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DE ADMIRADOR A COMPAÑERO

Argentina's Erik Lamela (L) and Bolivia's Cristian Machado vie for the ball during their Copa America Centenario football tournament match in Seattle, Washington, United States, on June 14, 2016. / AFP PHOTO / Jason REDMOND

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“Es difícil ser como Messi. Pero Leo es mi espejo”, aseguró Erik Lamela a Olé años atrás. Esta noche, el ex volante de River tendrá que reemplazar a su referente en el encuentro ante Venezuela por las Eliminatorias Sudamericanas de Rusia 2018. En el último partido frente a este mismo rival, Lamela marcó el cuarto gol del triunfo albiceleste en cuartos de final de la Copa América Centenario.
El Coco lleva el deporte en su ADN. Su padre, José Lamela, es recordado por los amantes del papi fútbol como “el Maradona del fútbol de salón”. El papá del jugador del Tottenham llegó a integrar el seleccionado de futsal en los ’80. Las diferencias con su hijo no son muchas: Erik es zurdo y más alto. Pero comparten el mismo estilo de juego, con jugadas de taco, rabona y mente fría con sus rivales.
En 2004, mientras comenzaba su carrera en las inferiores de River, el Barcelona ofreció por el delantero de 12 años una suma millonaria. Pero José María Aguilar le ofreció a su familia una beca escolar para él y sus hermanos, Axel y Brian, y logró retener al juvenil. Luego de su debut en el Torneo Clausura 2009 y el posterior descenso del club de Núñez en 2011, llegó a Italia para jugar en la Roma, donde compartió vestuario con los argentinos Gabriel Heinze, Nicolás Burdisso y Fernando Gago. En ese club italiano marcó 21 goles en 67 partidos. En la actualidad forma parte del equipo dirigido por Mauricio Pochettino, Tottenham FC, desde 2014.
“El preparador físico, Pablo Blanco, me avisó por mensaje que tenía que ir a entrenar con la Selección. Estaba con mi novia, Sofía, y fue una noticia increíble”, contó sobre la convocatoria al seleccionado de Alejandro Sabella. Anteriormente, había formado parte de un amistoso disputado en Chaco frente a Paraguay, en 2011. Pero la segunda oportunidad tuvo otro sabor: esta vez jugó por primera vez acompañando al crack rosarino de la Selección. “Debuté frente a Suiza. Conocía a algunos compañeros, pero a Leo no. Entrenar y jugar a su lado es único”, confesó con una sonrisa.


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