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Candela Yatche: “La diversidad corporal no es una moda, sino una problemática social”


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La psicóloga recuerda los inicios de su fundación Bellamente y en diálogo con Éter Digital analiza la evolución de diversos cambios en la sociedad impulsados por sus campañas.


En un mundo signado por las redes sociales, donde los haters se convirtieron en protagonistas principales y las presiones son constantes, donde los adolescentes buscan hallar su rumbo sin sentirse desorientados, nacen pensamientos que pueden definir a una persona por el resto de su vida. Candela Yatche (25) es psicóloga y fundadora de Bellamente, desde donde lucha por la aceptación de la diversidad corporal y el amor propio como algunos de sus principales objetivos.

Cuando era apenas una niña de 12 años, Yatche se sentía muy insegura y depositaba todo en la mirada de los demás. A los 16, edad en la que la exageración prima y la vida y la muerte parecen estar a apenas a un parpadeo de distancia, ella tenía el ojo puesto en el cambio físico de modo muy materialista y superficial. Iba a un colegio secundario con mucha presión social: el foco eran el cuerpo de las personas y la ropa que usaban. Para los 18, en el último año de cursada, existía una tradición durante la fiesta de egresados en la que las mujeres se ponían un disfraz de bombacha y corpiño con lentejuelas. “Estaba muy naturalizado bajar mucho de peso para ese día vernos espléndidas. Y nosotras relacionábamos que estar espléndidas era estar delgadas”, afirma.

Al finalizar el secundario, tres de sus compañeras debieron comenzar tratamientos por trastornos de alimentación: “Me empezó a llamar mucho la atención ver a muchas personas tan insatisfechas con su cuerpo. Sentí como un despertar interno, empecé a buscar información y me di cuenta de que era muy fuerte: que no pasaba sólo en mi colegio, era una problemática social”, explica Candela lo que la motivó a estudiar psicología.

A los 21 le dio vida a Bellamente a pesar de que transmitía mucho contenido hacia afuera, pero poco a su interior. Fue hace cuatro años a través de Instagram, con el objetivo de “empezar a compartir una nueva visión de la belleza o para dar lugar a conversaciones sobre cuestiones que están naturalizadas, y que para mí no está bueno que lo estén”. Así, esa cuenta que había sido creada sin expectativas alcanzó más de 264 mil seguidores y hoy en día es una fundación sin fines de lucro. Cumplidos sus 25, Candela es consciente de que atravesó un largo proceso de trabajo y frustraciones, se muestra coherente con sus propuestas y busca que se la valore por quien es y no por cómo luce: creció a la par del proyecto.

Define a Bellamente como “un abrazo de alguien que quiere decir que te va a cuidar”. Es su obra de arte, un espacio donde las personas se apoyan, pueden compartir lo que sienten, expresarse, leer otras historias e identificarse.

-¿Recordás un momento en el que sentiste que Bellamente le cambió la vida a una persona?

-Me pasa a veces de estar en un bar escribiendo o trabajando con la compu y que se acerque alguien a decirme ‘hola, perdón, no te quiero molestar’, y me empiezan a contar historias muy fuertes con respecto a sensaciones que le pasan a partir de publicaciones de Bellamente. Me quedo pensando en qué locura y en todos los cambios que se generan en las vidas de las personas. Me llenan y son el motor de querer seguir con todas las energías.

-¿Notás cambios en algún sector de la sociedad, por más mínimo que sea, desde que inició el proyecto?

-Sí, 100%. Cada vez hay más campañas donde se representa la diversidad corporal, marcas con diversidad de talles, los medios quieren mandarse menos cagadas… Bueno, lo siguen haciendo, pero se cuidan con respecto a hablar de los cuerpos como objetos: hay comentarios que ya no pasan desapercibidos. Pero más allá de que haya un montón de avances, todavía podemos encontrar muchas incoherencias. Estamos en un proceso. Es importante no quedarnos con un celular desde el sillón viendo que las cosas no están piolas en el mundo, sino también poder pasar a la acción.

Yatche sostiene que sería ideal poder generar cambios más profundos y sostenibles en el tiempo, que se logre entender que “la diversidad corporal no es una moda, sino una problemática social”. En su mundo utópico estarían cumplidos los 17 objetivos de desarrollo sostenible de las Naciones Unidas planteados para el 2030: desde el hambre cero, el bienestar y la salud de las personas, hasta la igualdad de género y el cuidado del medioambiente.

-¿Qué implica que hoy Bellamente sea una fundación y cómo funciona?

-Implica que tengamos distintas áreas de trabajo, más formalidad y que podamos postularnos a convocatorias internacionales. Bellamente funciona a través de tres sectores: uno de educación, otro de comunicación y el último de investigación. Tenemos una misión: que las nuevas generaciones crezcan libres de mandatos sociales, y todas las iniciativas que hacemos están dirigidas a ese propósito.

En los próximos meses la fundación seguirá con su programa educativo en Argentina con foco en etiquetas sociales y prejuicios, repensar el rol del hombre y de la mujer en la sociedad actual, fomentar el pensamiento crítico a favor de la inclusión y la diversidad, promover la reflexión sobre el ideal de belleza como una construcción sociocultural e iniciar un proceso para desaprender estereotipos y mitos. Además, iniciará un programa sobre violencia digital con el apoyo del Fondo de Población de las Naciones Unidas (UNFPA), al igual que continuará con las investigaciones y la comunicación que apunta a impactar también en otros países de Latinoamérica.

-¿Cuál es tu mensaje para que una persona atravesada por los prejuicios establecidos socialmente pueda iniciar un cambio en su vida?

-Lo más importante es que se escuche, se rodee de gente que le haga sentir bien con lo que es, que se cree contextos saludables, elija el contenido que consume y revise cómo es frente a los demás. Muchas veces criticamos lo que el otro nos hace a nosotros, pero no al revés. Si miramos más empáticamente podemos trabajar en esa mirada hacia nosotros mismos.


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