El periodista, docente e historiador habló de los cambios en los medios de comunicación, el vínculo con la política y los valores de un buen profesional.
Su recorrido por los medios es tan amplio que incluso atraviesa los siglos. De paladar elegante como caviar periodístico pero popular, siempre popular. Carlos Ulanovsky (79), el “Señor Radio”, hace un boceto de su historia pasando por los ídolos de su adolescencia a quienes tuvo el placer de entrevistar hasta llegar al plano actual del periodismo argentino. “Creo en la gente que tiene cosas para decir, no cosas para improvisar”, define.
Ulanovsky hizo su primer programa de radio a sus 27 años, durante los años ‘70 en lo que hoy es Radio Ciudad. Lleva, entonces, más de 50 años metido dentro de un estudio radiofónico. Fue partícipe de la apertura de la carrera de Comunicación Social en la Universidad de Buenos Aires (UBA), fundó su propia escuela y escribió gran cantidad de libros a lo largo de su carrera. A pesar de los reconocimientos que recibió, mantiene una profunda humildad que lo convierte en una huella significativa en la historia de la comunicación argentina.
-Te llaman “Señor Radio”, ¿cómo te hace sentir este reconocimiento?
-Es un mimo como cualquier otro, como si te entregaran un premio. Pero no es sino otra cosa que una exageración. Imaginate que si yo lo soy, qué serían Héctor Larrea, Cacho Fontana o Antonio Carrizo. Agradezco la deferencia, pero sigo adelante sin creérmela.
-¿Soñabas de adolescente con convertirte en el periodista que sos hoy?
-No imaginaba llegar hasta acá. A los 15 años, cuando estaba en la secundaria a los 15 años, invitado por mi compañero de banco Rodolfo Terreño hice una entrevista de interés general. Haber participado de esa revista me abrió los ojos para una cantidad enorme de cosas. Ahí me di cuenta de que si uno en nombre de un medio, de una revista, de una radio, de un canal de televisión, le habla a alguien, eso te abre una puerta. La revista salió cuando estábamos en 3º, 4º y 5º. Entrevisté a la gente que yo admiraba en aquel momento: desde Leopoldo Torre Nilson y Agusto Bonardo a Pinky, Dante Panceri y Dalmiro Sáenz.
Ulanovsky -o como le dicen en la radio, “Ula”- repasa nombres que en su mayoría han pasado a mejor vida, o al menos a otra, y le brillan los ojos. Afirma con la ilusión de un chico que pudo entrevistar a sus ídolos, que cumplió sus sueños de adolescente. Muestra sin disimular que a donde él llegó ahora antes estuvo el aspirante que supo ser y cuya energía juvenil todavía conserva.
“Tengo la hipótesis de que en cada periodista anida un cholulo, lo comprobé en muchas ocasiones ya como profesional. Un día, cuando en el 85 trabajaba en Clarín, me di cuenta de que no conocía a Jorge Luis Borges. Lo había leído mucho y un día lo llamé, me citó para un lunes y así lo conocí. Así se dio con centenares de personas. Hay un dicho irónico que asegura ‘El periodismo es lindo porque se conoce gente’. Y en parte es cierto.
-Pero en este oficio nos enseñan a no ser cholulos, a tratar de par a par, no mostrar fanatismo. ¿No es entonces arrancar en desventaja?
-El fanatismo es otra cosa, el cholulo es distinto. Hay una periodista que tiene 90 y pico de años que se llama Adela Montes, quien durante su juventud junto a otras amigas fundaron el Club de Cazadoras de Autógrafos. No había selfies, entonces se iban a las puertas de las radios, porque tampoco había canales en los años ‘40 y ‘50, hasta que salía el artista y le pedían su firma. Después, inspirada en esa figura, el historietista Toño Gallo inventó para Radiolandia un personaje que se llamaba Cholula loca por los astros.
–¿Cómo ves al periodismo argentino en la actualidad?
–Digamos que todo el periodismo, el impreso, el electrónico, está en un proceso de transición. Es algo que con algunos matices está pasando en todo el mundo. Se está alejando la etapa analógica, cruje por todos lados, casi te diría que es despreciada en este momento, pero es la única que todavía sigue dando algún rédito monetario. En el mundo los CEOS y los gerentes de las grandes editoriales, de los grandes diarios y revistas, están pensando en cómo monetizar las versiones online. Algunos te dicen “usted tiene un límite de 5 o 10 notas” para leer gratis pero después hay que pagar. El periodismo va en esa dirección, donde prácticamente todo va a ser como es el fútbol ahora, prácticamente codificado.
-¿Eso condiciona el periodismo?
-Eso determina la naturaleza y estado del periodismo actual, en especial en países como el nuestro, donde todas las cosas tienen una característica salvaje, entonces ahora en la Argentina lo que más se nota es la precarización. Es brutal. El gran ejemplo es Pagina/12, hubo tres días en que no salió y hay una lucha entre el personal y la empresa. Y esa misma lucha, sin llegar a ese nivel tan dramático, está en Perfil, en algún canal de TV, una radio, creo que está prácticamente en todo.
-¿Y cómo influye la política?
-Otra cosa que caracteriza el momento actual del periodismo es la polarización, los medios más que el periodismo, funcionan como partidos políticos. Entonces eso también le genera un gran daño porque, primero que nada, le quita credibilidad, justamente uno de los grandes capitales del periodismo.
-¿Qué opinás de la avanzada de la derecha que utiliza las redes sociales como punta de lanza que pone el blanco en la juventud?
-Esos personajes en los medios no hacen otra cosa que reproducir lo que sucede en la realidad política. El diario Clarín tiene sus mascarones de proa que hablan en su nombre, Clarín les pone palabra, Clarín les da línea, Clarín les escribe argumentos y ellos hablan. Ellos tienen los medios y hablan. Incluso La Nación que ahora tiene un canal propio. De hecho, la prueba de que algún efecto causa es que de la nada Milei consiguió un 15 % de votantes, eso ya es muy inquietante. Que un personaje siniestro, detestable y ridículo incluso haya conseguido de la nada ese espacio es alarmante.
-¿Cuáles creés que son las virtudes y desventajas de los nuevos comunicadores?
-La virtud, primero que nada, el talento. Si tienen o no algo para decir. Lalo Mir y Jesús Quintero coincidieron sin proponérselo en una frase,algo así como “Poné enfrente de un micrófono a un tipo que tenga algo para decir, aunque el micrófono sea de 2 pesos y el transmisor sea de 1 kilowatt, a lo mejor dejás insomne a media ciudad”. Y es cierto. Yo creo en esa gente, no en la que va a los programas con lo puesto.
-¿Eso ocurre ahora?
-Si en mi programa le hago una nota a uno que escribió un libro es porque antes lo leí. Lo mismo sucede con una obra de teatro o una película. No puedo pensar en otra manera de trabajar. No coincido con esa cosa tan de moda que es “llego a la radio con lo puesto y vemos qué pasa”. Ahí se arma lo que puede ser un grupo de amigos, habitantes de café, pero no es un programa de radio. Otra de las grandes cosas que pasan en este momento es que hay un montón de medios sostenidos por los oyentes, y eso me parece incluso un avance de características democráticas, porque significa que el oyente, la audiencia, captó perfectamente su necesidad. Los tipos dicen “ese medio me representa, no quiero que de un día para el otro ese medio desaparezca, entonces en la medida de mis posibilidades lo apoyo”. Me pregunto los que como yo son aportantes de Pagina/12, ¿qué estarán pensando que hubo tres días en que no salió? Yo hago una gran diferencia con eso, yo creo en el trabajo y en el esfuerzo.
-¿Existe la objetividad en el periodismo?
-No, para nada. Creo que una de las grandes características del periodismo es la subjetividad. Sos un periodista de televisión y si ponés la cámara a la izquierda o a la derecha, estás cambiando de punto de vista. Hay una grand definición que dice: “Periodismo es el ejercicio del punto de vista”. Y quien tenga un punto de vista más ampliado, más sofisticado, más lleno de matices, va a ser mejor en la profesión.
-¿Qué le dirías a los que creen que la radio ya murió?
-Primero les diría que es una fake new decir que la radio murió. Caso contrario, no estaríamos nosotros dos trabajando en un lugar que ya se murió, alguien nos habría avisado. La radio viene soportando esa mentira desde 1960, cuando llegó la TV privada al país y dijeron “la radio se muere”. Sí tuvo una crisis importante, pero zafó. Ahora quien escucha radio, así la escuche en una portátil chota que solo le exige dos pilitas cada tanto, o la escuche en un celular de última generación, está medianamente informado. Porque la radio te da al minuto o a los 5 minutos todo lo que pasa a 3 mil o 30 kilómetros de acá. La radio no murió, al contrario, me parece que está planteando nuevos desafíos.
–Existe ahora una generación de estudiantes que tiene ganas de meterse en un medio de comunicación, pero resulta cada vez más difícil. Si pudieras regalarle tres valores fundamentales en la formación profesional periodística imprescindibles para sobrevivir al medio, ¿cuáles serían?
-Lo primero que les diría es que lean. Yo di clases 10 años y después me cansé, pero por ejemplo encontraba alumnos o alumnas a los que veía con una clara vocación y los recontra apoyaba. Y cuando alguien me decía “Yo no quiero escribir, yo quiero hacer radio o televisión”, les respondía que escuche cuáles son las tres líneas de información con que Ariel Delgado hace sus informativos o que escuche a Eduardo Aliverti. O que busque videos de Augusto Bonardo cuando hacía “La gente“. La lectura te abre la cabeza, te acompaña tanto como acompaña la radio, y también te amplía el capital profesional. Digo, no es lo mismo disponer de 750 palabras que de 7.500. Y esas palabras te las genera la lectura.
-¿El segundo valor?
-Recomendaría no creérsela. En el periodismo hoy estás arriba y mañana estás abajo, y eso te va a tocar siempre a menos que seas chanta o corrupto. hay que asumirlo.
–Te queda el tercero por mencionar…
-Tomarse el laburo en serio. Yo tengo un montón de libros publicados, y cada vez que sale uno me invitan a una charla y me hacen una entrevista. Cuando escucho a la persona que me entrevista decirme “Carlos, contame un poquito de tu libro” pienso, “pero pedazo de hdp, no leíste ni la solapa, ni la contratapa”. Ese es el laburo del periodista. Y hay que tomarlo con responsabilidad.
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