Dos campeonatos mundiales, cinco finales y dieciséis participaciones sobre veinte torneos disputados hacen de Argentina uno de los países más importantes para la historia de los mundiales.
Por Agustín de Paulis y Martín Wajsbrut
Argentina fue candidata a campeón desde el primer mundial, al que había arribado como subcampeón de los Juegos Olímpicos de Ámsterdam 1928. El organizador de la primera cita, en 1930, fue Uruguay, que en Holanda se había quedado con la medalla dorada. Más allá de haber contado con Guillermo Stábile, primer goleador en una Copa del Mundo con ocho tantos, el elenco albiceleste perdió 4 a 2 la final contra el local.
La participación en Italia 1934 fue una muestra de lo que vendría en las siguiente ediciones. Los equipos denominados grandes no quisieron ceder a sus jugadores y terminó viajando una delegación amateur que cayó en el primer partido, de carácter eliminatorio, contra Suecia. Desde entonces, se suscitó una racha de faltazos que duró 24 años. El primero de ellos, en Francia 1938, por no haber sido designada como sede, y en 1950 y 1954, por decisiones políticas. Las ediciones de 1942 y 1946 no se disputaron debido a la Segunda Guerra Mundial.
En 1958, el equipo argentino viajó a Suecia con la idea de que tenía el mismo peso en el fútbol mundial que en aquella primera cita, que la habilidad individual predominaba sobre cualquier otra forma de ver el fútbol. Esa idea se denominaba “La Nuestra”. La actuación fue conocida como “El desastre de Suecia” e incluyó una derrota histórica contra Checoslovaquia por 6 a 1, la más abultada de Argentina en los mundiales.
Cuatro años más tarde, volvió a perder en primera ronda y, a pesar de que la actuación en Inglaterra 1966 tuvo algunos destellos de épica, el campeonato clasificatorio hacia México 70 demostró que el equipo aún no encontraba rumbo: por única vez en la historia, el seleccionado nacional no pudo pasar las eliminatorias sudamericanas. El regreso en 1974 no fue mucho más auspicioso que las anteriores participaciones, pues perdió en forma categórica frente a Brasil y Holanda en segunda ronda.
La primera gran alegría llegó en 1978, cuando Argentina disputó la Copa del Mundo en condición de local. Con el aporte de Mario Kempes, figura y goleador del torneo, y bajo la conducción técnica de César Luis Menotti, la Selección se consagró campeón del mundo tras vencer 3-1 a Holanda en la final con dos goles del Matador y uno de Daniel Bertoni. “La confianza que nos dio Menotti y el entrenamiento previo fueron fundamentales, nos conocíamos mucho”, sostiene Leopoldo Jacinto Luque, centrodelantero de aquel conjunto albiceleste.
El equipo conducido por Menotti partió hacia España, escenario de la competencia en 1982, como uno de los principales candidatos: contaba con la mayoría de los campeones del 78, a los que se le sumaba nada más y nada menos que Diego Armando Maradona. Sin embargo, la ilusión del bicampeonato duró poco, Argentina quedó eliminada en segunda ronda.
Las páginas más gloriosas de esta historia se escribieron en México 1986, con Maradona como líder absoluto del plantel. La victoria ante Inglaterra, cuatro años después de la Guerra de Malvinas, y la nueva obtención de un campeonato mundial, esta vez, ante Alemania en la final, magnificaron la tarea del equipo de Carlos Salvador Bilardo. El resultado de la final fue 3 a 2 con goles de José Luis Brown, Jorge Valdano y Jorge Burruchaga.
En Italia 1990, con el mismo DT y el mismo jugador emblema, la Selección repitió junto a Alemania el encuentro decisivo por el título. Esa vez fue victoria para los europeos por la mínima diferencia con un gol de penal de Andreas Brehme, facilitado por un fallo arbitral del mexicano Edgardo Codesal que se sigue discutiendo hasta el día de hoy.
A Estados Unidos 1994, la albiceleste se clasificó a través de un repechaje con Australia. El regreso de Diego Maradona en dicha fase tras haberse ausentado en las Eliminatorias revivió el espíritu del equipo y entusiasmó al público. El torneo arrancó bien, pero al Diez le hicieron un control anti doping tras el partido contra Nigeria, segundo compromiso por el grupo D, y el resultado fue positivo. Diego fue suspendido de la competencia y el equipo de Alfio Basile se despidió en octavos de final, después de caer por 3-2 ante Rumania.
A partir de aquel momento, comenzó la reinvención del seleccionado, que tuvo resultados positivos recién en el último mundial. Aunque contó con Gabriel Batistuta -máximo goleador argentino en las Copas del Mundo con diez tantos-, que jugaba su segunda competencia mundialista, el equipo argentino no superó los cuartos de final en Francia y se quedó en primera ronda en Corea-Japón, en 2002, a pesar de haber arribado al territorio asiático con el bastión de máximo candidato.
De 2006 en adelante, el seleccionado contó (y cuenta) con uno de los mejores jugadores de la historia: Lionel Messi. En su primer mundial, disputó algunos minutos, en un equipo que tuvo un buen andar, pero no pudo superar a Alemania, país anfitrión, en cuartos y quedó fuera por penales. En 2010, con el rosarino ya consagrado en Barcelona y con Diego Maradona como entrenador, se repitió el verdugo en la misma instancia, pero con una goleada 4 a 0.
En suelo brasileño, Argentina volvió a jugar una final después de 24 años, y como en las últimas dos, se topó con los alemanes, quienes festejaron nuevamente. Un gol de Mario Gotze en el segundo tiempo extra dejó sin corona al conjunto dirigido por Alejandro Sabella, que ni siquiera lograría desahogarse con la competencia continental disputada en 2015 y 2016 y en la que Chile cumplió dos veces el rol de aguafiestas.
De cara a Rusia, Argentina no ocupa el podio de candidatos por los grandes niveles de Alemania, Brasil, Francia y España durante la etapa de clasificación a la competencia, pero el peso histórico de su nombre bien vale algunas fichas en la apuesta por el título.
Agregar comentario