El colectivo artístico FindeUNmundO realizó durante la marcha “una intervención artística pacífica, pero de alto impacto”
Por Yasmila Benicelli
Poco después de las 13, la Avenida de Mayo estaba llena de remeras y banderas con mensajes, carteles con distintas opiniones, personas repartiendo volantes con las diferentes problemáticas de organizaciones diversas, aunque con algo en común. Todos, en ese lugar y a esa hora, estaban reunidos para marchar con el Encuentro Memoria, Verdad y Justicia.
En medio de la multitud, cerca de cien personas vestidas de negro, con máscaras blancas que sólo cubrían sus ojos y rodeados de ayudantes (o +1, como los llaman los performers), sostenían un cordón rojo para delimitar su espacio. Allí dentro se estiraban, practicaban pasos, charlaban, tomaban mate, saludaban.
A su alrededor, el ambiente era de curiosidad, intriga y ansiedad, a la espera para ver qué iba a suceder en esta cuadra de la avenida, entre Salta y Santiago del Estero.
Detrás del grupo, una caravana con música, propaganda –la mayoría en contra del gobierno actual, asimilando un programa de radio– y una bandera: Colectivo Fin de Un Mundo: Estalla las fronteras entre arte y política.
Alrededor de las 14, las mujeres y hombres del grupo corrieron hacia el medio, se abrazaron y realizaron un ritual de pre-show, gritando y saltando, y se posicionaron en sus lugares. Por los parlantes empezó a sonar La marcha de la bronca, cantada por Pedro y Pablo, y entonces comenzaron a moverse al ritmo del tema.
Canción tras canción de diferentes artistas, entre ellos Charly García y Calle 13, las coreografía causaron mucha emoción en los espectadores; nadie podía dejar de mirar qué pasaba en medio de ese cordón rojo, con un final alegre del cual todos pudieron participar, bailando y cantando.
“Elegimos esta estética con rock comprometido, revolucionario, y decidimos marchar cantando, bailando y haciendo una coreografía que apunta a la emoción más que a la razón”, explicó Galileo Godoy, activista y fundador de FindeUNmundO, un colectivo artístico independiente creado en 2012 que busca “generar una intervención artística pacífica, pero de alto impacto”.
La intervención de este año, Radio FUNO, fue ideada para transmitir “mediante símbolos, música y cuerpos”, según Godoy, el mensaje de que se puede pensar diferente, pero en la lucha por los 30.000 desaparecidos hay una única potencia.
En medio del acto, los bailarines sacaron pañuelos de siete colores: rosa, rojo, naranja, amarillo, verde, azul, índigo y púrpura. “Son los colores de la wiphala para representar la diversidad del pueblo latinoamericano y humano en general, y nos sirve para contar que somos uno pero somos diversos”.
Así fue que con la poesía activaron la memoria, con los cuerpos crearon la verdad y con sus voces revelaron justicia y, todos juntos, bailaron su bronca.
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