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Dora Barrancos: “Nadie puede disfrutar con el dolor del otro”


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Investigadora, socióloga e historiadora feminista argentina. Su recorrido y su pensamiento nos invitan a reflexionar sobre lo urgente. “Hay que reconquistar el sentido común”, afirma.


Vive en el barrio porteño de Flores, su casa, al igual que ella, es alegre y acogedora. En la casa de Dora Barrancos pueden verse retratos y adornos alusivos a algunos de los hitos feministas de los últimos tiempos. Ro Ferrer la ilustra con el pañuelo verde y la sonrisa que la caracteriza, este retrato cuelga de la pared del living.

-Para conocer un poco más de tu recorrido de vida, ¿naciste en La Pampa?

-Sí, yo nací en La Pampa, van a hacer 84 años el 15 de agosto. Tengo un recorrido que tiene cierta linealidad, pero a la vez tiene muchísimas curvas. La linealidad es un sentimiento, una sensibilidad acerca de la justicia. Eso me ha constituido. 

También, en mis hijas, ha pasado esto y eso me da mucha emoción, sobre todo una de ellas, Vicky, que desde chiquita ha sido una cómplice permanente del desvalido, del que no tiene la misma rutilancia significativa social. Eso no deviene de un profetismo inculcado verbalmente, yo creo que tiene que ver con las prácticas, con lo que han visto. 

Hay una forja también familiar que la he explicado muchas veces: mi madre era protestante de la iglesia reformada que es el grupo de la iglesia valdense, un grupo que sostuvo su creencia contra todas las persecuciones que te puedas imaginar. Un pueblo al que el Papa Francisco hace algunos años le pidió perdón por la persecución. Acá llegaron a fines del siglo XIX a la zona de Entre Ríos y a La Pampa, mi madre desciende de ahí. Pero, ¿qué caracteriza idiosincráticamente a ese grupo? La resistencia. 

A mi me gusta decir que a un valdense le cortás la cabeza y sigue pensando de la misma manera. Eso tiene un cauce formativo enorme. 

Y, luego, mi padre que era una figura muy prominente, que es un acervo en el orden simbólico muy fuerte. Era una figura liberal socialista que encarnaba la justicia social a su modo y que estuvo al frente acompañando la lucha de los colonos a cuya escuela rural dirigía. Hay ahí un síndrome yo diría transhistórico familiar de esfera politizada.


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