Rodolfo Mederos presenta Pulso, su nuevo proyecto intergeneracional
Rodolfo Mederos, bandoneonista de Osvaldo Pugliese, Astor Piazzolla y Luis Alberto Spinetta, habla del proyecto “Pulso”, la nueva banda que integra con músicos de entre 20 y 22 años. “El tango y el rock son las dos únicas músicas verdaderamente urbanas”, dice. Este sábado 13 de septiembre el cuarteto se presentará en el Centro Cultural Kirchner y tendrá a la Orquesta Siete como invitada.
– ¿Cuál fue tu primer encuentro con la música y después con el tango?
– No sé cómo empecé, cómo me encontré con la música o cómo la música me encontró a mí. Lo cierto es que no vengo de una familia de músicos; mis padres no eran músicos, mi padre era ferroviario y mi madre ama de casa, de manera que mi encuentro con la música tiene que haber sido por otras razones que desconozco. Respecto del tango, nací en una época donde la música de este género “era de toda la gente”, es decir, todos lo escuchaban todo el tiempo. Sería como preguntarle a un pez cómo hace para vivir en el agua. ¿Y cómo va a ser? Es su medio. Mi medio era este, creo que en la panza de mi vieja ya escuchaba tango.
– ¿Cómo fue la experiencia de tocar con Pugliese?
– Estuve en la orquesta de Osvaldo de 1968 a 1974. Esto me resultó altamente beneficioso, aunque no me di cuenta en ese momento. Entonces, como decía el principito, “las cosas importantes son invisibles a los ojos”. Para mí, el hecho de estar con Osvaldo sería sin duda un formateo de mi sensibilidad, de mi ideología. Me refiero a una cuestión ideológica más general: ¿Qué es la música? ¿Para qué hacemos música?
– ¿Y con Piazzolla?
– Mi contacto con Astor también ha sido importante porque fue una especie de bisagra. Fue otro puntal en eso de que la gente comenzó a llamar mi música “tango moderno”, no sé cómo.
– ¿Qué conecta el rock con el tango?
– El rock y el tango son las dos únicas músicas del mundo, las dos únicas que son verdaderamente urbanas. Todas las músicas hablan de un localismo de ese lugar. El tango y el rock hablan de la ciudad, la que fuere. Entonces, como yo me siento un ser urbano, no tengo nada que ver ni con el arroyo, ni con el pasto, ni con la playa, ni con la montaña. Necesito cemento. Yo era un bandoneonista de tango, ¿qué tenía que ver con Luis Alberto Spinetta y con todos esos grupos? Hace poco toqué con Billy Bond en el Ópera, por ejemplo.
– ¿Qué pensás acerca de las bandas de tango del siglo XXI, como Orquesta Típica La Vidú, Orquesta Fernández Fierro o incluso Cucuza Castiello? Que también mezcla el rock con el tango.
– A Piazzolla le empezaron a poner tango moderno, tango contemporáneo, neotango, qué sé yo, esas tonterías que la gente inventa, cuando en realidad lo que hacía era un tango adecuado a la época. Sí, el tango de los años 40 no era como el de los años 20 y no se llamaba de otra manera, no. Se llamaba tango. El tango para mí se terminó en los años 50. Si querés en el 55 con la Revolución Libertadora, todo lo que vino después fue una recurrencia más de lo mismo, una modernidad inútil y una búsqueda insaciable.
– ¿Cuáles son tus nuevos proyectos y qué te espera el futuro?
– Apoyándome tal vez o buscando socios de otras generaciones, como es el caso de Santi, Juan y Valentín, los tres integrantes del grupo Pulso, que son infinitamente más jóvenes. Tengo 85 años y uno de los músicos tiene 20. Bueno, este grupo es Pulso, la unión de varias edades, con lo enriquecedor que eso resulta.
Katy Perry aterrizó en Buenos Aires el domingo 7 de septiembre y desde su llegada no dejó de generar repercusión. A diferencia de sus anteriores visitas, esta vez la cantante estadounidense se convirtió en protagonista de una serie de situaciones que excedieron por completo lo musical.
Un show de tango, Evita y una fan que la llamó “peronista”
La primera noche de su estadía en Buenos Aires, Katy fue vista en el Hotel Faena, donde asistió a un show de tango. Allí recibió un retrato de Eva Perón como obsequio y al salir del lugar donde un grupo de fans ya la esperaba, no solo se detuvo a saludar, tomarse fotos y firmar autógrafos con cada uno, sino que también posó sonriente con el cuadro de Evita; en una imagen que se volvió viral al instante.
El momento coincidió con el triunfo electoral de Fuerza Patria, lo que disparó lecturas simbólicas y todo tipo de memes en redes sociales. Una fan incluso le gritó entre risas: “You are peronista!”, mientras ella sostenía el cuadro ante decenas de cámaras. La escena se multiplicó en X (ex Twitter) y TikTok, sumando millones de visualizaciones en pocas horas.
Una fake news política y el blooper de Feinmann
Foto: Los Andes
Al día siguiente, la figura de Katy volvió a estar en boca de todos por una razón muy distinta: se viralizó una foto falsa en la que supuestamente se la veía visitando a la ex- presidenta Cristina Fernández de Kirchner en San José 1111, el departamento donde ella cumple su condena. La imagen fue compartida por múltiples cuentas y hasta llegó a los medios.
El periodista Eduardo Feinmann difundió la noticia en su programa en A24 como un hecho real, lo que generó un fuerte revuelo. Horas más tarde, tras descubrirse que se trataba de una foto editada, Feinmann debió retractarse públicamente. El episodio generó burlas, memes y un debate en redes sobre la rapidez con la que se difunden noticias falsas.
Katy Perry en el Movistar Arena: entre el espectáculo visual y la pérdida de autenticidad
En la última década el pop internacional transitó un proceso de espectacularización creciente. La consolidación del streaming, la competencia feroz por la atención del público y la estandarización de las giras globales llevaron a que muchos artistas privilegien producciones gigantescas, con escenografías monumentales, efectos especiales y coreografías casi teatrales. Un modelo que busca impactar visualmente y generar contenido para redes sociales, ha diluido en parte la espontaneidad y el protagonismo de la música en directo. En este marco, incluso cantantes consagradas como Katy Perry adoptaron shows conceptuales con un alto componente de playback y puesta escénica, siguiendo la tendencia de un pop cada vez más performático y menos centrado en la ejecución vocal o instrumental.
Foto: Página 12
El 9 y 10 de septiembre Katy Perry regresó a Buenos Aires para ofrecer por primera vez dos funciones consecutivas en un estadio cerrado como el Movistar Arena. Fue su cuarta visita al país y para muchos seguidores, un reencuentro esperado con una artista que supo marcar una época. Sin embargo, lo que se vio sobre el escenario distó bastante de aquella vocalista que conquistó al público argentino en sus primeras presentaciones.
Durante los últimos años la cantante ha atravesado cambios notables a nivel artístico. Después del éxito de sus tres primeros discos “One of the Boys” (2008), “Teenage Dream” (2010) y “Prism” (2013), Perry fue adoptando cada vez más los códigos de la industria pop mainstream. En ese proceso, su estilo original y genuino, que mezclaba con frescura pop, rock y un toque punk, comenzó a diluirse. El espectáculo en Buenos Aires dejó en evidencia esa transformación: visualmente impactante, dividido en cuatro actos con estética futurista y coreografías milimétricas, pero con poco espacio para la música en vivo.
En escena, los músicos quedaban relegados a un costado casi invisible, mientras decenas de bailarines y pantallas gigantes acaparaban la atención. La propia Perry parecía, por momentos, un personaje más dentro del despliegue escenográfico. El show se apoyó en pistas pregrabadas, con apenas tres canciones interpretadas en directo. La diferencia entre el playback y la voz real de la cantante se notaba especialmente cuando interactuaba con el público: donde era evidente su timbre poderoso y cálido, recordando por qué llegó a ser una de las grandes voces del pop.
Quienes asistieron pudieron disfrutar de un show visualmente cuidado y de la presencia de Perry sobre el escenario, pero muchos salieron con un sabor agridulce: la sensación de que se privilegió la espectacularidad por encima de la autenticidad.
Desde 2016 la carrera de Perry experimentó altibajos: discos con menor impacto creativo y letras más vacías, compensados por producciones gigantescas que maquillan la falta de inspiración. Recién en su último trabajo aparece una canción titulada, “Lifetimes”, que algunos consideran su primera obra destacable desde Prism. El caso de Perry es ilustrativo de un modelo de entretenimiento que exige cada vez más shows conceptuales y menos música real.
La comparación con otras artistas de su generación resulta inevitable. A mediados de los 2000, cuando emergieron figuras como Lady Gaga, Miley Cyrus y la propia Perry, cada una proponía una estética distinta. Lady Gaga apostaba por la extravagancia; Miley y Katy mezclaban pop-rock con frescura y actitud. En ese momento, las bandas en vivo eran parte fundamental del atractivo y las canciones transmitían autenticidad. Perry mantuvo ese espíritu hasta 2015. Después, quedó atrapada en la lógica de la industria.
El show en el Movistar Arena sintetiza esa tensión. Por un lado, confirma que Perry sigue siendo una estrella capaz de llenar estadios y convocar multitudes. Por otro, evidencia las contradicciones de un pop cada vez más artificial, donde el playback es regla,como sucede también con Billie Eilish, Sabrina Carpenter o Dua Lipa y la autenticidad es la excepción.
Para quienes la vieron en sus primeras visitas al país, esta Katy Perry es una versión más espectacular pero menos humana. La esperanza de muchos fans es que, en algún momento, pueda recuperar ese toque artístico que la distinguió y volver a poner la música en el centro del show. Mientras tanto, el Movistar Arena quedará en la memoria como un despliegue visual impresionante pero con poca esencia en vivo, un reflejo de las luces y sombras de la industria pop contemporánea.
Una despedida con empanadas
En la noche del jueves 11, ya con sus shows terminados, Katy Perry cerró su visita a Buenos Aires con un gesto inesperado y encantador: fue a cenar al famoso restaurante Don Julio, en Palermo, y al salir donde ya la esperaban decenas de fans y curiosos, comenzó a repartir empanadas entre quienes estaban allí.
Foto: Agenciafe
El video del momento no tardó en volverse viral. Sonriente, vestida de forma informal y con total naturalidad, la cantante interactuó con todos, saludó, firmó autógrafos y ofreció empanadas como quien comparte un pedazo de la cultura argentina, ganándose una vez más el cariño del público local.
A diferencia de sus anteriores visitas en nuestro país, Katy Perry dejó mucho más que un show. Dejó una postal viral con Evita, una fake news política, una crítica al pop actual y una escena entrañable con empanadas en Palermo. Un viaje que, sin dudas, será recordado no solo por sus fans, sino también por todo aquel que haya seguido el fenómeno desde las redes.
Todo mientras Diego. Y pensar a Diego es también pensarnos a nosotros mismos. Desde mediados de abril del 2024 existe “Diegologías”, un curso virtual impulsado por “META: Sentidos en juego” —la primera revista sobre deporte social comunitario— y que pone en el centro del debate a una de las figuras más icónicas, complejas y potentes de la cultura argentina: Diego Armando Maradona.
La perspectiva de la cátedra maradoniana no es biográfica o deportiva, sino para pensar críticamente el mundo que habitamos. “Por más que todos sean maradonianos y se lo lleve en el corazón, lo que se propone es una forma de pensar con él, a través de él y no simplemente sobre él”, explicó en noviembre del año pasado en Tiempo Argentino, Fabián D’Aloisio. El periodista, escritor y editor argentino, conocido por su trabajo en el fútbol desde una óptica cultural y popular a partir de los clubes de barrio; además, es uno de los impulsores y coordinadores del ciclo formativo que mira al 10 como “presente, pasado y futuro”.
A cinco años de su muerte, el deportista sigue con la misma vigencia incluso más y eso dio paso a nuevas historias y debates que antes no se habían planteado o no al menos en forma de cátedra.
Diegologías propone entonces vincularlo a él desde distintos enfoques. “Hay mil formas de pensar a Diego porque confluyen personas de distintos campos. La cátedra es una propuesta transversal”, señaló Ayelén Pujol, periodista deportiva, escritora y parte del cuerpo docente. Y agregó que la transversalidad de la que se habla es lo que Maradona representa para la cultura popular Argentina.
La cátedra tiene modalidad virtual y presencial —con sede en Parque Patricios—; y está abierta a todo tipo de público. Funciona como un espacio que aborda distintos tópicos vinculados a su figura desde múltiples enfoques y disciplinas donde circulan el pensamiento, el razonamiento y las reflexiones construidas de forma colectiva para pensar a Diego en sus distintas dimensiones, así como en sus contradicciones.
Cada clase tiene una duración de dos horas. Y en cada encuentro se desarrollan diversos temas como la economía, la literatura, la historia, la iconografía, la biografía, una santidad laica, música o cine, el género o el feminismo se abordan en diálogo con Diego. No para glorificarlo, sino para interpelar y entender qué representa y cómo ese legado continúa en las próximas generaciones.
Algunos de los tópicos son “Diego y la pobreza en Argentina”; “Diego como santo laico”; “Diego, géneros y feminismo”; “Diego en Nápoles”; “Diego autobiográfico”; “Diego, música, cine y literatura”; entre otros.
Créditos: Jorge Boido
“Este espacio es para pensarlo con otras personas y entender cómo influenció un deporte tan importante que atravesó la sociedad”, compartió Micaela Garay, comunicadora, docente del deporte, egresada de Diegologiasen 2024.
La actual colaboradora de la cátedra comentó también que la experiencia la transformó y la hizo conocer a otros “locos y locas maradonianos” con un amor profundo e inexplicable. Así mismo, cómo había mencionado D’Aloisio en Tiempo Argentino, es un espacio donde “no son los que más saben” ni pretenden ser especialistas. Esto es algo que también destaca Pujol ya que tener en el curso a personas sin importar su especialidad hizo que se pusieran en palabras pensamientos, sentimientos y se ordenarán ideas que se pueden tener al hablar de un personaje complejo que parece ser “una Mamushka” -término que usa la periodista para describir a Diego-.
Maradona no solo fue un genio del fútbol: fue un cuerpo incómodo, un símbolo de rebeldía, un arte en movimiento, un hijo del barro que nunca dejó de serlo, incluso en la cima. En sintonía con esta idea, Garay agrega que está convencida de que alguno de esos caminos también puede convocar a otras personas a pensar a Diego y llevarlas a lugares distintos de los que ya tenían marcados o posicionados como opinión. Por eso cree que la cátedra debe llegar a mucha más gente y funcionar como una invitación abierta, especialmente para quienes no tuvieron la posibilidad de conocer o vivir ciertas experiencias en torno a Maradona.
Créditos: Tiempo Argentino
El ciclo formativo a partir de junio de este año también se puede escuchar en su nuevo formato: Diegologías Radio, por Radio Vinilo Mar del Plata 89.1, todos los martes de 20 a 21 hs. La propuesta de la revista se convierte así en un acto político: tomar a una figura popular, muchas veces bastardeada desde el discurso hegemónico, y devolverla al pueblo en forma de herramienta crítica.
Diegologías no enseña sobre Diego, sino con Diego. Lo usa como lente para pensar las desigualdades, los privilegios, la identidad y los márgenes. Desde un espacio comunitario y autogestivo como META este ciclo formativo no solo rompe con la lógica académica tradicional sino que también pone en valor otras formas de saber, de sentir y de narrar la realidad. Porque Diego, en definitiva, es más que un ídolo: es un campo de disputa simbólica, y esta cátedra lo convierte en un territorio fértil para el pensamiento crítico y colectivo.
“Diegologías también es una forma de que la memoria, la obra y el legado de Maradona siga vigente en nosotros y que van a encontrar un montón de cuestiones todo el tiempo que, aunque parece que es la persona más conocida del mundo, más popular y que sabemos todo, no sabemos nada”, dice Pujol y concluye: “Hay un montón de posibilidades de pensar a Maradona, y pensar a Diego es también pensarnos a nosotros mismos”.
La joven de 22 años logró destacarse en la escena musical del under por su particular manera de cantar. Su versatilidad le permitió conectar con el público tanto en los subtes como en grandes escenarios. Participó en el Ciclo Bestias y en La Bomba de Tiempo. Además, Valentina Reyna es la cantante principal de su banda, Reyna Ataraxia. La artista habla de su relación con la música y de quienes la marcaron para crear.
-Trabajaste varios años en un Hogar de Niños, ¿por qué?
-Fue por necesidad que acepté el trabajo. Me lo había ofrecido una amiga. Las vueltas de la vida son raras, a veces, porque yo cuando era piba también estuve en un hogar. Entonces, trabajando tenía más o menos una idea de cómo hacer las cosas, pensar qué clase de adulto me gustaría haber tenido o el que me gustaría ser.
Siempre me sentí dada con los chicos, de cuidar las infancias. Aprendí demasiadas cosas. Aunque parezca cliché: el amor es todo, las palabras pueden cambiar vidas, los chicos son de 3 a 13 años y capaz vienen con un chip de que no son nada y aprendí que una palabra te puede cambiar la manera de pensar.
-Esta experiencia de vida, ¿influye en lo que escribís y componés?
-Pensé en esto muchas veces. Tengo letras que todavía no salieron pero sí, he escrito sobre esto. Me baso mucho en el dolor, en lo que sienten, en sus miradas, en lo que me cuentan.
-Lanzaste ya tres temas con tu banda Reyna Ataraxia en diciembre del 2023, ¿cuál es la historia detrás de esos temas?
-La primera se llama “Hasta aquí”, cuenta la historia de una persona que tiene el corazón roto, una especie de separación y la tristeza que da. La segunda es “Contradictorio” habla de una persona que está esperando a otra y no pasa nada. Me pasaba que me gustaba una persona que me decía que nos íbamos a ver y yo me ponía muy feliz y al final no se concretaba nada; y así salió la canción.
Y, la tercera es “Hard”. A veces piensan que se la dedico a un varón pero en realidad era para un gato que yo tenía (Tupac). Tuve un momento de mucha tristeza en el que yo me decía: “Me voy a levantar como puedo y voy a brillar”. Venía de trabajar, vivía sola y me ponía en bolas, hacía quilombo, bailaba y cantaba mientras mi gato se me quedaba mirando. Yo, feliz.
–¿Cómo empezaste con la música? ¿Hay algún momento que te haya hecho decir “esto es lo mío”?
-Desde que tengo uso de razón me gusta hacer música. A los 13 años tuve mi primera banda de rock y después fui conociendo gente como, por ejemplo, mi mejor amigo Martín con el que empecé a hacer música, tocar covers y demás. Creo que siempre dije que “era lo mío”, que “no podría vivir sin cantar o sin la música”. Es un sentimiento que es indescriptible.
-¿Qué artistas te inspiran al momento de componer? ¿Cómo influyen en tu estilo?
-A mí siempre me dijeron que tenía voz para cantar blues y de grande me di cuenta de que me encanta cantar R&B, soul, gospel; me gusta jugar con las voces. Cuando tenía 12 o 13 años vivía escuchando música. Estaba enamorada de Amy Winehouse, Janis Joplin, Aretha Franklin. Adopté mucho de ellas, de solo haberlas escuchado. Son mujeres que le cantan al amor, al desamor, al dolor y son las cosas que a mí me llegan y me influyen un montón en cuanto a técnicas.
-¿Cómo es entonces tu proceso?
-Toco melodías en el ukelele o en la guitarra. Improviso sobre una base y empiezo a cantar lo que siento en el momento. A veces tiene congruencia y a veces no, pero escucho y sigo el hilo de lo que voy diciendo y voy creando.
-Cantaste varias veces en subtes, ¿cómo te sentís al actuar en un lugar tan distinto y espontáneo?
-Cantar en el subte me ayudó a trabajar los miedos, estar ahí con gente que no te pide que cantes, vos vas y decís: “Bueno, soy yo”. Es raro, tenés miedo y vergüenza, pero después se te va. La creadora del Ciclo Bestias me contactó a través de un video cantando en el subte, así que es una de las experiencias más hermosas que tengo.
–Contame algún otro momento inolvidable que hayas vivido gracias a la música.
-Para mí, estar con Lula Bertoldi que fue una de las personas que escuchaba a los 13 años encerrada en un hogar, conocer una canción llamada “Frío cemento”, a Eruca Sativa, y 10 años después que ella se contacte conmigo, cantar juntas, que me abra caminos como poder tocar en el Konex y conocer mujeres increíbles en el Ciclo Bestias que me enseñaron un montón, me parece inolvidable.
-¿Fue de los mayores desafíos que enfrentaste hasta ahora?
-Haber cantado en el subte me pareció un gran desafío ya que es ir y plantarte, me sirvió un montón para ser un poco más “cara rota”. Pero verdaderamente fue en el Ciclo Bestias cuando me dieron un tema de Hilda Lizarazu que no conocía, lo ensayamos sólo una vez y así como salió en el show estuvo espectacular.
-¿Qué te parece la iniciativa de Ciclo Bestias?
-Me parece una iniciativa diferente porque todo está hecho por mujeres, las luces, técnicas de sonido, artistas. Para mí es una locura Ciclo Bestias porque nos da oportunidad a las que somos invisibles y nos unen a todas siendo una por una noche. Es un movimiento hermoso hecho por Lula Bertoldi, Guadalupe Mol y Jorgelina De Agostino. Les debemos un montón, son unas genias.
–¿Cómo fue trabajar con La Bomba de Tiempo? ¿Qué te pareció esa experiencia?
-Tuvimos solo dos ensayos y era como “esto lo tenes que tener ensayado” y después ir, tocar y pensar con confianza “va a salir todo bien”. Sentí mucha felicidad porque no estaba tocando la canción de alguien más, sino que estaba tocando mi tema “Hard”. Había un mundo de gente, nunca había cantado para tantas personas así que fue algo único.
-¿Qué proyectos o metas tenés en tu carrera musical?
-Tengo demasiadas metas, pero lo que tengo en la cabeza es que quiero grabar un disco, un videoclip y sesiones. Pero, en este momento, el disco es el proyecto principal que tengo en mente.
-¿Cómo conectás con la gente cuando estás arriba del escenario?
-A mí me gusta mover a la gente, bailar, interactuar. La música es un puente de conexión que nos acerca, entonces yo creo que es un poco de eso: las preguntas y respuestas, el boludeo en el medio de los temas. Me encanta esa energía.
-Si le pudieras dar un consejo a otros artistas que están empezando, ¿cuál sería?
-No frenar nunca porque uno no sabe cuándo le va a ir bien. Ser constante. Uno realmente “la pega” cuando es feliz en lo que hace, no importa si no tenés un millón de reproducciones, lo importante es que sigas. Tardes lo que tengas que tardar y entender que hay momentos de frustración.
Vayan por lo que quieren y luchen porque todo tiene su recompensa y si no nos movemos no logramos nada. No paren de decirse cosas lindas. A veces hay que hacer oídos sordos con las cosas malas y hay que lanzarse por lo que uno siente.
*Estudiante de la carrera de Periodismo y Producción de contenidos a distancia.