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Tomás Durrieu: “Si es con cámara, no es radio”

Con más de dos décadas al aire, el conductor habla de su pasión por la música, sus contradicciones y su lugar en el mundo. También, de los cambios en los gustos y el trabajo de las nuevas generaciones.

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Con más de dos décadas al aire, el conductor habla de su pasión por la música, sus contradicciones y su lugar en el mundo. También, de los cambios en los gustos y el trabajo de las nuevas generaciones.


Tomás Durrieu o Toma, como le dicen sus amigos, trabaja en radio hace dos décadas. Lo que más lo caracteriza es su sabiduría musical: Los Rolling Stones, Queen y un sinfín de bandas que marcaron su camino. La relación con la música, los nuevos formatos de radio, el cambio con las nuevas generaciones y la pérdida de los referentes de la juventud a lo largo del paso del tiempo son tema clave.

Su sala está iluminada por la luz natural del amanecer, mientras que se inicia la charla y se abre el plano, se ven dos cuadros que lo rodean, aunque uno llama la atención. Uno monocromo de Johnny Cash, el cantante fallecido en 2003. El llamado “hombre de negro”, de actitud rebelde que resignificó un género y creador de otros más. La fotografía más famosa del artista forma parte del living de Durrieu y un gesto que, según él, lo identifica desde los inicios de su carrera hasta hoy.

-¿Quién te regaló tu primer disco?

-Mi vieja y mi tía a los 11 años me regalaron un minicomponente y con eso dos CD: Grandes Éxitos, de Queen; y Anthology, de The Beatles, que en ese momento no lo entendí. Anthology es un disco que reúne grabaciones que no son las canciones definitivas, tiene tracks donde ellos empiezan a tocar, en un momento cortan y dicen: “No, pará Paul, te equivocaste” y te dejan toda la charla. Cuando era chico quería escuchar la canción y no me importaba de qué hablaban. De grande lo comprendí.

-¿Cómo fue la relación con la música durante tu infancia y cómo cambió a lo largo del tiempo?

-Recuerdo de chico la música que sonaba en casa, la de los programas de radio y escuchar a mi vieja cantar. Durante la adolescencia, en el colegio, se empezó a dar en los recreos una especie de tráfico de discos y de información. Mis grandes intereses musicales eran la cumbia, específicamente Amar Azul, Damas Gratis y algunas cosas más, pero iba mucho en ese sentido y Los Rolling Stones. Yo seguí por el lado de la cumbia un rato más y paralelamente me empecé a meter con los Stones y ya no hubo vuelta atrás.

-¿Qué buscás a la hora de escuchar música?

-A veces creo que uno va a buscar algo específico, una canción, quizás a un artista porque lo necesita, cree que eso le va a hacer bien. En general lo que hago es concentrarme más en las letras que en las melodías. Naturalmente como se trata de música sí debe ser un sonido que me agrade, con el que empatice.

-¿Cuál es el soundtrack de tu vida?

-Mi vida es tan inestable que debería armar una lista, pero si me dicen “Te envenenamos el café”, así que elegí que vas a escuchar seguramente sería Beggars Banquet, de los Stones, además porque es el disco que tengo tatuado. Tiene todo lo que necesito, desde las contradicciones hasta canciones que odio. Es tan espectacular que me define.

-En referencia a tu podcast “No lo soñé”, ¿qué te llevó a elegir esa temática?

-Me gustaría decir que fue algo que pensé y trabajé mucho tiempo, pero la verdad empezó por un sábado de resaca. Estuve todo el día con la canción “Chan Chan”, de Buena Vista Social Club, no me la podía sacar de la cabeza y dije: “Qué es esto, por qué la tengo tan incorporada, la conozco, pero no sé de qué habla”. Investigué y leí que el autor soñó y después la escribió. Hay un montón de canciones que los autores soñaron y después escribieron. Cuando me quise acordar armé una lista con varias, y me dije que tendría que escribir todas estas historias y reformularlas. Llamé al editor de podcasts de Congo.fm, me dijo que lo grabe y se lo pasé. En la versión final los capítulos tenían el sonido que buscábamos, medio confuso por momentos. El podcast llegó alto en los charts, no le doy mucha bola a eso, pero le fue bastante bien.

“Yo solo tengo pesadillas”, es el cierre de cada capítulo. En un minuto y medio, la historia de las canciones más emblemáticas y cómo surgieron en el mismo lugar común: los sueños y la música.

Hoy la radio no solo se escucha sino también se ve. ¿Se pierde esa “magia” con el oyente?

-Hay un juego con las cámaras que es permanente y hay una parte en que el oyente que solo está escuchando, no creo que lo disfrute tanto, se pierden un montón de cosas espectaculares. La verdad es que eso no es radio, puedo decirlo tranquilamente. Lo que demanda es que el mensaje lo complete el oyente, ser cómplice de lo que vos estás diciendo. Por ejemplo, si hago como que estoy golpeando la puerta y digo que entró Axl Rose, el oyente sabe que no es, pero si el chabón empieza a gritar como un desquiciado al final se vuelve cómplice y piensa “qué gracioso”, porque el chiste le funcionó.

-¿Decís que es algo parecido a la televisión?

-Lo que está haciendo la gran mayoría de las radios me parece que es similar a eso. Pero yo no le voy a decir televisión, tal vez es más parecido a un streaming. Lo que les pasa a muchos y no voy a dar nombres es que se hacen defensores de la radio y van para donde les conviene. Si hoy se dice que es con cámara y mañana que es aplaudir dos horas, vas a aplaudir dos horas porque se puso de moda, pero eso no es radio. Si vos estás buscando en el futuro está bien, pero decile de otra forma.

-¿Creés que los medios convencionales no le dan lugar a las nuevas generaciones?

-Hay pibes de 20 años que la rompen y no tienen un espacio, eso hace que se alejen de la radio. Hay que darles un lugar de verdad y no explotarlos, que atiendan el teléfono o que al aire digan lo que vos querés. Hoy existen las nuevas plataformas, Twitch, YouTube, donde ellos tienen un lugar. Pibes con hambre y que pueden solos. En nuestro caso estamos chipeados con que tenés que ir a golpear una puerta, un tipo que maneja un medio te va a decir que sí y vos vas a empezar a pelear con ese tipo, esa es mi idea de laburo, es horrible, pero es así.

Durrieu empezó en radio a los 18 años en San Pedro, provincia de Buenos Aires, haciendo una columna de deportes en un programa político los sábados a la mañana. Un día, sin darse cuenta, mezcló los equipos de fútbol y recibió llamados insultantes de los oyentes. Ese fue el momento en que se dio cuenta de que produjo algo en los otros y volvió para comenzar la carrera de locución.

-Con los continuos cambios de los formatos de la radio, ¿tuviste que readaptarte a los nuevos estilos?

-No, lo que me pasó es que fui encontrando mi estilo según los trabajos que fui haciendo. Ahora no sé si se da tanto eso, pero es una cuestión muy generacional. En un momento mi generación era muy oyente de Rock & Pop, que marcó una época, en cambio los que venían atrás ya escuchaban Metro y el formato magazine. A mí me dejó de generar mucha atracción, pero no para escucharlo, quizá, pero sí para hacerlo. No me divierte tanto.

-¿Entonces decís que el magazine es más simple?

-Creo que también hay algo de “elegir la fácil” en el magazine, no estoy subestimando porque hubo algunos espectaculares, cosas que creo que ni siquiera podría hacer. Es el formato que hoy predomina en los medios, donde se sientan cuatro o cinco y conversan de lo que les pasó anoche sin llegar a ningún puerto interesante, dos o tres entrevistas, algún juego con los oyentes, un piso de noticias y un par de canciones de las que están de moda. Si lo pensás es bueno, es como que parece el recurso más fácil. La gran mayoría lo elige por eso.

-¿Tenés algún referente que sigas?

-Mis dos referentes son siempre los mismos, Adolfo Castelo y Alejandro Dolina. Los dos tipos que más escuché. Lamentablemente he perdido algunos de los que tenía, a medida que vas conociendo, vas bajando los cuadros más por lo humano que por lo profesional. Si no lo hubiese conocido diría: “Uh, que ídolo”. Me pasa un poco que escucho más de lo mismo. Ojalá pudiera cambiarlo, pero soy parte de lo mismo, hago lo que puedo.

-¿Y desde tu lugar te gustaría cambiarlo?

-Sí, a mí me encantaría dejar una página en la historia de la radio. No sé si cambiarla, aunque sí soñar con eso. Eso se da no solo en el talento sino con el contexto, se tienen que dar las dos cosas, aunque no es todo tan sencillo. Hoy el contexto es el de los streamers que lo encontraron y lo hacen bien, son muy entretenidos, yo los veo.

-¿Qué significa para vos la radio?

– La radio es el único lugar en el mundo en el que me siento seguro, es horrible vivir inseguro, rodeado de dudas, reflexiones, temores, angustia, incertidumbre. Cuando estoy en el estudio de radio hablo de todo eso, pero lo hago en mi terreno y me siento tranquilo. En la radio estoy bien ahí, pero afuera no.

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Ornella D’Elia: “El INCAA es autárquico, la idea de querer eliminarlo es ideológico”

La joven actriz opinó que los constantes intentos de atropello del gobierno de Javier Milei contra la cultura son también “una forma de matar nuestra historia”.

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La joven actriz opinó que los constantes intentos de atropello del gobierno de Javier Milei contra la cultura son también “una forma de matar nuestra historia”.


Ornella D’Elia (21) nació en Mar del Plata y creció en Tigre, donde se enamoró de la actuación. Promesa del cine y la TV argentina, a quien comparan mucho en las redes sociales con Angelina Jolie, hoy la rompe en la serie “Camaleón: el pasado no cambia”, donde interpreta a Delfina y comparte pantalla con La China Suárez y Pablo Echarri.

Anteriormente, protagonizó la película Los sonámbulos (2019) y participó en las novelas La 1-5/18 (2021) y Buenos chicos (2023), producidas por Pol-ka. También actuó en La ira de Dios (2022), entre otros proyectos.

-¿Cómo describirías la situación de la industria audiovisual hoy? ¿Creés que está recibiendo el apoyo necesario por parte del Estado?

-Hubo todo un tema inmenso con el Instituto Nacional de Cine y Artes Audiovisuales (INCAA). El INCAA es autárquico, la idea de querer eliminarlo es ideológica. Yo creo que hay cosas que van más allá de la financiación. Es una decisión política, es una censura permanente. Con la cultura no se juega así, y es también una forma de matar nuestra historia, porque para muchos es lo que nosotros somos, entonces ahí hay algo más allá político, que es más bien emocional.

-¿Sentís que este momento está más relacionado a decisiones políticas y económicas que con cuestiones artísticas?

-Sí, porque hay personas que se quedaron sin laburo, que tienen hijos, familia, y necesitan seguir adelante. Me importa mucho lo que está pasando con el cine, con mis colegas, mis amigos y la gente que quiero. Deseo que tengan oportunidades, que no la estén pasando mal y que algo que se construyó durante muchos años con tanto amor, esfuerzo y tanta vida puesta en esos proyectos quede completamente desvalido, por debajo de la baldosa.

-¿Cómo cambió la representación de las mujeres en la industria audiovisual?

-Qué difícil esta pregunta. Siento que desde que arranqué a actuar hasta este momento. En mi opinión, el cambio, o por lo menos me veo a mí, es que estamos más plantadas.

-A la hora de seleccionar un proyecto, ¿te inclinás por el guión, el director, el elenco, el mensaje que da? ¿Qué considerás que es lo más importante?

-Me fijo mucho en el guión, porque claramente es lo que va a llevar la historia. Pero también creo en quién está a cargo del proyecto; si me siento cómoda con esa persona, no me importa no conocerla. Si hay algo en su personalidad o en su forma de trabajar que se complementa con la mía, para mí eso es lo más importante.

-¿Cuál fue el proyecto que más te interpeló hasta el momento?

Los Sonámbulos, una película que hice con la directora Paula Hernández, me desafío bastante a nivel personal y profesional. Era una niña y el personaje pasó por un montón de cosas muy fuertes. Cuando leí el guión y cuando lo trabajamos con la directora y con la directora de casting María Laura Berch era impactante leerlo y actuarlo también.

-¿Por qué? ¿Qué recordás de ese personaje?

-No me olvido más que estábamos en el Festival de Mar del Plata, la película había terminado y la gente seguía sentada en la butaca y las mujeres de las primeras filas lloraban. Cuando se levantaron y me vieron, me abrazaron y sentí como cuando una persona está desgarrada y te dice ‘gracias’. No lo podía creer eso. Lo recuerdo como un buen momento, como algo lindo.

-¿Cómo preparás un personaje? ¿Ponés cosas tuyas?

– Siento que todo lo que alguna vez le di a un personaje existe en mí. La actuación tiene eso: te permite encontrarte todo el tiempo con algo nuevo, y ese algo siempre sos vos. Cuando estoy ensayando, en ese momento me pasa mucho que capaz salgo a la calle siendo ese personaje para ver también cómo me mira la gente, o me siento en una plaza para analizar cómo miro y no solamente lo que le pasa a los demás, sino cómo es que voy sintiendo cuando estoy en ese personaje y qué me sucede.

-¿Qué pasa con el después de una escena?

-Yo no puedo hacer una escena y estar desconsolada llorando, o de repente gritando en un ascensor, y cuando el director o la directora dice ‘corte’ que esté todo espectacular. Hay algo que te atraviesa. Y si no sentiste nada, no podés transmitir y eso se ve después cuando mirás una película, serie o lo que sea. Cuando ves a un personaje que está muy emocionado y no está llorando con lágrimas, pero realmente te llega. Eso busco transmitir.

-¿Cómo te llevás con las redes sociales?

-Las redes sociales son muy conflictivas porque nos creemos todo lo bueno y todo lo malo. No son parámetro de nada. Yo estuve con un montón de ataques de pánico y ansiedad, y nadie nunca en las redes sociales se enteró de que estaba pasando por ese momento. Era un espejo de una miserable realidad.

-Te comparan mucho con Angelina Jolie en las redes. ¿Cómo te sentís con eso?

-(Risas) Es verdad, me da un poco de vergüenza porque ella es una bomba, es la mujer más linda, pero no sé si me pasa algo específico.

-¿Tenés algún proyecto que puedas adelantar?

-Sí. Hay estrenos, muchas cosas lindas que todavía no salieron y que las estoy esperando con ganas. Una película de Luis Ortega, una serie y otra película. Después también hay bastantes cosas por apostar en España, que están ahí, pero prefiero ser más prudente con eso.

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Florencia Rodríguez: “Hoy el celular es el tercero en discordia en muchas relaciones”   

La tecnología proporciona acceso inmediato a información, permite formar comunidades y compartir intereses. Sin embargo, su uso excesivo se asocia a una mayor probabilidad de presentar patologías de salud mental.

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La tecnología proporciona acceso inmediato a información, permite formar comunidades y compartir intereses. Sin embargo, su uso excesivo se asocia a una mayor probabilidad de presentar patologías de salud mental.


En la era digital en la que vivimos, la tecnología forma parte del día a día de millones de personas, principalmente de los más jóvenes. Sobre el impacto que tienen las redes sociales, la licenciada en Psicología, Florencia Rodríguez, dice que perjudican las habilidades sociales ya que, cada vez más, “abundan los vínculos virtuales líquidos, superficiales”.

Ella se especializa en parejas, dependencia emocional y adicciones; a la vez que se enfoca en el comportamiento de los más jóvenes y sus vínculos. Además de profesional de la salud, es docente y creadora de contenido desde su cuenta personal

-¿Cómo repercute la tecnología en los vínculos?
-A nivel vincular, cada vez es más difícil conectarse en relaciones cara a cara. Muchos mantienen vínculos virtuales líquidos, superficiales, y desarrollan cada vez menos sus habilidades sociales. Además, logran terminar una relación con tan solo un clic. Hoy el celular es el tercero en discordia en muchas relaciones.

-¿Se puede desarrollar adicción a la tecnología y las redes sociales?

Sí, hoy se habla mucho de adicción a la tecnología. El uso de las redes sociales está generando un gran impacto a nivel personal y vincular. Por un lado, tener varias aplicaciones abiertas en simultáneo y recibir estímulos visuales, sonoros e información, genera un aumento en los niveles de dopamina, ocasionando un vínculo adictivo con el uso de los dispositivos. 

Cada vez se necesita más tiempo en pantalla para generar el mismo efecto, como si fuera una droga. Además de que el uso excesivo de pantallas hace que estemos en varios lugares al mismo tiempo, menos en el presente, en el aquí y ahora. Hoy, vamos a un recital y en lugar de disfrutar el momento, nos preocupamos porque nuestro tema favorito quede grabado en el celular. Entonces, en definitiva, no estuvimos en el recital.

-¿Esto se puede relacionar con patologías como la ansiedad o depresión?

-Sí, totalmente. La repetición de este circuito genera altos niveles de ansiedad y depresión. Todo pasa a ser aburrido fuera de las pantallas, y nos desconectamos cada vez más de nuestros vínculos y de nosotros mismos.

-¿Qué beneficios dirías que tiene el uso de la tecnología?

-El mayor beneficio es que podemos acceder a conocimiento sobre alguna temática específica o a un servicio de calidad desde cualquier parte del mundo. Cuestiones que, antes, para muchos eran inaccesibles. También nos permite estar informados de la realidad y de movimientos de diferentes países del mundo.

-¿Y respecto al ámbito social? 

-En cuanto a lo social, pienso que posibilita el armado de redes de apoyo, contención y también permite compartir intereses. Se generan muchas comunidades a través del uso de la tecnología.

 -¿Cuál es el impacto que tiene el uso de la tecnología en los adolescentes?

-Hoy todo está en internet, los chicos cada vez tienen menos herramientas para resolver problemas cotidianos, ya que no se preocupan en buscar los recursos, obtienen la respuesta rápida en Google. Esto se ve reflejado hasta en las tareas, hoy en día hay muchos docentes que cuando corrigen trabajos prácticos notan que se hicieron con Inteligencia Artificial (AI). En definitiva, se terminan viendo afectadas muchas de nuestras capacidades: el lenguaje, la concentración, la memoria…

-¿Cuáles son las edades más vulnerables para sufrir las consecuencias de un uso indebido?

-Si bien los adolescentes de entre 12 y 16 años son los más vulnerables a los efectos perjudiciales de las plataformas, todos los que no reciban acompañamiento y límites de parte de sus padres pueden sufrir las consecuencias de un uso indiscriminado. Hoy vemos muchos padres ocupados, pero pocos abocados a la crianza o brindando tiempos de calidad.

-¿Cómo debería ser el rol de los padres? ¿Deberían estar presentes o controlar el contenido al que acceden sus hijos? 

-Los padres son quienes deben regular el uso de las tecnologías según la edad. Y, sobre todo, deben enseñar con el ejemplo: si ellos están todo el tiempo hiperconectados, ¿cómo pedirle a sus hijos lo contrario? Deben limitar la cantidad de aplicaciones descargadas en los dispositivos, el tiempo de uso y utilizar las restricciones de edad de cada aplicación. Y también informar y educar para prevenir el grooming.

-Últimamente se está viendo un aumento en los casos de apuestas online.

-Sí, sobre todo en hombres. Cada vez hay más casos de ludopatía y se está dando en edades más bajas. Las aplicaciones de juegos o canales de apuestas virtuales son verdaderamente un problema. Los padres les dan a los hijos el uso libre de la tecnología sin ningún tipo de moderación, y esto los habilita a tomar este tipo de riesgos.

-¿Se observan diferencias entre hombres y mujeres en el uso de las redes y otros entornos tecnológicos como los videojuegos? 

-Sí, las mujeres son más usuarias de las redes sociales. Los hombres también utilizan mucho los videojuegos. 

-¿Por qué creés que se da la diferencia de género? 

Los hombres suelen estar más tiempo hiperconectados porque, en general, son quienes desarrollan menos recursos a nivel emocional, son más evitativos. Y precisamente el celular es una herramienta que les permite evitarse, no conectar con lo que les pasa. También se combina con que son más inmaduros emocionalmente y utilizan los videojuegos para continuar alojados en ese lugar de niños, para evadir las responsabilidades.

-¿Y en las mujeres?

-A las mujeres se les juegan más cuestiones de autoestima a través de las redes. Prevalecen mayormente los sentimientos de envidia y la competencia con otras mujeres, que lleva a una búsqueda constante de aprobación externa.

-¿Aprobación externa en forma de likes?

-Sí. Hace poco Instagram incluyó una opción para no visualizar los likes. Hoy, todo se negocia por un like. La pregunta es: ¿cuál es el límite?


*Estudiante de la carrera de Periodismo y Producción de contenidos a distancia.

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París 2024: cambios en la política de género

Julia Mengolini: “Lidio con el hate desde el año 2012”  

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Agustín Gómez Sanz: “La Revista Lazer era internet sin internet”

El primer redactor de la mítica revista de cómics y anime argentina habla sobre el legado que dejó la publicación respecto del humor y la cultura japonesa. 

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En julio de 1997, Leandro Oberto y Pablo Ruiz, fundadores de la editorial Ivrea, sacaron a la luz la Revista Lazer. La publicación tenía características que la diferenciaban del resto, como por ejemplo, su lenguaje coloquial muy marcado, su humor y, más adelante, el correo de lectores en el que se mantenía una conversación con quienes enviaban sus cartas a la editorial. 

A los pocos números de salida Agustín Gómez Sanz es contactado por Leandro para que, en principio, sea colaborador. Este llamado lo convirtió en uno de los primeros redactores de la revista hasta el año 2006, tres años antes del cierre de la publicación. A su vez, esto desembocó en su temprano ingreso a Ivrea donde se encargó de traducir múltiples mangas al español.

-¿Cómo fue el momento en el que pasaste de escribir un artículo a ser redactor de la revista?

-Leandro necesitaba información sobre los nombres de los personajes de Sailor Moon. Él sabía de mis conocimientos en japonés por lo que me pidió si podía escribir un pequeño apartado. Al siguiente número me pidió dos notas y para el próximo ya escribíamos la revista mitad y mitad.

-¿Era muy difícil conseguir información sobre un producto tan lejano?

-El acceso a la información era muy restringido y esporádico. No había internet prácticamente y la que había era muy lenta. Incluso Windows a veces no sabía cómo interpretar el japonés en las páginas web. Justamente la falta de información sobre el idioma fue el motivo por el cual yo pude entrar. 

-¿En qué se basaban para elegir los temas?

-Tratábamos de estar al tanto de qué se iba a publicar, qué era lo próximo a salir. Había muy pocos estrenos pero teníamos relación con los canales que iban a emitir las cosas. La idea de que alguien pudiera ver una serie completa de punta a punta en ese entonces era muy extraño así que nos encargabamos de brindar las guías de capítulos.

-¿Y la elección de los especiales en qué se basaba?

-La idea de los especiales surge porque las notas primero se hacían de a pedazos. Llegabas a contar la información que había hasta el momento que escribías pero con el paso del tiempo quedaba obsoleto y había que hacer una nota más del tema. Nos dimos cuenta que podíamos compaginar todo en una revista especial. Al principio surgió como un rejunte. Después fue más hacer una enciclopedia que incluya todo lo referido hasta el momento.

-Dentro del humor que manejaba la revista se usaban muchas imágenes con texto simple, ¿podrían considerarse los primeros memes?

-Yo me fui haciendo cargo de la parte humorística de la revista. Contaba con una carpeta que tenía millones de imágenes sobre Japón entonces surgió la idea de crear una sección que sea la imagen con un epígrafe y se empezaron a dar chistes recurrentes. No creo que sean los primeros memes pero si es un poco lo que hoy es el lenguaje de internet. 

-¿De dónde surge el característico lenguaje coloquial que usaban en la revista?

-Era una decisión editorial muy fuerte. Una regla que habíamos marcado para todos los redactores junto con el no hablar en primera persona. La idea era hacer una nota objetiva, sin decir qué te gusta y qué no, como si te la estuviera contando un amigo.

-¿Sentís que la revista influyó en el crecimiento de la cultura japonesa en el país?

-Todos los que formamos Lazer estábamos ubicados en un momento específico y preciso que generó que la Lazer sea internet sin internet. Servimos para dar a conocer y masificar, pero no podemos decir que el crecimiento fue por lo que nosotros hicimos. Quizás si no estaba la Lazer pasaba igual. Fue más una sincronía que una causa y efecto. Es innegable que hubo una explosión de la cultura japonesa; y si ayudamos a que eso pasara, fantástico. Pero no somos una de las razones por las que eso sucedió.

-¿Llegaron a tener impacto fuera de Argentina?

-Llegaban cartas tanto de acá como de otros países de Latinoamérica. Nos planteamos cómo sería publicarla afuera, pero lo que hacía especial a la revista era esa personalidad que uno sentía que conocía a la persona con la que estaba hablando. Si la publicabamos afuera había que hacerlo con gente local que diera justamente esa localidad.

Primera edición de la Revista Lazer del 7 de julio de 1997.

-¿Cómo era el proceso para elegir qué cartas de lectores se publicaban?

-Leandro recibía las cartas y se fijaba qué podía funcionar más en el “Correo de lectores”. La idea era que se dé una conversación. No se censuraba nada. Se buscaba qué era lo más interesante que podía surgir tanto por la carta recibida como por la respuesta que se le pudiera dar en la revista.

-¿Cómo lograron sobrevivir a la crisis del 2001?

-Para Lazer no fue un problema en el sentido de que la información seguía estando disponible mientras hubiera fondos. Gracias a que Ivrea publicaba mangas en España podíamos seguir editando sin problemas acá y, además, la revista en ese entonces tenía un éxito bastante grande.

-¿Influyó la censura que solían recibir los animes en la televisión a la hora de informar sobre los mismos?

-Nosotros mostrábamos lo que no se mostraba en la televisión. Era una forma de mostrar la diferencia cultural, el mostrar que allá se veían cosas que acá la gente se volvía loca por tapar u ocultar y no pasaba nada. Era mostrar cuál era el producto original.

-¿Llegaron a tener problemas por derechos de autor o por licencias?

-En esa época se podía publicar mientras dijéramos que los derechos eran reservados e indicar a quién le pertenecían. Podíamos movernos un poco más sueltos siempre y cuando este ese disclaimer en los créditos dando a entender a quien correspondían las imágenes pero no, no se pagaban derechos.

-Si la revista Lazer se publicará hoy, ¿qué crees que sería diferente y que podría mantenerse igual?

-Nada podría ser lo mismo, hacerla de igual manera hoy no tendría sentido. Todos los temas que nosotros tratábamos de volver mainstream son el mainstream de hoy en día. El problema ya no sería la información sino cómo presentarla y qué información elegimos contar. 

La información es tanta hoy en día que dejó de ser lo importante. El juego hoy está en crear un contexto. Conectar y explicar las referencias que contextualizan. La información está en todos lados, darle contexto sería el servicio hoy en día. Habría que darle una vuelta de rosca a los datos que ya existen dando vueltas.


*Estudiante de la carrera de Periodismo y Producción de contenidos a distancia.

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Lectura en tiempos de crisis

Gacha adictos: ludopatía e inmersión de los jóvenes en juegos online  

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