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LA MEMORIA NO SE NEGOCIA


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Una marcha distinta, caracterizada por la clara confrontación con el gobierno por sus actitudes negacionistas y sus políticas socioeconómicas

Por Juan Parisi

 

“La amnesia histórica –dice el activista estadounidense Noam Chomsky– es un fenómeno peligroso, no sólo porque mina la integridad moral e intelectual, sino también porque siembra el terreno para crímenes subsiguientes.” En un contexto histórico donde la ofensiva de la derecha hacia los sectores populares es evidente y donde las conquistas de los últimos años son desmanteladas por un gobierno que asumió con el voto popular, pero que implementa políticas en detrimento del pueblo, hay algo que no pueden borrar de un plumazo ni por  decreto, ni siquiera con la propaganda avasallante que ejercen algunos medios de comunicación. Es la memoria.

Ayer, miles de personas colmaron la Plaza de Mayo conmemorando el 41° aniversario del último golpe de Estado en la Argentina, el 24 de marzo de 1976, que ejerció la desaparición forzada como método de asesinato, que impulsó el exilio de miles, que implementó la tortura, la apropiación de bebés y la muerte. El mismo plan económico, la misma lucha. Paremos la miseria planificada, fue la consigna principal de la marcha junto con el reclamo para la libertad de Milagro Sala, presa política del gobierno de Gerardo Morales en Jujuy, y la reivindicación de los 30 mil desaparecidos. La amnesia histórica ayer no se aplicó.

 

 

LA CALLE

La marcha estuvo encabezada por los organismos de derechos humanos, seguida por la Comisión por la Liberación de Milagros Sala y las distintas agrupaciones políticas y sindicales. “Como a los nazis les va a pasar, a donde vayan los iremos a buscar”, era uno de los clásicos cánticos que acompañaron toda la marcha, como también “a volver, a volver, vamos a volver” seguido con los dedos en el aire en forma de “V”. La movilización hacia Plaza de Mayo arrancó un poco más tarde que lo estipulado. Como siempre, la bandera de los desaparecidos iba de una punta a la otra. La multitud avanzaba de a poco, pero avanzaba. Algunos rostros expresaban llanto; otros, firmeza y confrontación. El humor social era serio. Fue una marcha distinta a las anteriores, caracterizada por la clara confrontación con el gobierno por sus medidas de deshistorización y sus políticas socioeconómicas.

Una de las personas que agarraba la bandera de un costado era Pablo Rocco. Él es ingeniero. Su hermana militó en la agrupación Montoneros y desapareció en 1979. “El único momento en el que puedo estar con ella es ahora”, comentó junto a la foto de la muchacha. Pablo piensa que es una masacre negar la memoria: “No se puede permitir que la juventud no sepa qué es esto”. Y agregó que, si bien  son políticas diferentes las que se aplican hoy, también “hay presos políticos sin juicio, gente a la que no se la deja expresar, destrucción de la escuela pública, la salud. Es un acto de rebeldía venir acá”.

Ilda Rita Alejandrez no llegó tomar parte de la bandera, pero la acompañó hasta llegar a la Plaza de Mayo, punto de encuentro del acto central. “A la historia la tenemos todos en la memoria, no se puede borrar. El alma del pueblo no se puede sacar”, dijo la mujer, que es de Lanús. Mientras lloraba, agregó: “Hay un retroceso. Todo lo que se consiguió se está perdiendo. Hay más tristeza. Ver cómo la policía para a los chicos por portación de cara es terrible. Paran a cualquiera. Es volver a esa época”.

“Queremos la continuidad de los juicios y que haya justicia por los 30 mil compañeros.” Así se expresó Juan Pablo Mantelo de la agrupación HIJOS. Su padre, Victor Mantelo, fue asesinado durante la dictadura. “Había un apoyo [a las organizaciones] por parte del Poder Ejecutivo, y eso ahora no existe. Están haciendo un discurso que va en contra de lo que se hizo en los años anteriores. No vamos a dar marcha atrás en todo lo que logramos estos años.”

El primer documento se leyó a las cuatro de la tarde. “Este año venimos a denunciar los enorme retrocesos en materia de derechos humanos que sufre nuestro pueblo: la miseria planificada, la persecución política, la represión, el encarcelamiento de militantes y la pérdida de la soberanía política y económica”, decía. “El 24 de marzo de 1976 se dio un golpe genocida que instaló el terrorismo de Estado. Nadie puede negar el número de personas ni la dimensión de esos crímenes. Son 30 mil personas, vidas que el Estado hizo desaparecer por su militancia. Repudiamos toda expresión negacionista. Nadie, menos desde el Estado, puede poner en duda que son 30 mil.”

El reclamo también se basó en la apertura de archivos tanto en el país como en otras partes del mundo como la exigencia a la Justicia para impulsar los juicios a los civiles y empresarios responsables de delitos de lesa humanidad. “No alcanza con reuniones y declaraciones. De los jueces queremos que sigan los juicios, que haya sentencias que reconozcan el terrorismo de Estado y que se haga justicia. El 24 de marzo es una fecha en la que nuestro pueblo recuerda, reivindica, denuncia y fortalece la lucha.”

El documento finalizó con la necesidad de “hacer siempre justicia por mano legal y jamás por mano propia” y las consignas de libertad a los presos políticos, restitución de la identidad a los nietos y nietas, juicio y castigo, basta de represión, basta de miseria planificada. “Este es un acto que tiene memoria y no la van a borrar. ¡30 detenidos desaparecidos presentes! ¡Ahora y siempre!”


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