En nuestro país el número de cesáreas supera en un 13,5% el recomendado por la Organización Mundial de la Salud. Este procedimiento, cuando no es debidamente necesario, puede traerle complicaciones a la mamá y al bebé.
Por Cloe Srulevich
En un informe publicado en 2016, la Organización Mundial de la salud advirtió sobre una “epidemia de cesáreas”: informó que según el cálculo de la población de cada país, este procedimiento quirúrgico debería ser entre el 10% y el 15%, pero ese número en nuestro país asciende al 23,7% por múltiples motivos, como la organización en las maternidades y la necesidad de desocupar las camas, temor del equipo médico a enfrentar demandas legales, o por elección de la embarazada misma. En los hospitales públicos 3 de cada 10 partos se realiza por cesárea, mientras que en el sector privado esa proporción asciende a 6 de cada 10.
Desde la Asociación Obstétrica Argentina sostienen que la que la imposición de cesáreas constituyen una costado más de violencia contra la mujer. Para evitar las sucesivas prácticas abusivas del personal médico en 2004 se sancionó la Ley 25.929 de Parto Respetado, reglamentada en 2015, que establece los derechos de la madre y del bebé en la gestación, durante y después del parto. Entre sus puntos más importantes se encuentra a la mujer como protagonista activa del proceso, informada sobre los procedimientos y con poder de toma de decisiones, el respeto de los tiempos biológicos de la madre y la posibilidad de evitar toda intervención invasiva o innecesaria.
Si bien en nuestro país la ley de parto humanizado establece que las obras sociales regidas por leyes nacionales y las entidades de medicina prepaga deben brindar obligatoriamente las prestaciones establecidas en la ley, tanto en el ámbito público como privado, en Capital Federal hay sólo cuatro establecimientos que ofrecen la posibilidad del parto respetado. Los hospitales Álvarez, Fernández y Penna y la Maternidad Sadrá son los únicos que cuentan con salas de parto TPR. Estas salas están dotadas de comodidades para que la madre esté acompañada todo el tiempo por un familiar, y que el de parto y posterior recuperación pueda realizarse ahí mismo sin la necesidad de trasladar a la mamá o al bebé a otra parte (a menos que, por indicación médica, alguno deba ser trasladado al quirófano).
Liliana Voto es ginecóloga y obstetra recibida en la Universidad de Buenos Aires, actualmente es jefa del departamento Materno Infantil del Hospital Fernández y en 2006 fue la primera mujer en recibir el premio otorgado por la Federación Internacional de Ginecología y Obstetricia (FIGO) a mejor profesional en su rubro. Su hospital cuenta con estas salas especiales a partir del 2000: “Lo más importante es que la mujer se sienta bien y su pareja también, pero principalmente ella que es la protagonista fundamental, que busque la posición que más le guste para poder parir”. Y resalta que de este modo y bajo las condiciones de normalidad del embarazo, la cesárea es evitable: “Es de esperar que los embarazos absolutamente normales, sin ningún tipo de riesgo, tengan mayores posibilidades de que se produzca el parto por vía vaginal. Siempre controlando la vía para que el bebé esté siempre en buenas condiciones”.
Una investigación publicada en 2017 en la revista médica Paediatric and Perinatal Epidemiology relevó 20 países de ingresos medios y bajos y mostró que entre 2004 y 2011 las cesáreas aumentaron un 4% anualmente, y que una de las regiones con mayores intervenciones es América Latina con un 40,5%. Cinthya De La Fuente tuvo a su primer hijo en el 2016 por una cesárea que podría haberse evitado. Cuando se internó por romper bolsa, su obstetra -de la cual se llevó una mala experiencia porque además de brindarle información “errónea” sobre posibles problemas de su bebé la estafó cobrándole el parto cuando se lo cubría la obra social- le dijo: “no le veo futuro a esto, no creo que vayas a dilatar nunca” y, sin mediar palabra, la subió directamente al quirófano para practicarle la intervención cuando Cinthya había pedido explícitamente que si no había complicaciones iba a querer un parto natural. Hoy, cursando su segundo embarazo, se asesoró con una de las pocas obstetras que realiza parto respetado en La Plata y además de informarla sobre aspectos generales de la gestación le afirmó que su obstetra anterior hubiese esperado un par de horas, no hubiese hecho falta la cesárea porque el bebé estaba bien encajado. Daiana Parada, por su parte, tuvo dos “innecesáreas”: “Comencé a investigar, a ir a diversos talleres para informarme, y descubrí que en mis dos embarazos no hubo necesidad de realizarlas porque ni mis hijos ni yo presentamos patologías durante el embarazo ni al momento del trabajo de parto”.
Según un trabajo publicado en el 2010 en el British Medical Journal luego del relevamiento de casi 30.000 partos, se apuntó que este procedimiento aplicado innecesariamente puede concluir en complicaciones maternas como la la necesidad de ingresar a la madre a unidades de tratamiento intensivo e histerectomía, entre otras. Alejandra Mazzeo, obstetra recibida en la Universidad de Buenos Aires, forma junto al obstetra y ginecólogo Carlos Burgo y equipo “Nuestras Parteras”, un grupo de profesionales que se manejan bajo la premisa del parto respetado: “Cuando no se interviene y se esperan los tiempos biológicos de la mamá y del bebé, el riesgo de terminar en una cesárea disminuye muchísimo, siempre que ambos estén sanos”. Se ríe y a la vez se lamenta de tener que hablar de parto respetado, cuando “todas las mujeres deberían parir así, y ser asistidas de forma respetuosa sin importar su condición social ni su estado de salud”, y puntualiza en el carácter iatrogénico de las cesáreas innecesarias: “Este procedimiento es de una alta intervervención médica sobre los cuerpos de las mujeres, altera su fisiología, la frecuencia de las contracciones con oxitocina y en consecuencia acelera los latidos del bebé, y ahí es cuando hay que correr al quirófano para salvarle la vida a un bebé que, si se hubiesen esperado los tiempos biológicos, podría haber nacido por parto vaginal sin complicaciones”.
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