GÉNEROS
“Que no aparezcan más mujeres y niñas muertas en una esquina”
El 3 de junio de 2015 tuvo lugar la primera marcha, como respuesta a la conmoción experimentada ante el asesinato de la adolescente embarazada Chiara Páez, a manos de su novio, en la provincia de Santa Fe.

La consigna ”Ni una menos” se inspiró en la frase de la poeta mexicana Susana Chávez, “Ni una muerta más”, en protesta por los femicidios acontecidos en su país.
Estas marchas han sido, y son, un punto de encuentro para diversas asociaciones feministas y también para la ciudadanía en general.
El movimiento ha impulsado la creación de leyes y políticas públicas para prevenir y sancionar la violencia contra las mujeres y ha sumado apoyo y acompañamiento de organizaciones que luchan por otros reclamos, todos ellos vinculados a derechos humados.
A las 16 horas del 4 de junio de 2025 la plaza del Congreso de la Nación y las calles aledañas se encontraban cubiertas de manifestantes.
Nos acercamos a un grupo de chicos y chicas jóvenes que se encontraban reunidos sobre el costado de la plaza que linda con la avenida Rivadavia. Se mostraban inicialmente tímidos, pero lentamente se fueron abriendo a la conversación. Venían desde una barriada humilde de la ciudad de La Plata. Formaban parte de “La Casita de los Pibes”, un lugar que se formó “con el objetivo de que los chicos no estén drogándose en la esquina, y tengan un sitio donde comer y realizar actividades”, expresó una de las chicas, que parecía ser la coordinadora.
Estaban allí, aportando a la lucha “para que no aparezcan más mujeres y niñas muertas en una esquina, cada minuto y cada día”. Otras voces, algunas de varones, agregaron otros reclamos: por la igualdad de género, por los jubilados, por la no violencia”. La marcha posibilita que muchos chiques puedan hablar del tema y darse cuenta que la violencia no sólo se manifiesta en los femicidios, sino que también se anticipa en el trato verbal, en la presión psicológica”, nos dijo otra de sus líderes.
Una de las chicas dijo que su mamá padeció violencia de género. Era evidente que todos ellos convivían con una realidad muy dura.
Una nueva voz sintetizó en uno sólo el conjunto de los derechos por los que se encontraban allí: el derecho a vivir.
“ABRAZAMOS TAMBIÉN OTRAS CAUSAS; JUBILADOS, DISCAPACIDADES, TRABAJADORES DESPEDIDOS”
Sobre Hipólito Yrigoyen, del otro lado de la plaza, sentadas sobre el pasto, tres chicas conversaban animadamente. Habían venido desde San Vicente, provincia de Buenos Aires. Trabajan en la Dirección de Políticas de Género y Diversidad de esa localidad.
Concurren a esta marcha desde el año 2016. Recuerdan que la más numerosa de todas fue la que terminó logrando que salieran las leyes de interrupción voluntaria del embarazo y de interrupción legal del mismo, finalmente promulgadas en enero del 2021.
Erika Szlotthaver y Lucía Keuchakian son trabajadoras sociales y apoyan todas las causas inherentes a los derechos humanos: jubilados, discapacidades, trabajadores estatales despedidos, etcétera. Asisten a mujeres que son o han sido víctimas de violencia de género, pero la causa feminista no está cerrada a las demás, porque “la lucha es colectiva”.
Al ser preguntadas sobre la actuación del gobierno en estos temas, una de ellas exclamó: “¡Guauuu!, es nefasta!”. Y agregó: “Coarta y atenta contra los derechos obtenidos. Desde lo discursivo habilita la violencia y la crueldad.” Otra agregó: “Todos los beneficios, en lo social, cultural y económico, se han ido desmantelando. Sus Ministerios han sido rebajados a Secretarías”.
“ESTAMOS VOLVIENDO A LA ÉPOCA DE LAS CAVERNAS”
En la mitad de la plaza nos topamos con otras tres mujeres: “Nos juntamos, hacemos volumen, pero no logramos que esos señores que están allí enfrente, en el Congreso, dejen de hacer sus trampas”, nos una de ellas, con tono de resignación. Y agrega: “La actuación de este gobierno implica un retroceso terrible, estamos volviendo a la época de las cavernas”.
Otra opina que fueron, justamente, todos los logros de las luchas feministas los que dieron origen a la reacción que hace que hoy Milei esté en el gobierno. “Muchos de los que lo votaron son antifeministas a morir. El empoderamiento de la mujer es, en gran parte, motivo de bronca para algunos varones”, reflexiona.
Si bien no es motivo para consuelo, la tercera voz explica que se trata de un fenómeno que también se está produciendo en otros lugares del mundo, como Francia, España y Alemania. Y aprovecha para mencionar la falta de valoración de muchas tareas que tradicionalmente quedan a cargo de las mujeres, como las actividades propias del hogar, la crianza de los hijos o el cuidado de los ancianos.
“VENIR A LAS MARCHAS ME HACE BIEN”
Desde la Av. Rivadavia comenzaron a escucharse redobles de tambores. Hacia el clima murguero nos dirigimos y fuimos testigos de un espectáculo maravilloso. No menos de cincuenta mujeres, algunas con consignas feministas cosidas a sus atuendos, ejecutaban ritmos y danzaban con energía inusitada. Su fuerza y sincronía parecían brotar de lo más profundo de la tierra. La demostración se prolongó durante más de cuarenta minutos.
Azucena y Agustina, apodadas “Mini” y “Tuni”, se prestaron gustosas a ser entrevistadas. Hermanas entre sí, vinieron juntas a todas las marchas, salvo durante la pandemia. “Mini” nos dijo que esa tarde notaba la plaza menos concurrida que en otras marchas, quizás por temor a la represión. Tuni percibe lo mismo, aunque no sabe el porqué.
Vinieron con el grupo de percusión. A algunas de las movilizaciones anteriores habían ido con familia y amigos. Repasan la historia: “Primero fue un femicidio que nos shockeó a todes, y después se fueron sumando reclamos: por otras cuestiones de violencia, por la ley del aborto y por distintas injusticias”.
Cuando piensan en sus propias vivencias “Mini” recuerda que una vez tuvo que correr por miedo a unos “chabones” que se le mostraron amenazantes y Tuni menciona que sus dos abuelas habían sufrido abusos.
Para ellas, todos los gobiernos estuvieron en falta, pero hoy se siente más. Antes existía el Ministerio de la Mujer y ahora ya no. El feminismo es una de las víctimas del achique del estado.
“Tuni” dice: “No sé si ayudan o no a visibilizar los problemas, pero a mí venir a estas marchas me hace bien. Significa estar en la calle y ocupar un espacio junto a mis compañeres”.
“Mini” agrega que estas movilizaciones ayudan a abrir la discusión, interactuar con otras personas interesadas en la temática, exponer experiencias y crear empatía hacia sus justas causas.
La batucada acaba de cumplir once años. Comenzó como un simple grupo de personas que tenían la inquietud de hacer percusión y se fue ampliando. Ahora está integrado por mujeres y disidencias, y es un espacio seguro para ellas.
Practican en Av. Forest y Av. Federico Lacroze, en el barrio de Chacarita, donde “Talleres Batuka”, que abarca todos los niveles, tiene su sala de ensayos.
“Tuni” nos entrega una reflexión final: “Tiene sentido que se junten todos los reclamos. Pedimos que el gobierno se interese en ellos y aporte los recursos para que se puedan cubrir las distintas necesidades: ingreso digno para los jubilados, que las mujeres tengan iguales remuneraciones que los hombres por iguales trabajos y que tengan un contexto amigable para denunciar situaciones de violencia. Son aspectos distintos que confluyen hoy y aquí”.