugadores de más jerarquía, como José “Pepe” Basualdo, Adolfino Cañete (que un año antes había disputado el Mundial de México para Paraguay) y Daniel “Coquito” Rodríguez. En la temporada 1987/88, luego de una campaña memorable y un empate con Quilmes en la última fecha, logró el ascenso y su pasaje a Primera. Mandiyú ya estaba en el fútbol grande y su nombre hizo que cayera simpático entre los hinchas de la mayoría de los clubes porteños. De local jugaba en la cancha de Huracán Corrientes.

El club consiguió el ansiado objetivo, llegó a Primera y se ponía codo a codo con los equipos de la elite del fútbol argentino. Pero no todo lo que brilla es oro. Estar durante cuatro temporadas en Primera e incluso finalizar tercero en el Clausura ’91, no fueron suficientes y Eduardo Seferian vendió el club a Roberto Cruz por 2 millones de dólares en 1994. Esto significó el principio del fin. Para ese entonces, Mandiyú designó a Maradona como entrenador y contrató a múltiples estrellas como Daniel Tapia, Rubén Cousillas, Jorge Osmar Acuña y Sergio Goycochea. La llegada de Diego y de varios de estos jugadores despertó una ilusión en los hinchas. Javier Baena, ex defensor del equipo, en diálogo con ETER Digital, expresó: “Diego llegó, a mi entender, con gran expectativa de cambiar el rumbo del equipo. Apuntó más a lo grupal. Trabajó mucho lo anímico y la parte táctica”. Pero a medida que avanzaba la temporada la situación gerencial dejaba mucho que desear y esto se reflejaba en lo deportivo. “Yo llegué a mitad del Apertura, y por los dichos de mis compañeros, la situación estaba tranquila en lo institucional y económico. Pero al poco tiempo todo se comenzó a derrumbar, con la falta de respaldo dirigencial, los inconvenientes para abonar los sueldos y los resultados deportivos negativos”, señaló Baena.

Los futbolistas sabían que la situación no estaba bien, pero hoy en día recuerdan aquel momento con nostalgia. Guido Alvarenga, entonces número 10 emblemático de Mandiyú, en una nota con Infobae, dijo: “No sé si con Maradona entrenamos mucho, pero comíamos unos asados bárbaros”. Lo que hoy día suena algo anecdótico, en ese momento fue de mucho sufrimiento para los hinchas del “Algodonero”, que vieron como el Clausura de 1995 era su última temporada en Primera. En ese momento, ya sin Diego, quien había vuelto a jugar en Newell’s y en luego en Boca, se selló su descenso al Nacional B. El gran proyecto había fracasado y la dirigencia sumergió al club en múltiples deudas. Roberto Cruz decidió que el conjunto no estaba preparado económicamente para afrontar la siguiente temporada en la B Nacional y decidió dejar el club. Sin conducción dirigencial, a mediados del 95, el equipo fue desafiliado de su liga regional por deudas con el Consejo Federal y finalmente fue disuelto.

El paso de Mandiyú por primera fue una aventura, una utopía hecha realidad. Dormirse en los laureles de su ascenso fue su peor error y la soberbia de los que lo manejaron llevaron a este humilde conjunto a su ruina. Es un club que sufrió uno de los mayores males del fútbol y del país: los malos empresarios que se acercan a gerenciar entidades deportivas. Hoy en día, gracias a sus hinchas, el “Algodonero” busca volver a recuperar su lugar en nuestro fútbol bajo el nombre de Club Deportivo Textil Mandiyú.


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