SOCIEDAD
Adolfo Pérez Esquivel: “Hay que trabajar en la resistencia espiritual y cultural de los pueblos”
Una voz que grita en el desierto del mundo. Entrevista al Premio Nobel de la Paz argentino.

Era una mañana de otoño en Buenos Aires cuando llegamos a su hogar que con tanto amor construyó junto con su esposa. Allí pudimos dialogar con él, en su estudio de pintura y escultura.
Memorias del pasado y proyectos del presente llenaban el espacio de esa mañana teñida de ocres y silencios otoñales. En la casa de Adolfo Pérez Esquivel, la magia y mística de su arte brotaban. Se podía oír la melodía de un piano, Amanda, su esposa, que componía en la habitación de al lado. Un santuario de vida y sabiduría.
El defensor de los derechos humanos, Premio Nobel de la Paz, activista, escultor y docente abrió las puertas de su hogar para compartir su mirada del mundo en esta etapa tan particular.
“Estoy muy movilizado, falleció el Papa Francisco. Tenía mucha cercanía con él. Cuando se enfermó estaba escribiendo el prólogo de mi último libro. Una gran pérdida para el mundo”, se lamentó.
-¿Algún recuerdo que quisieras compartir de tus encuentros con el Papa Francisco?
-El abrió puertas a todos y todas. En especial desde el diálogo interreligioso y el ecumenismo. Una vez fui al Vaticano a verlo y me llamó la atención la cantidad de rabinos y judíos que había. “¿Te trajiste una sinagoga?”, pregunté. Y él respondió: “Son todos hermanos. Que vengan”. Señaló al Vaticano con su mano y agregó: “Que esto esté abierto a todos y todas”.
Créditos: Página 12
-Dijiste que la muerte de Francisco representa una gran pérdida para el mundo, ¿qué visión tenés vos de este mundo?
-Incertidumbre. Estamos al borde de una tercera guerra mundial. Francisco siempre decía que ya está la guerra a cuenta gotas. Actualmente, el mundo tiene 36 guerras. Lo más complejo es que hay guerras silenciosas, que no están en los medios, y la más grave es el hambre.
En un mundo rico, productor de alimentos, hay cada vez más hambre y excluidos, gente descartable… Una sociedad que tiene muchas luces y sombras.
Están en peligro los sistemas democráticos. Se privilegia el capital financiero por sobre la vida del ser humano. Hay una desintegración y pérdida de la espiritualidad.
-¿A qué se debe? ¿Hay alguna forma de cambiar esto?
-Las grandes potencias decidieron hacer enormes inversiones en armamento. Frente a esto, algunos poemas de Raoul Follereau me conmovieron y me ayudaron a pensar. “Nadie puede ser feliz a solas. Para ser feliz tienes que compartir”, dijo. También desafió a las grandes potencias cuando escribió: “No les pido mucho: denme el dinero de un día de bombardeos para acabar con la lepra en el mundo”. Yo digo: “Denme un día de lo que gasten en la guerra -de bombas, de tanques, de barcos- y van a ver cómo peleamos el hambre del mundo”.
-San Pablo dice que la creación “gime con gritos de dolor”, ¿qué cosas te duelen? ¿Cuáles son los gritos de este tiempo?
-Estuve en Bagdad llevando en una camioneta agua a la gente. No iba a solucionar el tema, solo ayudar en algo. En un lugar donde el agua estaba contaminada por las bombas racimo vi el dolor en Yamila, una mujer musulmana que nos esperaba en el hotel destruido donde me alojaba.
Ella vivía junto a sus hijos en un refugio con otros 600 niños. Un día, las grandes potencias mataron a los niños y a las madres en un ataque. Ella se salvó por haber ido a colgar la ropa de sus hijos. Cuando llegó sus hijos no estaban, habían muerto. Eso es ahora, hace unos años. Ella hizo un santuario allí. Colocó escarpines, dibujos, juguetes, entre otros.
El mundo está lleno de hambre, destrucción, muerte y refugiados en un mundo rico. Lo único que interesa al ser humano son los números y la economía.
(Javier) Milei y esta mafia que tenemos acá es el ejemplo. Ellos no quieren saber que detrás de los números hay rostros de hombres y mujeres que nos cuestionan e interpelan. Que nos reclaman un lugar en la vida.
-Y frente a este dolor, el de los niños, Yamila y otros, ¿ves esperanza?
-Vi esperanza en las médicas y médicos que atendían a los chicos junto a las madres en el hospital. ¡Cómo compartían las sonrisas era impresionante! Si los milagros existen, es ahí. Era un milagro la forma que tenían de compartir.
Yo no dejo de ver la esperanza. Lo pude ver en Medio Oriente, en las favelas, en las cazas de brujas, en las villas miserias. Las miserias cambian de nombre, pero en todos lados tienen el mismo rostro al igual que la gente que ayuda a los demás en esos lugares como los misioneros, los laicos, religiosos, médicos y médicas.
-¿Hay gente que te da esperanza? ¿Quiénes te han inspirado y te inspiran?
-Hay muchísimas personas de esperanza: el cardenal Raúl Silva en San Pablo que me sacó de la prisión. Era un hombre que trabajó muchísimo por los derechos humanos. El no hacía diferencias.
Otro es Lula da Silva, él es fruto de las comunidades eclesiales de base y la pastoral de San Pablo con el cardenal Frei Betto. Esos son hombres de Dios.
Hay monjas como Geneviève Jeanningros, que es una chiquita potente. Rompió el protocolo para estar ahí y despedir a Francisco; entre otras personas muy inspiradoras.
-¿Y cómo ves a la Argentina? ¿Qué luces y sombras hay?
–Tener a este Gobierno es el fracaso de la dirigencia política nuestra que no supo construir. Se quedaron en lo mediático y no proyectan a mediano y largo plazo. El pueblo es para ellos un recurso electoral; no es dar, compartir la vida y el desarrollo; no es construir, es especular.
Las consecuencias las tenemos en el descrédito de la acción política. Sin valores, sin sentido. Fíjate que en la Cámara de Diputados se venden por 30 monedas. Sino no se podría votar a libro cerrado la deuda.
Están entregando la Patagonia y se llenan los bolsillos. Le quitan el territorio y persiguen a los indígenas. Los acusan de terroristas, los encarcelan. Esta democracia está fallida, es una democracia delegativa porque se le da el poder a unos que manejan el país como quieren.
Por eso vengo proponiendo una democracia participativa, donde el pueblo tenga herramientas constitucionales y jurídicas para poner límites a los abusos del poder. Porque si no cambiamos absolutamente nada, estamos indefensos.
Muchas veces hablaba esto con Eduardo Galeano. Él me decía: “Estas democracias, más que democracias son democraduras”. Hoy hay que trabajar en la resistencia espiritual y cultural de los pueblos porque tenemos una dominación cultural que hace gran daño a los jóvenes.
Paulo Freire era un hombre que tenía otra mirada: la educación como “práctica de la libertad”, y esto hoy ya no existe. Ahora se imparte el conocimiento y no despertar conciencias. Estamos frente a grandes desafíos: la educación como práctica de la libertad, la conciencia crítica y recuperar valores.
-Tomando en cuenta que la educación es formar a las futuras generaciones. ¿Qué le dirías a los jóvenes?
-No dejen de sonreírle a la vida, el día que dejan de sonreírle a la vida es porque están sometidos y esa es la rebelión del corazón. Cuando me dicen que un militante está amargado, ¡cuidado! No es un militante. Porque la militancia es en todos los niveles.
Francisco siempre tenía una sonrisa; es la sonrisa de la vida. ¡Esa es la esperanza! No una esperanza vacía, una esperanza muy concreta que, si ves en un otro a un igual, ahí estás compartiendo el pan y la libertad.
*Estudiante de la carrera de Periodismo y Producción de contenidos a distancia.
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