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UN CLUB DE BARRIO CON ASPIRACIONES DE UN GRANDE


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Pinocho, el gran club de Villa Urquiza con más títulos del futsal argentino que no solo se centra en lo deportivo.

Por Yamila Mansutti (@YamilaMansutti)

Como todo club de barrio, dentro de Pinocho, se siente la compañía, la confianza y la alegría de un lugar donde durante todo el día cientos de chicos van a pasar un buen rato y a disfrutar de realizar actividad física.
Sin embargo y en cierto aspecto, Pinocho deja de ser un club de barrio cuando al mirar el historial de futsal, se ve que es uno de los clubes más grandes de Argentina. Con 14 títulos nacionales, cuatro participaciones en la Copa Libertadores siendo tercero en tres de ellas y elegido como el mejor equipo del mundo por la marca Umbro, este club de Villa Urquiza se ganó el lugar dentro los más grandes de Argentina en este deporte.
Si bien el futsal no es un deporte profesional, dentro de este club se busca que los jugadores tengan todas las comodidades a la hora de entrenar y de jugar para que lo puedan hacer de la mejor manera posible. Según Ezequiel Gazzo, más conocido como Chequi, el director técnico de la Primera División de futsal, el club tuvo una buena dirigencia en donde consiguió sponsors: “Los jugadores tenían un viático, la ropa para entrenar, el cuerpo técnico tuvo capacitaciones y se fueron agregando masajistas, kinesiólogos y nutricionistas”. Todo esto, sumado a ser los pioneros en entrenar cuatro veces por semana fue lo que les dio el resultado de tantos campeonatos.
A su vez, el club siempre tuvo el sentido de familia y compañerismo. Algunas de las cosas que se agregaron fue comprar una trafic para que los jugadores puedan ir a los partidos todos juntos y compartan ese momento entre todos, en vez de ir cada uno por su parte. Como así también se realizan meriendas o cenas para que todo el plantel se conozca más, fuera del deporte en sí.
Hoy en día, Pinocho es conocido por el futsal. Sin embargo, cuando se creó el club, el futsal no existía. Había una canchita de fútbol 11 al aire libre y en lo que más se destacaba era en básquet. Los únicos deportes que había eran básquet, vóley y bochas. Luego se fue agregando todo lo que hay hoy. El club cuenta con: un gimnasio con una cancha de básquet con piso flotante, un salón de actos en donde se realiza gimnasia artística a nivel internacional, un gimnasio multi deportes en el que se realiza vóley y patín, la cancha de futsal que fue remodelada hace tres años, una cancha de paddle, una pileta de natación, un alojamiento, varios quinchos en donde en algunos de ellos se realiza taekwondo y boxeo, un camping y varias parrillas para que los socios puedan ir a disfrutar de un asado.
Como cuenta María Del Carmen Morales, la casera del club, que desde los ocho años vivió allí junto a sus padres, “había dos canchas de bochas con palcos y vestuarios en donde hoy está la de futsal” y agrega que “en el año 2000 las tuvieron que sacar por que los jugadores eran pagos y no los podían bancar”. En aquella época a las bochas jugaban tanto los hombres como las mujeres y había un torneo de la federación. Aquel deporte fue el único que se sacó, el resto que eran básquet y vóley siguen.
María Del Carmen cuenta cómo es vivir toda su vida dentro del club. “A mí me encanta vivir acá porque nunca estoy sola. Todos los días a la tarde voy a buffet y charlo con “El Ruso” -quien atiende el buffet- y con la gente que ya me conocen todos”. También comenta que le gustan todos los deportes, que el que se esté jugando en ese momento ella se queda mirando. Asimismo, la relación con el club viene de generación en generación. Sus padres fueron caseros, ella los siguió y sus tres hijas jugaron al vóley en el club. Hoy en día algunas de sus nietas también participan de las actividades como patín y gimnasia artística.
Otro de los míticos “personajes” es el Ruso”. Él es quien hace 20 años maneja el buffet. Tiene 57 años y desde los 12 que participa en actividades del club. Junto con Chequi, de jóvenes eran jugadores de básquet, viajaban a todos lados a jugar, aunque también, en los ratos libres, armaban unos picaditos en la cancha de fútbol que había al aire libre. Pero esos no fueron los únicos deportes que realizó dentro del club, a los 38 años formó parte del plantel de futsal y en una revista salió como el jugador más veterano del futsal en ese momento.
Según él, Pinocho nunca perdió el sentido de “familia” que había cuando ellos eran chicos. Se conocen entre todos y cuenta que “uno trata de tener buena onda con los chicos porque se los cuida y se los quiere como si fueran hijos”. Cuenta que conoce a todos desde que son chiquitos y que “son recuerdos que a uno les va a quedar para siempre y espero que a ellos les quede también”.
Pero el Ruso no es el único que piensa así. Marcelo Chulvi, el intendente del club, que maneja todo lo que es mantenimiento y quien de chico también jugó al básquet dice que la prioridad es la gente, por ello se agregó básquet, vóley y fútbol recreativo, para gente mayor, como también zumba. Aquellas madres que traen a sus hijos y se quedan a mirarlos puedan hacer actividad física. A su vez, explica que al conocerse entre todos siempre hay alguien que está atento a los chicos, que se quedan charlando con el niño que está esperando a los padres y que son muy cuidadosos con que los chicos no se vayan solos a la calle. “Nos conocemos entre todos y todos cuidamos de todos”, señala Marcelo, que vive al lado y se pasa sus ratos libres dentro del club o charlando con la gente en la puerta.
Si hay algo que caracteriza a este club es este sentido de familia y compañerismo. Por ello, hay que resaltar que se fundó el 20 de julio de 1925, precisamente el Día del Amigo. Asimismo, dentro de Pinocho hay varios lugares que hacen honor a gente muy importante. Por ejemplo, el estadio de futsal lleva el nombre de Don Ernesto Magriarella quien “fue un ex presidente que junto con su hermano hicieron mucho por el club. La pileta fue una de ellas. El nombre del estadio es en honor a Pepe Magriarellal”, cuenta Hector Straface, actual presidente del club.
También en la entrada al club hay una estatua con el nombre de Eduardo Olmedo, quien fue un dirigente del básquet nacional e introdujo este deporte en Pinocho. Según Marcelo Chulvi, “hace 49 años que soy socio de este club y lo mejor que tuvo fue a Olmedo, él manejaba todo el básquet del país”. Y agrega que los acostumbró a que haya muchos viajes, entre seis y siete por año. “Ahora los chicos de mini básquet están en Italia jugando el Campeonato Mundial en donde Pinocho representa a Argentina. Cada dos años se suele viajar al exterior. Después se realizan viajes nacionales, por ejemplo, en julio nos vamos a Misiones y Corrientes”, explicó.
Más allá de ser un gran club de barrio, Pinocho en algunos aspectos es mucho más que eso. Para poder llevar a cabo la cantidad de actividades que tienen, su principal fuente de ingreso son los socios. El club tiene 1650 chicos que participan de los diferentes deportes y 1850 socios. Asimismo, cuenta con varios sponsors que los apoyan mes a mes, un albergue que el último tiempo lo estaban alquilando a esgrimistas de Santa Fe que van a competir al Cenard y a su vez cuentan con una colonia en donde ellos le dan la concesión de la pileta a una empresa privada para que la pueda llevar adelante.
Esta Colonia se realiza tanto en invierno como en verano. Se basa principalmente en actividades recreativas y deportivas, diferentes salidas y la actividad más atractiva que es la pileta. En el caso de las vacaciones de invierno la pileta es cerrada y en verano abierta. Generalmente la colonia de verano cuenta con más de 450 chicos.
Este gran número, hace que muchos de ellos, al terminar la colonia, se queden realizando las actividades que se dictan durante el año. Por ello mismo, el club no tiene más cupos en algunos deportes y hay muchos chicos que están en lista de espera.
Uno de los coordinadores de la colonia es Chequi, quien además de ser técnico de la p
Primera División de futsal también trabaja como coordinador de fútbol en un colegio del barrio Villa Urquiza. Es licenciado en actividad física deportiva y siempre busca estar más ligado al deporte que es lo que más le gusta. Toda su vida fue al club, desde que su mamá estaba embarazada de él. De chico jugó al básquet y recuerda que realizaban muchos viajes: “Con el básquet conocí toda la Argentina: Rawson, Puerto Deseado, Olavarría, un montón de lugares. A mí me compro Deportivo San Andrés y ahí debutó en Estudiantes de Olavarría”.
En el año 2000, luego de haberse recibido, empezó a relacionarse más con el fútbol. Facundo Ruscica, el entrenador anterior de Pinocho, le presentó el proyecto para incluir el futsal en el club y allí fue cuando empezó. “Estuve dos años de profe, dos de asistente y a partir del 2008 hasta el 2012 fui técnico. Tuve la suerte que en 2010 y 2011 gané el Alumni de plata como mejor técnico, fue una linda época y gloriosa”, comentó.
A fines del año pasado volvió para dirigir nuevamente este club. Pinocho jugó cuatro veces consecutivas la Copa Libertadores y según el técnico “lo que más nos impactó fue cuando fuimos a jugar a Brasil contra el equipo de Falcao”, comentó asombrado y recuerdó que fueron a ver algunos entrenamientos y pudieron vivenciar lo que era una liga profesional de verdad en donde se entrenan dos veces por día.
Asimismo, recuerdó que lo que más le llamó la atención de los viajes que realizó fue una ciudad muy pequeña en Brasil, de 10 mil habitantes y de descendencia alemana. Allí, el futsal es la principal atracción y cuando juega el equipo, el pueblo se paraliza. Tiene un estadio para 7000 personas y cada fin de semana se llena. También explicó que lo curioso del lugar es que al lado del estadio se encuentra un cementerio, “eso fue lo que más me llamó la atención”, finalizó.
En cuanto a la profesionalización del futsal, el presidente opina que “muchos clubes no disponen de los medios para poder pagar si se profesionaliza”. A su vez, también explica que a veces es una cuestión de que los clubes no quieren. River, por ejemplo, juega de local en el estadio de Pinocho y según Straface: “Si querría le podría pedir a algún sponsor que destine dinero para futsal y se mantendría lo más bien”.
Santiago Elías, arquero de Pinocho y quién también formó parte de la Selección Argentina de Futsal durante nueve años, cuenta que entrenaba todos los días en Ezeiza y a veces doble turno. Por ello, para el segundo mundial que le tocaba jugar tuvo que cerrar la escuela de arqueros que tenía ya que no le daban los tiempos ni el dinero. Finalmente, cuando lo llamaron por tercera vez se vio obligado a decir que no ya que no le pagaban como un profesional y él priorizó el trabajo y la familia. “El viático antes era de 25 dólares por día, ahora son 50 o 60 dólares. Aun así, no alcanza si entrenas doble turno. Si estás en la Selección tenés que ser profesional para vivir de eso, porque no te da el tiempo para tener otro trabajo”.

MÁS QUE UN ARQUERO

Por Joaquín Pires Pons (@jjoaquinpires)

El siguiente relato denuncia y socava la realidad por la cual transita un deporte que sigue permaneciendo del lado equivocado de la moneda: el amateurismo. El futsal en Argentina, más bien el seleccionado nacional, a pesar de haber llegado a jugar las diez últimas finales internacionales y de haber ganado cinco de estas –entre ellas la más importante, la Copa Mundial FIFA, en 2016- no es profesional. Esto no solo perjudica a los jugadores, que no pueden dedicarse de lleno a ser jugadores de futsal, sino que, además, desalienta a los más jóvenes que no ven en el futsal una oportunidad para vivir del deporte, como así sí lo hace el fútbol 11.

Santiago Elías, de 34 años, todavía defiende el arco del Club Pinocho, el equipo más ganador de la historia del futsal argentino. Él atajaba en Deportivo Armenio, en cancha de 11, pero se aburrió debido a que: “me metían muchos goles porque era muy bajito”, dijo Santiago entre risas. Así fue como llegó, en 1999, a la Cuarta División del club de Villa Urquíza, el cual, por aquel entonces, militaba en la Segunda División del futsal. Al año siguiente pasó a Tercera y en 2001, con 17 años, ya conformaba el plantel de Primera que logró el histórico ascenso.

“Cuando ascendimos, los jugadores no cobrábamos nada, jugábamos por el amor a la camiseta”, recordó Elías. “En 2004, cuando obtuvimos el primer torneo de la época dorada, ganábamos 50 pesos por partido. Hoy en día, 12 años después tenés jugadores de Pinocho que ganan 15, 18 mil pesos, pero con cómo está el país no te alcanza para vivir solo de eso. Hay jugadores de Boca, San Lorenzo o Kimberley que ganan 40 mil, pero estos son selectos”, agregó. Argentina tiene 392 equipos de Primera en todo el país y 22 ligas de futsal. Es entendible que la mayoría no pueda vivir de su sueldo, pero no así que quienes sí lo hagan no sean más de 10 jugadores a lo largo y a lo ancho de todo el país.

Santiago cumplió su sueño de jugar en la Selección Nacional, casi una década de carrera en ella, pero tuvo que marginarse. Entrenaba todos los días en el predio de AFA, en Ezeiza. Si bien la AFA les pagaba los viáticos, estos no eran suficientes: ““Argentina tuvo una crisis en que la AFA no te pagaban la comida y los viáticos eran irrisorios. Antes eran 25 dólares por día, ahora son 50 o 60 dólares. Pero aún así, no alcanza”, afirmó el Uno.
“Si entrenás doble turno en la Selección tenés que ser profesional, al menos, desde los salarios para vivir de eso, porque no te da el tiempo para tener otro trabajo. Hasta en los detalles faltaba seriedad; antes te daban ropa usada de la Sub 20, que estaba sucia o rota”, comentó.

Cuando asumió Diego Giustozzi al frente de la Selección, que hizo un cambio de mentalidad diciéndole a la AFA que a los jugadores les tenían que pagar bien, que necesitaban estar cómodos porque son profesionales, ya era tarde, porque Santiago Elías había tomado la decisión de dar un paso al costado.

Debido a la necesidad de tener otra fuente de ingreso, porque la Selección y Pinocho no le bastaban, más las ganas de impulsar su propio proyecto, Elías inició, en 2009, la Escuela para Arqueros de Futsal (desempeñada en Pinocho). De lunes a jueves de 14.30 a 17.30, al frente de ocho grupos diferentes, desde la categoría 2010 hasta adultos.

“Para el segundo Mundial tuve que cerrar la Escuela de Arqueros, porque lo que ganaba con la Selección no me alcanzaba para cubrir esos dos meses. Por eso, cuando Diego Guistozzi me llamó para la tercera etapa con el seleccionado tuve que decir que no, porque no me pagaban como profesional, a pesar del sacrificio que uno hacía. Prioricé la familia, Pinocho y la Escuela de Arqueros, que eran los que me daban de comer”, dijo el Uno.

Santiago, además de entrenar los cinco días de la semana con Pinocho y de tener una Escuela de Arqueros es el director técnico de la Cuarta y Quinta División del club. Entrena a las inferiores los miércoles, jueves y viernes antes de su entrenamiento. Y esto no lo es todo, también tiene una tercera fuente de ingresos: hay un curso de entrenador de futsal virtual y él tiene una materia de entrenamiento de arqueros de futsal.

En su breve paso por Europa –un año y medio- el cual él afirma que le cambio la vida, la forma de pensar y dónde creció mucho, notó varias diferencias en cuanto a cómo se lo toma al deporte comparado a Argentina. “Allá, cada 20 cuadras hay un estadio municipal”,dijo, mientras que en Argentina, cinco de los 18 clubes de Primer División no tienen habilitadas sus canchas. “Entonces, -siguió- la profesionalización no es solo cuestión de salarios. Hay que tener futsal de base en todos los clubes, técnicos capacitados que le enseñen a los chicos e infraestructura. Cada provincia debería tener un estadio oficial”, afirmó Elías.

“Al parecer el próximo paso es construir un estadio en San Juan y otro en Tierra del Fuego y la Conmebol pagaría el piso de parqué. Además, permitir extranjeros en los equipos va a hacer crecer la liga. Así como Kimberley incorporó uruguayos, que los demás equipos que puedan hagan lo mismo, va a ayudar”, agregó.

No puede elegir una sola cosa por arriba de las demás que le haya dejado el futsal durante su carrera. “Los premios Olimpia yo los veía por la tele y de un día para otro me encontré en tres nominaciones y ganando uno, todavía los veo y no lo puedo creer. Además, en esas nominaciones estuve con los mejores deportistas nacionales del momento como Maravilla Martínez o David Nalbandián”, comentó con cierta nostalgia en su tonada.

Con la Selección tuvo la oportunidad de conocer muchos países y culturas diferentes. Visitó Japón, Malasia, Tailandia, Italia, Brasil. El año pasado, Falcao lo llamó para jugar con él un partido a beneficio en India y este verano compartió con él un show. “Son todas experiencias que sin el futsal no podría haber tenido jamás”, afirmó.

Acerca de la proximidad de su retiro comentó que va a seguir jugando hasta que el físico le siga respondiendo y mientras pueda seguir disfrutándolo como lo disfruta. Estima que cuatro años más va a poder seguir abajo de los tres palos. Y, el día que se retire, quiere ser director técnico porque su meta es siempre vivir del deporte.

Elías hizo cursos de capacitación de técnico en una página española y tiene pensado también hacer el curso de capacitación de directores técnico cuando finalice su carrera. Su amor al deporte y su dedicación full-time no solo se evidencia en sus tres trabajos como jugador, director técnico y el curso virtual, sino que el sostiene que su capacitación es permanente en su cotidianeidad: “Estoy todo el tiempo capacitándome, vos entrás a mi historial de Youtube y tenés todos videos de futsal de España o Italia, es lo único que miro y lo hago todo el día. Trato todo el tiempo de buscar nuevas alternativas y aprender”, dijo Elías.

“Obviamente que dejar de jugar va a ser un momento duro y voy a tener que afrontarlo, pero siempre voy a tratar de vivir del deporte”, concluyó Santaigo Elías para terminar.

UN GIGANTE DENTRO DE OTRO GIGANTE

Al hablar de gente histórica del Club Social y Deportivo Pinocho, que vivió y vive gran parte de su vida allí, hay que destacar a Ezequiel Gazzo (apodado como Chequi). Su larga historia en el club de Villa Urquiza empezó cuando el estaba en la panza de su madre, según sus palabras, dando a entender que Pinocho no solo es un club donde se desenvolvió en prácticas deportivas como básquet, vóley y futsal, sino que lo considera como una casa y una familia.

Por Brian Crowe (@BCPucho)

“La época dorada de Pinocho en futsal fue muy linda. Yo que soy del club, más siendo de barrio, estar a la altura de los equipos de AFA, como Boca, River y San Lorenzo, y tener más títulos es un orgullo tremendo”. Largó el hombre, con una altura imponente de 1,90 metros, que supo ganar títulos a nivel local e internacional con el club.
Asistente de Facundo Rusica en el año 2004, cuando comenzó el exitoso ciclo ganador de Pinocho en futsal, resalta que para él es un amigo y un gran maestro del que aprendió muchas cosas. Más adelante, Chequi utilizó todas esas enseñanzas para ponerlas a prueba cuando agarró la primera del equipo que quedó en la historia y que hizo sobresalir al club más allá del fútbol sala.
Al ser un deporte no profesional, y un club donde el presupuesto a veces llegaba con lo justo, los sponsors ayudaban a solventar los gastos en viajes cuando Pinocho empezó a jugar la Copa Libertadores. El éxito y las victorias también ayudaron a seguir manteniéndolo en los primeros planos de toda competencia.
Ezequiel resaltó que el club tuvo una muy buena dirigencia consiguiendo los sponsors y los viáticos para los jugadores; todos estos detalles hacían que el plantel esté más cómodo. Con la capacitación del cuerpo técnico (kinesiólogos, masajistas, médicos, cámaras de video para filmar los partidos) de a poco fueron creciendo a nivel profesional. S empezó a cumplir más de cuatro entrenamientos por semana y eso reforzó la idea del cuerpo técnico y la calidad de los jugadores.
“Si la AFA le da a los clubes las armas para que tengan sus sponsors y meta televisación se podrá profesionalizar y dar una entidad y volumen más importante”. Siguiendo con el futsal, Chequi entiende que el camino para llegar al nivel de la liga brasilera o las europeas es largo y de a poco. “Filmar los partidos y subirlos hizo poco a poco llamar la atención del público”. “Las pequeñas cosas como tener la ropa de entrenamiento o una combi para ir todos juntos a los partidos son importantes para que el jugador tenga la cabeza despejada y despreocupada. Todo esto se logró antes de las consagraciones”, continuó comentando las claves de Pinocho para llegar a convertirse en el equipo más importante del país.
Ezequiel Gazzo es licenciado en educación física y deportiva y trabaja en un colegio del barrio. También es coordinador de la colonia de Pinocho en el verano. “La colonia (concesionada; no es del club) es una cadena que sirve para que los chicos se metan de lleno durante el año en los deportes. Alrededor de 450 chicos ingresan en la colonia de verano, la mayoría elige las prácticas de fútbol (varones) y handball (mujeres). Las edades van desde los tres años, sin pañales, hasta chicos que cursan el tercer año del secundario. Chequi destaca la gran influencia que tiene Pinocho dentro de Villa Urquiza y barrios aledaños.
Antes que los chicos estén en la calle o en la casa, los padres eligen la colonia durante el verano para que niños y jóvenes se entretengan con los demás. Así realizan la importante práctica de deportes, formando grupos de amigos, y sociabilizan con sus pares antes de malgastar horas frente a una computadora o celular. La imagen clásica de un club de barrio todavía sigue fuerte y de pie en Pinocho, donde el espíritu familiar y de enseñanza se mantiene. “Los chicos hacen cosas por la colonia: cocinan, hacen obras de teatros para los más chicos, ayudan en las salidas. Son como una especie de ayudantes de los profesores y siempre son guiados por estos”, comentó.
“Cuando éramos chiquitos no había fútbol en el club. El baby recién empezó en los años 90, antes elegías o básquet o vóley: yo jugué al básquet toda la vida y Facu al vóley. En ese momento el básquet andaba muy bien. El fútbol no era oficial, pero se armaban torneos internos, muy lindos, dentro del club. El básquet es otra educación distinta al fútbol, y gracias a eso viajé por todo el país. Cuando empecé a estudiar me fui metiendo más en el fútbol y me recibí en el 2000 de licenciado. Fue ahí cuando entré en el proyecto del cuerpo técnico y me dediqué de lleno a este deporte”.
Estuvo dos años de profesor físico, dos de asistente, y de 2008 a 2012 fue técnico del primer equipo. “En el 2011 y 2012 gané el premio Alumni de plata como mejor técnico. Fue una linda y gloriosa época”. Desde que Facundo dirigió hasta que Chequi continuó estuvieron 119 partidos invictos, hecho que nunca pasó en ningún deporte. “Fuimos nombrados por Umbro internacionalmente como el mejor equipo de todos los tiempos”.

“FUI EL JUGADOR MÁS VETERANO DEL CLUB EN FUTSAL”

Hoy, con 57 años de edad, Jorge, un hombre de tez blanca, calvo y sencillo, trabaja en el buffet, un espacio donde solo él es el dueño. Un lugar amplio, lleno de mesas y sillas y una barra al final del pasillo que divide el comedor. Allí lleva 20 años trabajando, sirviendo cordialmente el café a los profesores de los diferentes deportes que hay en el club. Se encarga desde el mantenimiento de las cocinas, hasta la carga y descarga de la mercadería.

Por Alejandro Martínez (@ALE_CRPBs2)

En Villa Urquiza vivió toda su vida. Específicamente a solo tres cuadras de Pinocho, por lo que era imposible no terminar siendo socio. La mayoría de las personas de este barrio conoce el club social y deportivo por herencia, porque sus padres asistían, o sencillamente porque de chicos decidieron realizar alguna actividad que brindó el club desde 1925.
De esta manera, Jorge o el Ruso, como lo apodan todos sus conocidos, empezó su relación con el Club Pinocho a los 12 años de edad, cuando en ese tiempo, “a los adolescentes les atraía más el básquet”,comentó. Allí empezó como jugador. Sin embargo, no fue el único deporte que practicó, como a la mayoría de los argentinos, en sincronía jugaba al fútbol en diferentes lugares ya que Pinocho no tenía esta disciplina como una de sus actividades.
“Jugábamos al básquet que era lo único que había y al fútbol en cancha de 11 fuera del club porque no hubo en ese tiempo. Uno cuando tiene la edad de un adolescente se va y después vuelve con la familia”, mencionaba con un tono nostálgico al recordar su adolescencia. Cuando volvió, se encontró con la inauguración del futsal, al que se dedicó a practicar sin temor. Fue una de las primeras camadas de este deporte, el comienzo de una época dorada del club.
“Tenía 38 años y una revista me había catalogado como el jugador más veterano del futsal. Empezamos en el 98 con los chicos que hoy están en Primera, los que ganaron todo”, decía, mientras preparaba un cortado para uno de los socios del club. Las prácticas y algunos partidos amistosos del fútbol de salón empezaron en el 98, pero esto pasó a ser oficial en el 99.
“No sabíamos mucho del deporte. Yo era el más veterano y la mayoría habíamos jugado baby fútbol”, contó entre risas. Estar en actividad durante esos años permitió que en el 2000, su último año de competición, llegue a compartir equipo y vestuario con su sobrino, un jugador destacado actualmente en Pinocho, Sebastían Corazza.
Ese año, llegaron varios jugadores al club que tan solo un año más tarde ascenderían a la Primera División de fútbol sala, y años después serían los encargados de romper varios records en el futsal argentino. El Ruso lo recuerda de manera constante, ya que siempre menciona el orgullo que lleva, otorgado por el club de su niñez, al formar parte de esta historia bastante amplia en este deporte. “Tuvieron una camada espectacular, luego venían a verlos a ellos en vez de a nosotros por como jugaban, y hoy, gracias a Dios, se siguen manteniendo”, explicaba el ex jugador y ahora encargado del comedor.
El básquet fue el deporte madre antes de la televisación y la época dorada del futsal; pero éste, del 2000 al 2010, fue el deporte que glorificó a Pinocho como un gran y poderoso club a nivel nacional e internacional. A raíz de esto, el Ruso cuenta que “el complejo ya está quedando chico para la cantidad de personas que asisten y no hay más cupos para los deportes, es impresionante como creció y sigue creciendo continuamente”.
Jorge suele repetir constantemente que Pinocho es un club muy familiar y que es eso lo que lo hace más grande que todos los títulos del fútbol sala. “Los conozco a todos desde que eran chicos, que pasaron por el fulbito, el básquet o el deporte que haya sido… son recuerdos que a uno le van a quedar para siempre y también, espero que ellos se acuerden de mi”, contó. Todos los que pasaron por el buffet, sin dudas mencionan que el Ruso es una persona muy amable y que se preocupa tanto por el club como lo hace cualquier integrante del directivo. Es su segunda casa, para él y para la familia, que también practica deportes en Pinocho.


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