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A 18 años del primer Grand Slam de Roger

Foto: ESPN

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El 6 de Julio de 2003, el mundo del tenis fue testigo del comienzo de “La era Federer”. El nacimiento la leyenda: el suizo se consagró campeón de Wimbledon ante Mark Philipphoussis. Década más tarde, ese Grand Slam se convertiría en su casa.


Con 5 años en el circuito, Roger Federer se ubicaba como el número 5 del mundo y, por ende, el cuarto preclasificado al torneo de Wimbledon 2003. Además, ya gozaba de títulos ATP; entre ellos el Masters 1000 de Milán, hoy el Masters de los Next Gen (Nueva Generación).

Sus buenas actuaciones en torneos previos lo posicionaban como un claro contendiente y todo indicaba que estaba pronto a dar el gran salto. Nada fue lo esperado: quedó afuera de los Abiertos de Australia y de Roland Garros, los GS del primer semestre. El cuadro que le tocó a Federer en Wimbledon no era sencillo, había grandes tenistas: los argentinos Gastón Gaudio, Agustín Calleri, Juan Ignacio Chela, el alemán Rainer Schuettler y el brasileño Gustavo Kuerten.

Debutó en primera ronda con el surcoreano Hyung-Taik Lee, número 55 del ranking, al cual venció en tres sets 6-3, 6-3 y 7-6 (2). En su siguiente desafío no tuvo problemas con el austriaco Stefan Koubek (70) por 7-5, 6-1 y 6-1. En tercera ronda se impuso al estadounidense Mardy Fish (45) por 6-3, 6-1, 4-6 y 6-1 (en este partido Federer cedió el único set) y cerró su primera semana en Londres.

Curiosamente, de todos los jugadores a los cuales Roger enfrentó en ese Grand Slam, solo sigue activo en el circuito el español Feliciano López, al cual superó por 7-6 (5), 6-4 y 6-4 por los octavos de final, ronda en la cual Federer estuvo a punto de retirarse por problemas en la espalda; no obstante, siguió adelante.

López recordó aquel torneo en una entrevista de ATP y dijo: “Era un momento en que todos hablaban de que Federer iba a ser el número 1, el futuro sucesor de Sampras. Fue su primer Grand Slam y a partir de ahí, tuvo un verdadero cambio mental. Adquirió la confianza que necesitaba para volverse imbatible”.

En los cuartos de final se enfrentó con el neerlandés Sjeng Schalken (12), superado en tres sets: 6-3, 6-4 y 6-4. Por semifinales venció al 6° del mundo, Andy Roddick, por 7-6 (6), 6-3 y 6-3. La victoria ante el estadounidense lo colocó como favorito de cara a la final frente a Mark Philipphoussis, que había eliminado a la estrella: Andre Agassi.

El Court Central de Wimbledon se vio repleto de espectadores que fueron a ver un show de tenis. Entre esas personas había gente muy importante para el suizo: su novia Mirka Vavrinec, el entrenador Peter Lundgren y su padre Robert.

El primer set de la gran final se definió en tie break por un ajustado 7-6 (5) a favor de Federer. El segundo fue un papeleo terminado en 6-2. Le faltaba dar un paso más. Las claves del partido para Federer fueron el centrarse en su juego ofensivo y el estar rápido en las devoluciones con su revés, que más adelante sería de los mejores en el circuito, la práctica hace al maestro. Así fue como un joven de Basilea alcanzó la cima y contrarrestó en el tercer set, por medio del tie break al australiano por 7-6 (3) y cerrando con categoría el partido, 7-6 (5), 6-2 y 7-6 (3) final para el estallido desaforado en Londres, allí nació uno de los mejores tenistas, o el mejor, de la historia.


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