Niños que lloran, gritos, gente corriendo entre camillas, bufidos de cansancio y hartazgo. En los pasillos de la guardia no hay calma, avecina la tempestad. El aire está denso, tenso. Recién está amaneciendo y este 25 de julio no va a ser un día de sol en Cañuelas. En la recepción cuatro mujeres charlan y toman mate. La voz de Sergio Lapegüe se escucha desde lejos en un televisor, pero no se sabe de qué habla porque el bullicio es atronador. Afuera garúa, se ven flashes y las caras de algunos están más grises que nunca. Las puertas del Hospital Municipal Ángel Marzetti son el escenario de una obra llena de corrupción, secretos y complicidades, con Poncio Pilato como protagonista.
Por Salomé Giaqueta
—Llamá ya a Diana, decile que es urgente—le dice entre dientes una enfermera a otra mientras su celular no deja de sonar.
Lo que hasta hace días era una noticia de ciudad, de medios locales, de pago chico, como tantas otras que nacen y mueren en Cañuelas, se convirtió en uno de los temas más resonantes del año, hasta el momento, a nivel nacional e internacional, siendo tratado en medios latinoamericanos. Inimaginado para este lugar alejado de lo urbano estructuralmente, pero ubicado a tan solo 60 kilómetros de la ciudad de Buenos Aires.
Ahora, el televisor que se escuchaba a lo lejos pasa imágenes del mismísimo Marzetti y un zócalo relata: “Médicos truchos en Cañuelas”. Un caos inusual aturde el lugar. Los cronistas empiezan a tratar el tema.
—En éste hospital, acá en Cañuelas, descubrieron que dos brasileños estaban trabajando como médicos en las guardias, pero utilizaban DNI, matrícula y diplomas falsos. Es decir, usurparon la identidad de otras personas para ejercer la medicina, y además cobraban salarios superiores a los 100 mil pesos por mes—relata uno de ellos mientras sus colegas buscan alguna autoridad para entrevistar.
Refugiadas en un costado, sin salir de su asombro, María Inés y Gladys charlan en la puerta del Marzetti. “A ver si ahora que salen en la tele les da un poco de vergüenza y hacen algo en este hospital”; “Estaría bueno que aparezca el director y diga algo, o el intendente, pero que alguien de la cara”. Casi como una predicción, a media mañana y ya con varias cámaras encendidas, aparece la primer cara responsable: Diana Barcia, administradora del hospital, que luego de ignorar durante diez días a los medios locales, tomó el micrófono de C5N, se puso frente a cámara y dijo: “Estamos al tanto de lo sucedido, hemos sido engañados por esta gente y ya hay otros cuatro médicos que están siendo investigados”. Con cara de estrés acumulado, aclara poco y nada. Asegura que todo está en la justicia y que por eso no puede dar más detalles. Esto último lo repite varias veces ante las preguntas de los periodistas que, tanto como los vecinos, quieren saber quiénes son los responsables de esta situación.
A los alrededores se empieza a juntar gente. Entre el tumulto, a unos metros, está Virginia, con los ojos llenos de indignación y las manos apretadas. Su marido, Fabián, de 40 años, fue atendido en febrero pasado en la guardia del Hospital. Entró con un fuerte dolor en el pecho y con el brazo izquierdo dormido. Lo había atendido Felipe Nori, (que en ese momento se hacía pasar por doctor Joao Dos Santos Nieto) y le dijo que no era nada, que era solo un dolor muscular. Le hicieron algunos estudios de rutina y después le inyectaron ibuprofeno con miorrelajante y le dieron el alta. Pero ella no se quedó tranquila y lo llevó a Lobos. “De un dolor muscular resulta que mi marido estaba sufriendo un infarto. Se podría haber muerto en mi casa”, relata y mientras observa el caos en la puerta del hospital agrega: “A los pocos días lo vine a buscar a este Nori y le dije de todo, entre el griterío me confesó que estaba haciendo una residencia. Ahora veo todo esto y no lo puedo creer”. Al día de hoy ya realizaron la denuncia correspondiente en la fiscalía local y Marcelo espera su tercer stent.
Tras un día entero de haberse convertido en trending topic, la custodia mediática sigue firme en el Marzetti mientras minuto a minuto se dan a conocer más detalles del tema de los médicos truchos quienes ya fueron denunciados penalmente por estafa, falsificación de documento público, ejercicio ilegal de la medicina y usurpación de títulos y honores. Dentro del edificio, en el que trabajan casi 400 personas todas las semanas, no hay pacientes. Las cámaras parecen haber creado una burbuja. El lugar donde siempre hay colas de espera, está vacío.
Así como Virginia, comenzaron a acercarse más familiares de víctimas de mala praxis por parte de los brasileros. Y ahí está Lidia, entendiendo todo. En esta misma guardia, que se ve vacía, estuvo en diciembre pasado Nelson, de 29 años, que había ingresado con un malestar estomacal y terminó falleciendo de tuberculosis. “Tenía un dolor insoportable pero desde acá igual lo mandaron a casa. Volvimos y lo atendió el jefe de la guardia, el doctor Hernán Carpio y le diagnosticó gastroenteritis. Al día siguiente, lo atendió Renné Alves y le hizo un análisis. Le diagnosticó neumonía y lo medicó con antibióticos fuertes. Él estaba sin comer y lo mandó para casa. Ese mismo día empezó a vomitar sangre”, relata Lidia mientras sus ojos se llenan de lágrimas. “Volvimos al hospital donde nos volvió a recibir Alves, lo dejó en observación y desapareció. A Nelson se le pusieron las uñas violetas, el enfermero le dio dos inyecciones y empezó a vomitar sangre. Ahí murió. Al rato apareció Carpio y nos dijo que se había muerto de tuberculosis”.
A las pocas horas del relato de Lidia, Hernán Carpio, Jefe de Emergencias del hospital, se presentó ante las cámaras y dió a conocer públicamente su renuncia. El director, Federico Pequeño, quien había renunciado días antes, aún hoy sigue sin aparecer, excusándose en que se siente “devastado por la situación”. Pequeño, Carpio, Barcia, Poncio Pilato en estado puro. Lavándose las manos, desapareciendo, tirándose el fardo uno a otro. Mientras tanto, los médicos truchos Felipe Nori Haggi Lacerda y Thais Soares Costa continúan prófugos y las víctimas siguen desamparadas.
En cuestión de días, una situación que parecía permanecer oculta durante años se estaba desmoronó. Cada directivo y autoridad que apareció frente a cámara se ocupó de defender su honor sin importarles las víctimas. La negligencia en el personal de salud y la complicidad política local salió a la luz. Según trascendió, ya había una denuncia realizada en el municipio hace dos años sobre irregularidades en los pagos de horas extra que nunca se realizaban, a la cual hicieron oídos sordos.
La protagonista de la denuncia se hizo presente en el Hospital, mientras la llovizna no cesaba, para dar a conocer todos los detalles del caso al tercer día de guardia mediática.
Evelyn Cantoni, contadora pública y exempleada del hospital aseguró: “Yo esto lo venía denunciando, lo que pasa es que nadie escuchaba lo que decía. Desde 2015 hice públicas varias irregularidades que se daban acá hasta que se ve que molestaba y me obligaron a tomarme vacaciones hasta hoy y desde que hice el reclamo me quitaron sin aviso el 40 por ciento de la bonificación que venía cobrando desde hace 8 años”. Y agregó: “Cuando me acerqué al municipio a presentar estos temas el intendente, Gustavo Arrieta, me dijo ‘Soy el intendente, ¿y qué? se hace lo que yo quiero’.
Su denuncia, desde hace años, apunta a desenmascarar a la mesa chica y las autoridades que están involucradas en la mafia de los médicos truchos.
Mientras las declaraciones de Evelyn se hacen eco en los diferentes canales y las denuncias por mala praxis siguen apareciendo, el teje y maneje político que permitió esta locura se encuentra en una crisis por ahora silenciosa. Aún así y sin temblarle el pulso, el intendente y exdiputado nacional Gustavo Arrieta, solo da declaraciones en conferencia a la prensa local oficialista respecto al Mercado de Liniers próximo a mudarse a Cañuelas posando junto a su esposa Marisa Fassi en redes sociales con referentes del Frente para la Victoria, sintiéndose ajeno al escándalo. Se limitó a escribir un tweet indignado por la situación y enviar un comunicado de prensa donde asegura que “el Poder Ejecutivo Municipal no tiene más poder jerárquico que el control de la juridicidad de los actos”. También, cabe destacar que el municipio decidió nombrar como director provisorio regularizador al Dr. Gustavo Pascua, uno de los denunciados por Cantoni de ser cómplice en las maniobras de los médicos truchos.
Cuarto día y la lluvia sigue empapando las veredas del Marzetti. Ya no hay cámaras, ni flashes, tampoco noteros. Todo volvió a la normalidad. Volvieron los pacientes a colmar los pasillos. No hay ambulancias, ni personal, tampoco médicos. La tele ya no muestra a Lapegüe, está apagada, como esta ciudad.
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