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NO CONOCÍA AL CLUB DEL QUE UNOS AÑOS DESPUÉS FUE SU VICEPRESIDENTE


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Toparte un día con un club de tu barrio y no alejarte jamás. Quedar noqueado por la pasión que lo envuelve. No solo entregarle horas de presencia en una tarde de partido, aliento desde una popular o el dinero de la entrada. Entregarle la vida. Así es como un hombre y un equipo de fútbol quedan entrelazados para siempre. Carlos Morante se ató a Deportivo Merlo, puso un candado y tiró la llave.

Por Marcos Méndez

Tenía 15 años cuando a Carlos lo llevó su tío a una cancha de fútbol para ver un equipo que él no conocía. “Ni sabía que existía, no me sonaba su nombre”, afirma cuando se le pregunta por ese club que quedaba a cuatro cuadras de su casa. Ese día Deportivo Merlo ganó 7 a 0 frente a Leandro Alem. Desde entonces fue a un partido, a otro y otro. El equipo ascendió a la C y Morante no quiso perderse ningún encuentro más.
En 1996 fue jefe de prensa y se adentró en la política del club, pero distintas circunstancias hicieron que dejara su cargo. Hasta que en junio de 2003 aquel joven que desconocía completamente la existencia de Deportivo Merlo, se convirtió en vicepresidente. Aunque volvería a distanciarse políticamente hasta 2013 para regresar esta vez como secretario. “Ser dirigente de Primera es muy fácil, para nosotros pagar las deudas fue muy difícil”. Además, Morante agrega que “los equipos de inferiores trabajan realmente, todo lo hacen a pulmón”. Ya no recuerda las veces que tuvo que poner plata de su bolsillo.
El marchandising que tenga que ver con el Charro, Morante lo consume. Incluso pantuflas con el escudo de la institución del oeste. También existen en su casa carpetas con secciones deportivas de distintos diarios referidas al club. “Junto los recortes desde hace 30 años, algún día tenía que hacer algo con todo esto”. En 2010 presentó su libro “Deportivo Merlo, la pasión”.
Todo está guardado y archivado en sus carpetas con sus respectivas fotos. Hoy su casa es un museo dedicado al Depo y las paredes blancas parecen no alcanzar para colgar tantas fotos de planteles que cada año lucharon por subir de categoría. Inclusive hay una caricatura de él pisando una pelota y vistiendo, por supuesto, la camiseta de su equipo.
—¿Qué partidos son los que más recuerda?
—Y…hay muchos, nos dimos el lujo de jugar contra River, de casi ganarle a Boca, ganar por Copa Argentina a Estudiantes, Tigre, Huracán. Eso no se olvida.
“A mí si me sacás la camiseta de Deportivo Merlo, no me hago de otro club. No soy doble camiseta”, asegura. Hoy con 58 años y su hija Pamela de 32 años, que siempre la apoya, Carlos suma vivencias en el fútbol de Ascenso que le permiten como hincha saber lo que el club se necesita. Como dirigente, trata de conseguirlo.


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