SOCIEDAD
Trabajo remoto: ¿es un privilegio trabajar desde casa?
Si bien la modalidad del trabajo remoto se consolidó tras la pandemia del COVID-19, y actualmente cuenta con marco legal que lo ampare, solo una minoría puede acceder a este esquema laboral. ¿Quién puede permitirse trabajar desde casa y a qué costo?

Con el mate arriba de la mesa, la impresora que quedó enchufada de ayer y las lapiceras que cada tanto se caen al piso, Noelia, que trabaja en el sector administrativo de manera virtual luego de ejercer su oficio por más de 25 años presencial, busca un lugar en donde apoyar su computadora sin tirar nada. “Tiene que estar enchufada porque si no se apaga, pero no me da el largo del cable”, piensa. Busca un alargue, lo suficientemente largo para que llegue al enchufe y lo suficientemente corto para que su hija no se lo lleve puesto cuando pase. “Fácil no es, al menos para mí”, repite una y otra vez mientras intenta agradecer la oportunidad de trabajar desde su casa.
Desde que el trabajo remoto ganó terreno en Argentina, más que nada en sectores como tecnología y marketing, quedó expuesta una gran disparidad a la hora de poder acceder a esta modalidad laboral. Mientras que algunos cuentan con los medios suficientes para poder trabajar de manera remota, muchos otros no disponen de conectividad, herramientas ni formación para sostenerlo.
Los rubros que tienen la posibilidad de ejercer sus actividades desde casa son varios, pero ¿todas esas personas tienen los medios para sostener la virtualidad? En Argentina, según los datos del Instituto Nacional de Estadística y Censos de la República Argentina (INDEC) recolectados en 2023, el 93% de la población tiene acceso a internet, pero solo el 61% de los hogares tiene acceso a computadoras.
¿Qué costo tiene trabajar desde casa?
La promesa de poder realizar actividades laborales desde la comodidad del hogar es realmente tentadora, pero esta realidad impone sus propios costos. Crear un espacio de trabajo que sea cómodo para ejercer un oficio no es nada económico, y ni hablar del espacio físico que esto requiere.
Actualmente, en mayo 2025, en Argentina un escritorio cuesta alrededor de 100 mil pesos, sin mencionar la silla que suma otros 90 mil más. A esto también se le agrega la conexión a internet, dando como costo de arranque alrededor de 200 mil pesos.
“Trabajar en este país de forma virtual implica poder adaptarse y desarrollar la resiliencia. En el contexto social y económico inestable que atraviesa el país, el trabajo se convierte en una herramienta para reinventarse constantemente, por más difícil que sea”, expresa Dalila Rossi, una consultora psicológica que trabaja de forma remota.
Después de 8 horas trabajando desde su casa, los mails le siguen llegando sin parar, aunque su jornada laboral haya terminado; sin embargo, se toma el tiempo para contestarlos igual. Imagen: A24.com
Ante la ley: ¿quién asume estos gastos?
El trabajo remoto es reconocido por la Ley Nacional de Teletrabajo, la cual fue aprobada por el Congreso en el 2020, pero que recién entró en vigor en el 2021. Esta ley garantiza los derechos que tienen los teletrabajadores de, por ejemplo, acceder a las mismas condiciones laborales que en la presencial, incluyendo jornadas, descansos y vacaciones.
Por ley, el empleador debe proveer el equipamiento necesario para el desarrollo de las actividades asignadas, además de hacerse cargo de los costos adicionales asociados como transporte en casos excepcionales o arreglo de la computadora designada para trabajar. Sin embargo, en la práctica, muchos trabajadores terminan cubriendo estos gastos de su propio bolsillo.
A las 17:00, Dalila cierra todas las ventanas que tiene abiertas, pero la computadora queda encendida aún. Un correo urgente del gerente y una consulta de un compañero llegan sin tener que esperar mucho. Cuando finalmente se completa el turno y se apaga la pantalla, empieza la segunda tanda del día, en el mismo lugar que estás hace más de 8 horas: preparar la cena, hacer las tareas domésticas, sacar al perro y ordenar la casa. Con la energía restante, Dalila cierra el día tratando de que no se le pase tan rápido, de llegar a hacer todo, pero las obligaciones domésticas no entienden de horarios flexibles.
¿Dónde aparece el descanso trabajando desde casa?
La versión mejor contada del home office asegura que al estar desde casa, y ahorrarse el caos de viajar en transporte público y cruzarte con gente que no querés, hace que la experiencia sea más gratificante, pero ¿qué pasa cuando la oficina se convierte en el comedor y no cierra nunca? La línea entre el horario laboral y el tiempo de descanso se vuelve difusa, generando así un cansancio excesivo en el trabajador.
Entre los teletrabajadores existe un “doble turno” imaginario, porque aunque la jornada laboral tenga un rango de horario estipulado, el espacio de convivencia entre la vida personal y el trabajo es compartido. Además, la falta de interacción social, mencionada en un informe realizado por ADECCO en el 2021, también contribuye a la sensación de aislamiento.
El informe también vincula a distintos países de América Latina, y destaca que el 58% de los encuestados prefieren trabajar de manera presencial por la flexibilidad de horarios y, en cambio, el otro 42% optan por la virtualidad, pero ¿es esta misma causa por la que los trabajadores prefieren la presencialidad?
Pablo Mendes, dueño de la distribuidora PEPSICO que trabaja de manera híbrida, ratifica que la virtualidad, así como tiene su lado bueno, deja muchas cosas que desear: “Si alguien tarda en responder un mensaje y traba el eslabón de la cadena para que se pueda concretar el trabajo, complica al resto. Distinto es cuando estás personalmente con tus compañeros, ya que ese problema se resuelve mucho más rápido”, concluye.
Sin comprender lo que el jefe le pide, trata de buscar una solución rápida ante la falta de respuesta de sus compañeros de trabajo. Imagen: expansion.mx
Teletrabajo: ¿privilegio o desafío?
Un hecho que suele afectar a la dinámica laboral en la virtualidad es que no todos los trabajadores remotos cuentan con un espacio físico adecuado en sus hogares para concentrarse o ejercer sus actividades cómodamente, lo que termina afectando el rendimiento y la experiencia general del teletrabajo por falta de recursos.
Además, según las estadísticas que presentó CIPPEC y con base en diversos estudios que realizó CEDLAS, solo 3 de cada 11 millones de personas pueden acceder al trabajo remoto debido a una falta de herramientas y conectividad, entonces, ¿esta forma de trabajar es un recurso accesible o un privilegio para pocos?
Para Noelia formar parte de un trabajo remoto tiene ciertos requisitos, hay que estar cubierto de cierta materialidad y espacio físico: “El trabajo a distancia implica organizarse y disponer de un espacio para destinar exclusivamente a esa actividad. Es muy difícil laburar cuando la computadora no te prende o no terminas de entender Excel”, asegura.
Pero no todo es devastador, según un estudio que realizó Randstad Argentina, el 87% de los trabajadores consideran que el home office les permitió mantener su productividad, cosa que con la presencialidad habían perdido, y el 85% cree que les permitió equilibrar mejor su vida personal y laboral. Trabajar desde casa al fin y al cabo no es una cuestión de privilegio o no, es adaptación, manejo de distintas herramientas digitales y un espacio en el hogar para llevarlo a cabo.