ENTREVISTAS
Cómo trabaja un director de series y telenovelas
Una entrevista imperdible con Martín Saban, el multipremiado director de ATAV, Valientes y Soy Luna, entre otros éxitos de Pol-Ka, para quienes quieren conocer el mundo de la dirección audiovisual desde adentro.

Una entrevista imperdible con Martín Saban, el multipremiado director de ATAV, Valientes y Soy Luna, entre otros éxitos de Pol-Ka, para quienes quieren conocer el mundo de la dirección audiovisual desde adentro.
“Lo que más me gusta de la dirección es el trato con la gente”, señala Martín Saban, director de televisión que desde hace veinte años dirige los éxitos de Pol-ka Padre Coraje, ATAV, Hombres de honor, Los únicos, Violetta y Soy Luna, entre otras producciones.
En este mano a mano con el multipremiado director repasamos su carrera, sus proyectos actuales y cómo es el día a día de un director en una tira diaria del prime time televisivo.
– ¿Qué es lo que más te gusta de la dirección y de tu rol en la filmación?
Lo que más me gusta de la dirección es el trato con la gente. Hay un alto nivel de vínculo creativo, técnico, técnico-creativo, artístico, según con quién te estés vinculando, y lo bueno del trabajo en equipo para mí, es poder switchear permanentemente entre los códigos establecidos con quien vayas a vincularte. Las formas, el lenguaje, si es lenguaje técnico, si es lenguaje de luz, si es lenguaje de audio, si hablas de planos, de corte, de música, de actuación, o del encuadre con el camarógrafo. Ese tipo de switch y lo que es la conducción de un equipo humano es el desafío más grande de un director.
– ¿Qué consideras fundamental para que un proyecto salga bien?
Es una buena pregunta, hay un montón de factores, un proyecto tiene siempre una caja de un montón de variables, las más generales son dinero y tiempo. Con esas variables vos tenés que hacer un proceso analítico-crítico, muy fino, que después se ve reflejado en lo que se llama diseño de producción. Vos sabés que tenés tantos días para grabar tantas escenas o tantos capítulos en determinadas condiciones, no es lo mismo grabar en la Ciudad de Buenos Aires, en un estudio, que grabar en un salar en el norte argentino, en Bariloche o en Europa. Las condiciones son diferentes, las condiciones climáticas, de terreno, los permisos, cómo se pide permiso para poner el camión de cámara, cómo se pide permiso para filmar. Bueno, todas esas variables juegan en el entendimiento del diseño producción, y es lo que hace que un proyecto salga bien o salga mal.
Hay proyectos que anduvieron muy bien de rating, y que fueron grandes fracasos comerciales porque tardaron de repente un mes y medio más de rodaje de lo que tenían que haber tardado, y eso hizo que la gente que invertía perdiera mucho dinero. Atrás de cualquier director que tiene una mirada artística, hay una industria donde hay roles y gente que arriesga dinero para hacer un negocio, sea un canal o una plataforma, o una productora o un inversor privado. Todo eso tiene que ser ordenado por las cabezas de equipo que van a llevar adelante un proyecto, esas cabezas tienen que tener muy en claro las variables que te mencionaba antes, dinero y tiempo fundamentalmente. Después sí, que el casting sea bueno, que el diseño de vestuario sea bueno, que la luz sea buena, que el movimiento de cámaras sea el adecuado, que se vea lindo, que se vea bien, que se vea agradable o que transmita tensión según el proyecto. Que el libreto sea bueno, la materia prima de cualquier proyecto es el libro, si el libro es malo, no hay nada que hacer, el proyecto va a ser malo, puede ser caro o barato después, puede salir bien o mal, pero va a ser malo. Y es ahí donde uno tiene que poner siempre el ojo como director.
– Una vez dentro del proyecto, ¿cuál es tu trabajo como director?
Mi trabajo es muy variado según cada proyecto. En el que estoy ahora, mi trabajo es darle a la gente que está escribiendo, feedback permanente de cómo veo los libretos, cómo veo los guiones, decirles qué me gusta y qué me gustaría cambiar, y sugerir no mejoras, pero sí puntos de vista. Cuál sería mi punto de vista sobre tal escena, la mirada sobre tal personaje, ese es un proceso largo en este momento, es un proceso de varios meses, lo que lo hace muy intensivo. Paralelamente estamos viendo locaciones, tiempo, dinero, recursos visuales, sean por ejemplo efectos visuales, hasta cuántos puedo tener y cuántos necesito.
Todo el tiempo es ese equilibrio, qué necesito y cuánto tengo, o cuánto puedo tener. La música, hablar con el músico, hablar con la directora de arte de cómo van a hacer la ambientación y si hay que construir decorados cómo van a ser. La paleta de colores, hablar con la directora de fotografía de cómo va a ser la iluminación a partir de los climas que se quieren pensar para cada decorado, para cada personaje. Con la gente de producción, cómo lo vamos a hacer, en cuánto tiempo y qué recursos se necesitan, si hace falta una grúa, o si hay que llevarse una cámara a la mitad de la montaña. Cómo va a ser el plan de rodaje, eso se charla con la gente dirección, qué escenas van, cuántas escenas van a grabarse cada día, en qué lugar y cómo se agrupan. Cómo se priorizan, cuántas de noche, cuántas de día, cuántas se pueden fingir grabando de día que son noche o cuánto hay que grabar de noche para que sea noche por noche, y después se habla mucho de presupuesto y mucho de tiempo, eso es como la gran constante.
– ¿Cuáles son los retos a los que se enfrenta un profesional de cine en la actualidad?
Los retos son mantenerse siempre atento a qué pide el producto, qué pide el cliente, que pide la industria y qué pide el público. Una cosa no puede obviar la otra, si uno trabaja solamente para el cliente sin mirar al público, no funciona, si uno trabaja solamente para el público, sin tener en cuenta al cliente tampoco. Entonces, hay como varios vectores que hay que hacer coincidir en la dirección que uno considera que es la adecuada, ese es el desafío, no equivocarse.
– Y en la pandemia, ¿encontraste algún desafío nuevo?
Si, en la pandemia encontré el desafío de dar por terminado un vínculo laboral de 26 años con una productora que fue Pol-Ka, saltar al vacío en plena pandemia, a ver qué había para mí en el mercado local y en el mercado internacional. Decidir hacerlo y dar el salto, y reinventarme, encontrándome no solamente como director, sino como parte de equipos de desarrollo de cosas nuevas. Y como autor, no escribiendo el guión terminado, pero sí escribiendo el concepto de la idea en tres proyectos, dos proyectos para jóvenes y un proyecto para adultos, esto como génesis propio. Y además trabajando y dando forma a proyectos de una productora que necesita su departamento de desarrollo y me confía a mí, entre otra gente, sus ideas y sus posibles proyectos a futuro. O sea que un montón de cosas.
Sabán recibió varias distinciones a lo largo de su carrera entre las que se encuentran los Premios Clarín y Martín Fierro como Mejor Telenovela del año, y su novela Padre Coraje también recibió el Martín Fierro de Oro. Fue nominado como Mejor Director en diversas oportunidades.
– ¿Cuál fue la novela en la que más disfrutaste trabajar?
Disfruté un montón de trabajos, en la mayoría encontré siempre el espacio en donde pasarla bien. Hace poco un productor me decía que de repente en determinado programa me reemplazaba un director y era como una fiebre de locura y de cosas que no funcionaban, y el director que se quejaba y se enojaba. Y entonces me decía, y te veía a vos, y estabas antes y después de eso, como navegando en un crucero con un Martini en la mano, y yo le decía: “Bueno, es que la paso bien”. ¿Entendés la diferencia? Mientras un director se quejaba de que era muy complejo, yo le encontraba eso, el bienestar, y me relajaba y disfrutaba. Creo que en todos la clave es encontrar ese espacio. Los que recuerdo con mucho cariño son, “Padre coraje”, que fue una novela de época, “Hombres de honor”, otra novela de época, “Argentina tierra de amor y venganza”, también de época del anteaño pasado. Programas infanto-juvenil como “Violeta” y “Soy Luna”, que fueron de mucho éxito, “Valientes”, que fue una novela que fue un exitazo en su momento, toda la gente la veía todas las noches. Es lindo hacer un programa que la gente vea tanto, todas las noches y que lo sigue, como hacer un programa como “Violeta” o “Soy Luna”, donde pasan los años y la gente lo sigue viendo y lo sigue memorando. Son todos estos programas los que te menciono, donde la pasé muy bien.
– Hiciste muchas series de época, como recién mencionaste, “Padre coraje”, “Hombres de honor”, y “Argentina tierra de amor y venganza”, ¿Qué consideras que fue lo más difícil en esas novelas y si ves alguna diferencia o cambio respecto a otros trabajos?
Sí, todo lo que es época tiene una dificultad mayor porque cada frase, cada vestuario, cada modismo, cada elemento de utilería tienen que ser revisados dos veces, porque o no se hablaba de determinada manera, o la expresión era distinta, o no había determinados elementos. Tiene que estar uno muy atento a un montón de variables que en el día a día y en el ritmo vertiginoso con el que se graba y se produce, tienden a pasar desapercibidas.
Por ejemplo, una vez vi una captura de pantalla de un televidente que había marcado que en el fondo de un cuadro, casi donde no se veía, en medio de una escena, había una manzana que tenía una etiqueta adhesiva de la marca, y en esa época no existían supuestamente esas etiquetas, o todavía no se usaban. Cosas como por ejemplo eso que uno tiene acostumbrado al ojo, y lo ve y no lo percibe, o ni siquiera lo ve, bueno, uno tiene que hacer como double check todo el tiempo en ese tipo de situaciones.
El reconocido director trabajó también para proyectos audiovisuales de Chile y México, y hasta dirigió programas de la televisión española desde Buenos Aires.
– ¿Cómo fue que entraste al mundo del cine y la tele?
Me inicié en el colegio secundario tratando de hacer trabajos prácticos que fueran más divertidos que pasar al frente, y agarré una cámara de video que tenía en casa. Conocí a un grupo de gente que estaba recién empezando a editar, estamos hablando de fines de los 80’s, principios de la historia del video hogareño. Yo sabía que había algo que se llamaba Isla, que eran unos chicos un poco más grandes que yo, que habían puesto en un PH unas caseteras, una cámara y algo que se llamaba mixer en esa época, que era un switcher hogareño. Y empecé a encontrarme con la posibilidad de grabar y editar, incluso duplicando a un personaje. Calculaba tiempos pares e impares de un personaje duplicado, si fuera A y B, como capas, para generar un noticiero con un gemelo dando las noticias. Eso me pasó a los 17 años y ahí empecé a darme cuenta que me parecía muy divertido todo lo que tuviera que ver con el video.
Años después, ya siendo estudiante y viendo que tenía bastante experiencia por mi cuenta, con mi propio equipo, había comprado cámaras, algo de edición, intercomunicadores, y empezaba a hacer lo que era edición en vivo en eventos, grababa un evento a dos cámaras y editaba por para ganar plata. Hacía plano general y editaba a la vez porque tenía un cable corto y el switcher me quedaba al lado de la cámara, y así me ahorraba un sueldo y un cable. Haciendo eso empecé a ganar experiencia de lo que es ponchar, que es algo que después hice mucho en ficción. Ponchar es ir cortando entre cámaras, entre planos, te comunicás con el camarógrafo que está adelante, él hace una indicación de un plano que te gusta, y una vez que lo tenés y lo estás viendo, lo cortas, dándole aire o dándole plano.
Ya con toda esa experiencia empecé a los veinti pocos años a trabajar en el ambiente industrial, en una serie que se llamó “La marca del deseo”, en el año 93 y donde empecé como asistente de cámara.
Saban se formó en medios audiovisuales en Buenos Aires Comunicación y Escuelas ORT y se capacitó en edición, en educación musical y en dirección de actores en la escuela de Raúl Serrano.
– ¿Qué directores o películas fueron o son referentes para tu trabajo?
Los directores que me gustaban cuando empecé a estudiar, son los mismos que me siguen gustando hoy. Y por supuesto hay gente nueva, y gente muy interesante, pero los que me marcaron fueron Brian de Palma, fue Kieślowski, que tuvo una película genial que se llamó “La doble vida de Verónica”, y fue también el director de la trilogía: “Bleu”, “Blanc” y “Rouge”, que es una película por cada color. Me gustó mucho Bille August, que hizo una película que se llamó “Las mejores intenciones”, es una película fantástica, y después hay una película que no me acuerdo nunca el director que se llamó “Kolya”, que es la relación entre un nene y un señor grande que toca el chelo, y que se van vinculando hasta que finalmente se convierte en un vínculo padre-hijo. Es una película maravillosa.
– Antes mencionaste que estuviste 26 años en Pol-Ka, ¿Cómo fue que entraste en Pol-Ka? Y después, ¿Cuáles son tus próximos proyectos profesionales?
Entré en Pol-Ka como reemplazo de asistente de cámara y después fui reemplazo de camarógrafo. Después fui camarógrafo de un programa que se llamó “Poliladron”, en los comienzos de Polka en el año 94, pero al final entonces tenía muchas opciones de trabajo y donde no trabajaba para una compañía, trabajaba para la otra. De pronto, en “Verdad consecuencia” me dijeron, che nos gusta cómo haces cámara, venís de fijo, y ahí es como entré a Pol-Ka de manera permanente y al poco tiempo era asistente de dirección. En algún momento tuve la oportunidad de empezar a reemplazar al director y empezar a dirigir, hasta que finalmente me dieron una oportunidad única de empezar a dirigir a los 29 años, y además en el exterior, con lo cual me encontré dirigiendo en Chile, trasladando a mi familia, que era mi esposa y un nene muy chiquito. Y nada, adaptándome a la reciente paternidad y a la reciente dirección, todo a la vez en otro país, con lo cual era como un desafío triple. O sea. que estuve desde los comienzos de Pol-Ka y dirigí durante casi 20 años, desafíos de Pol-Ka en Argentina y después coproducciones, viví mucho tiempo en México, viví en Chile, e hice cosas en Argentina y en España para Globomedia. Tuve muchos esquemas de coproducción en los que estuve involucrado, incluso los de época como “Padre Coraje” y “Hombres de honor” fueron con una productora israelí que se llama Yair Dori, que sigue vigente haciendo muy buen material.
¿Qué voy a hacer ahora? Estoy en la dirección de un proyecto para Disney que es un proyecto muy interesante, estoy desarrollando proyectos personales, algunos tienen ventana de producción posibles en lo venidero, que en algún caso tienen la intención de que yo lo dirija. Me estoy diversificando, a la vez hago documentales, hice un documental sobre Sebastián Yatra y una ganadora de un reality para Disney+, que se llama “Conecta y canta”, es el último episodio del documental. Otro documental sobre los últimos cinco días de los cinco integrantes de CNCO, que se va a estrenar prontamente. Y en el desarrollo de guiones, no del guión en sí, sino del concepto del mismo, a pedido de una casa productora, con lo cual hay muchas cosas a la vez.
Esta entrevista fue realizada en el marco del Taller de Comunicación de la Escuela Superior de Comercio “Carlos Pellegrini”.
ENTREVISTAS
Ornella D’Elia: “El INCAA es autárquico, la idea de querer eliminarlo es ideológico”
La joven actriz opinó que los constantes intentos de atropello del gobierno de Javier Milei contra la cultura son también “una forma de matar nuestra historia”.

La joven actriz opinó que los constantes intentos de atropello del gobierno de Javier Milei contra la cultura son también “una forma de matar nuestra historia”.
Ornella D’Elia (21) nació en Mar del Plata y creció en Tigre, donde se enamoró de la actuación. Promesa del cine y la TV argentina, a quien comparan mucho en las redes sociales con Angelina Jolie, hoy la rompe en la serie “Camaleón: el pasado no cambia”, donde interpreta a Delfina y comparte pantalla con La China Suárez y Pablo Echarri.
Anteriormente, protagonizó la película Los sonámbulos (2019) y participó en las novelas La 1-5/18 (2021) y Buenos chicos (2023), producidas por Pol-ka. También actuó en La ira de Dios (2022), entre otros proyectos.
-¿Cómo describirías la situación de la industria audiovisual hoy? ¿Creés que está recibiendo el apoyo necesario por parte del Estado?
-Hubo todo un tema inmenso con el Instituto Nacional de Cine y Artes Audiovisuales (INCAA). El INCAA es autárquico, la idea de querer eliminarlo es ideológica. Yo creo que hay cosas que van más allá de la financiación. Es una decisión política, es una censura permanente. Con la cultura no se juega así, y es también una forma de matar nuestra historia, porque para muchos es lo que nosotros somos, entonces ahí hay algo más allá político, que es más bien emocional.
-¿Sentís que este momento está más relacionado a decisiones políticas y económicas que con cuestiones artísticas?
-Sí, porque hay personas que se quedaron sin laburo, que tienen hijos, familia, y necesitan seguir adelante. Me importa mucho lo que está pasando con el cine, con mis colegas, mis amigos y la gente que quiero. Deseo que tengan oportunidades, que no la estén pasando mal y que algo que se construyó durante muchos años con tanto amor, esfuerzo y tanta vida puesta en esos proyectos quede completamente desvalido, por debajo de la baldosa.
-¿Cómo cambió la representación de las mujeres en la industria audiovisual?
-Qué difícil esta pregunta. Siento que desde que arranqué a actuar hasta este momento. En mi opinión, el cambio, o por lo menos me veo a mí, es que estamos más plantadas.
-A la hora de seleccionar un proyecto, ¿te inclinás por el guión, el director, el elenco, el mensaje que da? ¿Qué considerás que es lo más importante?
-Me fijo mucho en el guión, porque claramente es lo que va a llevar la historia. Pero también creo en quién está a cargo del proyecto; si me siento cómoda con esa persona, no me importa no conocerla. Si hay algo en su personalidad o en su forma de trabajar que se complementa con la mía, para mí eso es lo más importante.
-¿Cuál fue el proyecto que más te interpeló hasta el momento?
–Los Sonámbulos, una película que hice con la directora Paula Hernández, me desafío bastante a nivel personal y profesional. Era una niña y el personaje pasó por un montón de cosas muy fuertes. Cuando leí el guión y cuando lo trabajamos con la directora y con la directora de casting María Laura Berch era impactante leerlo y actuarlo también.
-¿Por qué? ¿Qué recordás de ese personaje?
-No me olvido más que estábamos en el Festival de Mar del Plata, la película había terminado y la gente seguía sentada en la butaca y las mujeres de las primeras filas lloraban. Cuando se levantaron y me vieron, me abrazaron y sentí como cuando una persona está desgarrada y te dice ‘gracias’. No lo podía creer eso. Lo recuerdo como un buen momento, como algo lindo.
-¿Cómo preparás un personaje? ¿Ponés cosas tuyas?
– Siento que todo lo que alguna vez le di a un personaje existe en mí. La actuación tiene eso: te permite encontrarte todo el tiempo con algo nuevo, y ese algo siempre sos vos. Cuando estoy ensayando, en ese momento me pasa mucho que capaz salgo a la calle siendo ese personaje para ver también cómo me mira la gente, o me siento en una plaza para analizar cómo miro y no solamente lo que le pasa a los demás, sino cómo es que voy sintiendo cuando estoy en ese personaje y qué me sucede.
-¿Qué pasa con el después de una escena?
-Yo no puedo hacer una escena y estar desconsolada llorando, o de repente gritando en un ascensor, y cuando el director o la directora dice ‘corte’ que esté todo espectacular. Hay algo que te atraviesa. Y si no sentiste nada, no podés transmitir y eso se ve después cuando mirás una película, serie o lo que sea. Cuando ves a un personaje que está muy emocionado y no está llorando con lágrimas, pero realmente te llega. Eso busco transmitir.
-¿Cómo te llevás con las redes sociales?
-Las redes sociales son muy conflictivas porque nos creemos todo lo bueno y todo lo malo. No son parámetro de nada. Yo estuve con un montón de ataques de pánico y ansiedad, y nadie nunca en las redes sociales se enteró de que estaba pasando por ese momento. Era un espejo de una miserable realidad.
-Te comparan mucho con Angelina Jolie en las redes. ¿Cómo te sentís con eso?
-(Risas) Es verdad, me da un poco de vergüenza porque ella es una bomba, es la mujer más linda, pero no sé si me pasa algo específico.
-¿Tenés algún proyecto que puedas adelantar?
-Sí. Hay estrenos, muchas cosas lindas que todavía no salieron y que las estoy esperando con ganas. Una película de Luis Ortega, una serie y otra película. Después también hay bastantes cosas por apostar en España, que están ahí, pero prefiero ser más prudente con eso.
ENTREVISTAS
Florencia Rodríguez: “Hoy el celular es el tercero en discordia en muchas relaciones”
La tecnología proporciona acceso inmediato a información, permite formar comunidades y compartir intereses. Sin embargo, su uso excesivo se asocia a una mayor probabilidad de presentar patologías de salud mental.

La tecnología proporciona acceso inmediato a información, permite formar comunidades y compartir intereses. Sin embargo, su uso excesivo se asocia a una mayor probabilidad de presentar patologías de salud mental.
En la era digital en la que vivimos, la tecnología forma parte del día a día de millones de personas, principalmente de los más jóvenes. Sobre el impacto que tienen las redes sociales, la licenciada en Psicología, Florencia Rodríguez, dice que perjudican las habilidades sociales ya que, cada vez más, “abundan los vínculos virtuales líquidos, superficiales”.
Ella se especializa en parejas, dependencia emocional y adicciones; a la vez que se enfoca en el comportamiento de los más jóvenes y sus vínculos. Además de profesional de la salud, es docente y creadora de contenido desde su cuenta personal.
-¿Cómo repercute la tecnología en los vínculos?
-A nivel vincular, cada vez es más difícil conectarse en relaciones cara a cara. Muchos mantienen vínculos virtuales líquidos, superficiales, y desarrollan cada vez menos sus habilidades sociales. Además, logran terminar una relación con tan solo un clic. Hoy el celular es el tercero en discordia en muchas relaciones.
-¿Se puede desarrollar adicción a la tecnología y las redes sociales?
–Sí, hoy se habla mucho de adicción a la tecnología. El uso de las redes sociales está generando un gran impacto a nivel personal y vincular. Por un lado, tener varias aplicaciones abiertas en simultáneo y recibir estímulos visuales, sonoros e información, genera un aumento en los niveles de dopamina, ocasionando un vínculo adictivo con el uso de los dispositivos.
Cada vez se necesita más tiempo en pantalla para generar el mismo efecto, como si fuera una droga. Además de que el uso excesivo de pantallas hace que estemos en varios lugares al mismo tiempo, menos en el presente, en el aquí y ahora. Hoy, vamos a un recital y en lugar de disfrutar el momento, nos preocupamos porque nuestro tema favorito quede grabado en el celular. Entonces, en definitiva, no estuvimos en el recital.
-¿Esto se puede relacionar con patologías como la ansiedad o depresión?
-Sí, totalmente. La repetición de este circuito genera altos niveles de ansiedad y depresión. Todo pasa a ser aburrido fuera de las pantallas, y nos desconectamos cada vez más de nuestros vínculos y de nosotros mismos.
-¿Qué beneficios dirías que tiene el uso de la tecnología?
-El mayor beneficio es que podemos acceder a conocimiento sobre alguna temática específica o a un servicio de calidad desde cualquier parte del mundo. Cuestiones que, antes, para muchos eran inaccesibles. También nos permite estar informados de la realidad y de movimientos de diferentes países del mundo.
-¿Y respecto al ámbito social?
-En cuanto a lo social, pienso que posibilita el armado de redes de apoyo, contención y también permite compartir intereses. Se generan muchas comunidades a través del uso de la tecnología.
-¿Cuál es el impacto que tiene el uso de la tecnología en los adolescentes?
-Hoy todo está en internet, los chicos cada vez tienen menos herramientas para resolver problemas cotidianos, ya que no se preocupan en buscar los recursos, obtienen la respuesta rápida en Google. Esto se ve reflejado hasta en las tareas, hoy en día hay muchos docentes que cuando corrigen trabajos prácticos notan que se hicieron con Inteligencia Artificial (AI). En definitiva, se terminan viendo afectadas muchas de nuestras capacidades: el lenguaje, la concentración, la memoria…
-¿Cuáles son las edades más vulnerables para sufrir las consecuencias de un uso indebido?
-Si bien los adolescentes de entre 12 y 16 años son los más vulnerables a los efectos perjudiciales de las plataformas, todos los que no reciban acompañamiento y límites de parte de sus padres pueden sufrir las consecuencias de un uso indiscriminado. Hoy vemos muchos padres ocupados, pero pocos abocados a la crianza o brindando tiempos de calidad.
-¿Cómo debería ser el rol de los padres? ¿Deberían estar presentes o controlar el contenido al que acceden sus hijos?
-Los padres son quienes deben regular el uso de las tecnologías según la edad. Y, sobre todo, deben enseñar con el ejemplo: si ellos están todo el tiempo hiperconectados, ¿cómo pedirle a sus hijos lo contrario? Deben limitar la cantidad de aplicaciones descargadas en los dispositivos, el tiempo de uso y utilizar las restricciones de edad de cada aplicación. Y también informar y educar para prevenir el grooming.
-Últimamente se está viendo un aumento en los casos de apuestas online.
-Sí, sobre todo en hombres. Cada vez hay más casos de ludopatía y se está dando en edades más bajas. Las aplicaciones de juegos o canales de apuestas virtuales son verdaderamente un problema. Los padres les dan a los hijos el uso libre de la tecnología sin ningún tipo de moderación, y esto los habilita a tomar este tipo de riesgos.
-¿Se observan diferencias entre hombres y mujeres en el uso de las redes y otros entornos tecnológicos como los videojuegos?
-Sí, las mujeres son más usuarias de las redes sociales. Los hombres también utilizan mucho los videojuegos.
-¿Por qué creés que se da la diferencia de género?
–Los hombres suelen estar más tiempo hiperconectados porque, en general, son quienes desarrollan menos recursos a nivel emocional, son más evitativos. Y precisamente el celular es una herramienta que les permite evitarse, no conectar con lo que les pasa. También se combina con que son más inmaduros emocionalmente y utilizan los videojuegos para continuar alojados en ese lugar de niños, para evadir las responsabilidades.
-¿Y en las mujeres?
-A las mujeres se les juegan más cuestiones de autoestima a través de las redes. Prevalecen mayormente los sentimientos de envidia y la competencia con otras mujeres, que lleva a una búsqueda constante de aprobación externa.
-¿Aprobación externa en forma de likes?
-Sí. Hace poco Instagram incluyó una opción para no visualizar los likes. Hoy, todo se negocia por un like. La pregunta es: ¿cuál es el límite?
*Estudiante de la carrera de Periodismo y Producción de contenidos a distancia.
Además en ETER DIGITAL:
ENTREVISTAS
Agustín Gómez Sanz: “La Revista Lazer era internet sin internet”
El primer redactor de la mítica revista de cómics y anime argentina habla sobre el legado que dejó la publicación respecto del humor y la cultura japonesa.

En julio de 1997, Leandro Oberto y Pablo Ruiz, fundadores de la editorial Ivrea, sacaron a la luz la Revista Lazer. La publicación tenía características que la diferenciaban del resto, como por ejemplo, su lenguaje coloquial muy marcado, su humor y, más adelante, el correo de lectores en el que se mantenía una conversación con quienes enviaban sus cartas a la editorial.
A los pocos números de salida Agustín Gómez Sanz es contactado por Leandro para que, en principio, sea colaborador. Este llamado lo convirtió en uno de los primeros redactores de la revista hasta el año 2006, tres años antes del cierre de la publicación. A su vez, esto desembocó en su temprano ingreso a Ivrea donde se encargó de traducir múltiples mangas al español.
-¿Cómo fue el momento en el que pasaste de escribir un artículo a ser redactor de la revista?
-Leandro necesitaba información sobre los nombres de los personajes de Sailor Moon. Él sabía de mis conocimientos en japonés por lo que me pidió si podía escribir un pequeño apartado. Al siguiente número me pidió dos notas y para el próximo ya escribíamos la revista mitad y mitad.
-¿Era muy difícil conseguir información sobre un producto tan lejano?
-El acceso a la información era muy restringido y esporádico. No había internet prácticamente y la que había era muy lenta. Incluso Windows a veces no sabía cómo interpretar el japonés en las páginas web. Justamente la falta de información sobre el idioma fue el motivo por el cual yo pude entrar.
-¿En qué se basaban para elegir los temas?
-Tratábamos de estar al tanto de qué se iba a publicar, qué era lo próximo a salir. Había muy pocos estrenos pero teníamos relación con los canales que iban a emitir las cosas. La idea de que alguien pudiera ver una serie completa de punta a punta en ese entonces era muy extraño así que nos encargabamos de brindar las guías de capítulos.
-¿Y la elección de los especiales en qué se basaba?
-La idea de los especiales surge porque las notas primero se hacían de a pedazos. Llegabas a contar la información que había hasta el momento que escribías pero con el paso del tiempo quedaba obsoleto y había que hacer una nota más del tema. Nos dimos cuenta que podíamos compaginar todo en una revista especial. Al principio surgió como un rejunte. Después fue más hacer una enciclopedia que incluya todo lo referido hasta el momento.
-Dentro del humor que manejaba la revista se usaban muchas imágenes con texto simple, ¿podrían considerarse los primeros memes?
-Yo me fui haciendo cargo de la parte humorística de la revista. Contaba con una carpeta que tenía millones de imágenes sobre Japón entonces surgió la idea de crear una sección que sea la imagen con un epígrafe y se empezaron a dar chistes recurrentes. No creo que sean los primeros memes pero si es un poco lo que hoy es el lenguaje de internet.
-¿De dónde surge el característico lenguaje coloquial que usaban en la revista?
-Era una decisión editorial muy fuerte. Una regla que habíamos marcado para todos los redactores junto con el no hablar en primera persona. La idea era hacer una nota objetiva, sin decir qué te gusta y qué no, como si te la estuviera contando un amigo.
-¿Sentís que la revista influyó en el crecimiento de la cultura japonesa en el país?
-Todos los que formamos Lazer estábamos ubicados en un momento específico y preciso que generó que la Lazer sea internet sin internet. Servimos para dar a conocer y masificar, pero no podemos decir que el crecimiento fue por lo que nosotros hicimos. Quizás si no estaba la Lazer pasaba igual. Fue más una sincronía que una causa y efecto. Es innegable que hubo una explosión de la cultura japonesa; y si ayudamos a que eso pasara, fantástico. Pero no somos una de las razones por las que eso sucedió.
-¿Llegaron a tener impacto fuera de Argentina?
-Llegaban cartas tanto de acá como de otros países de Latinoamérica. Nos planteamos cómo sería publicarla afuera, pero lo que hacía especial a la revista era esa personalidad que uno sentía que conocía a la persona con la que estaba hablando. Si la publicabamos afuera había que hacerlo con gente local que diera justamente esa localidad.
Primera edición de la Revista Lazer del 7 de julio de 1997.
-¿Cómo era el proceso para elegir qué cartas de lectores se publicaban?
-Leandro recibía las cartas y se fijaba qué podía funcionar más en el “Correo de lectores”. La idea era que se dé una conversación. No se censuraba nada. Se buscaba qué era lo más interesante que podía surgir tanto por la carta recibida como por la respuesta que se le pudiera dar en la revista.
-¿Cómo lograron sobrevivir a la crisis del 2001?
-Para Lazer no fue un problema en el sentido de que la información seguía estando disponible mientras hubiera fondos. Gracias a que Ivrea publicaba mangas en España podíamos seguir editando sin problemas acá y, además, la revista en ese entonces tenía un éxito bastante grande.
-¿Influyó la censura que solían recibir los animes en la televisión a la hora de informar sobre los mismos?
-Nosotros mostrábamos lo que no se mostraba en la televisión. Era una forma de mostrar la diferencia cultural, el mostrar que allá se veían cosas que acá la gente se volvía loca por tapar u ocultar y no pasaba nada. Era mostrar cuál era el producto original.
-¿Llegaron a tener problemas por derechos de autor o por licencias?
-En esa época se podía publicar mientras dijéramos que los derechos eran reservados e indicar a quién le pertenecían. Podíamos movernos un poco más sueltos siempre y cuando este ese disclaimer en los créditos dando a entender a quien correspondían las imágenes pero no, no se pagaban derechos.
-Si la revista Lazer se publicará hoy, ¿qué crees que sería diferente y que podría mantenerse igual?
-Nada podría ser lo mismo, hacerla de igual manera hoy no tendría sentido. Todos los temas que nosotros tratábamos de volver mainstream son el mainstream de hoy en día. El problema ya no sería la información sino cómo presentarla y qué información elegimos contar.
La información es tanta hoy en día que dejó de ser lo importante. El juego hoy está en crear un contexto. Conectar y explicar las referencias que contextualizan. La información está en todos lados, darle contexto sería el servicio hoy en día. Habría que darle una vuelta de rosca a los datos que ya existen dando vueltas.
*Estudiante de la carrera de Periodismo y Producción de contenidos a distancia.
Además en ETER DIGITAL:
Gacha adictos: ludopatía e inmersión de los jóvenes en juegos online