Es en ese universo expandido de significados en el que se encuentra el libro Desde Hoy: El Eternauta del colectivo Un Faulduo, el corto “60 segundos de oscuridad” de Pablo Conde, la antología de cuentos Nosotros después que llegaron ellos, editado por Grendel Bellarousse o la muestra apócrifa Huellas de una invasión, llevada a cabo por la productora NOS.
Una obra en cortocircuito
“El carácter alegórico de El Eternauta permite lecturas variadas. La prueba de eso es la serie ahora. Y creo que una de las cualidades que tiene la historieta, y un poco la serie también, es que los materiales resisten a cualquier tipo de lectura”, afirma Nicolás Zukerfeld, director de cine e integrante de Un Faulduo, un colectivo de investigación y experimentación alrededor del campo de la historieta, que compone junto a Nicolás Daniluk, Ezequiel García y Nicolás Moguilevsky.
Desde Hoy: El Eternauta del colectivo Un Faulduo, es una intervención hecha sobre la revista Gente número 201, la cual contenía el comienzo de la historieta de Oesterheld y Breccia. Cortesía: Un Faulduo.
Con una revista experimental y una intervención que utilizó como base un ensayo de Masotta en su haber, eligieron El Eternauta para su nueva obra. Pero no cualquier edición: tomaron el número 201 de la revista Gente de 1969, en el cual comenzó a ser publicada la versión de Oesterheld y Alberto Breccia. De esa forma, buscaban hacer un trabajo inverso al usual: recontextualizar la historieta original y hacerla dialogar con aquel momento histórico.
“No queríamos convertir la revista Gente en El Eternauta. Nosotros queríamos que estuvieran en tensión, que estuvieran las fisuras, que a través del montaje de ese texto, de esas imágenes, se generara como ese cortocircuito”, explica Zukerfeld.
Aquella reelaboración se manifiesta en la cuidada edición de Tren en Movimiento, publicada en 2023, en donde la pluma de Oesterheld se cuela entre publicidades, reseñas y coberturas y todo es inundado por el trazo y la atmósfera de Breccia. “¿Cuándo observa este mapa no siente que su ‘su norte’ está en el sur?”, aparece en una de las hojas, como conversando con la reciente serie.
El Colectivo Un Faulduo: Nicolás Moguilevsky, Nicolás Zukerfeld, Ezequiel García, Nicolás Daniluk. Cortesía: Un Faulduo.
La tensión de la que habla Zukerfeld palpita en aquel contraste, entre una invasión que cae sobre Buenos Aires y que es encubierta por otros temas, en un movimiento análogo a lo que haría la revista años más tarde, cómplice de la última dictadura al desviar el foco de las desapariciones con notas banales. “Trataban de vampirizar un poco la cultura alternativa pero ese experimento les salió mal. Es una especie de vampirización a la que le termina ganando el vampiro”, afirma Zukerfeld.
Aquel experimento de Oesterheld y Breccia se precipitó a su fin antes de tiempo. Los lectores arremetían contra la revista en un tono conservador; más que rechazando la nueva versión del escritor, se oponían al trazo experimental de Breccia.
“También elegimos la revista por eso. Por el carácter un poco fallido, un poco torpe. Todo experimento tiene riesgo de fallar, y a nosotros nos interesa más los que fallan que los que triunfan. Hay algo ahí de la historia de un fracaso”, concluye.
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El Eternauta dialogó con la Marcha de Jubilados del 7 de mayo. Foto: Santiago García. Fuente: El Ciudadano.
Cada miércoles, los jubilados marchan por una jubilación más digna. Y el 7, una semana después del estreno de la serie, caminan con carteles con consignas como “nadie se salva solo”, “lo viejo funciona”, o con la misma historieta El Eternauta en sus manos. Incluso llevan máscaras puestas, pero no para protegerse de una nevada mortal, sino para defenderse de los gases lacrimógenos. Entre los insultos que les lanzan a los policías, se escucha “cascarudos”.
Un universo animado
Pablo Conde es animador, y a los 11 años su tío le mostró las páginas de El Eternauta en el suplemento original en el que fue publicado. A esa edad no supo reconocer la obra que tenía entre manos, pero más tarde, a los 24, la volvió a leer y una fascinación lo invadió, impulsándolo a buscar todo lo que pudiera sobre el viajero de la eternidad y sus creadores. Al no encontrar casi ningún trabajo de animación sobre la obra dijo: “Hay que armar algo”.
Junto a su primer colaborador, Javier Tedin, dividieron la historieta en diez capítulos, en caso de que pudieran adaptar todo, y seleccionaron una escena en particular, al principio de la historieta. Conde dirigió el proyecto durante cinco años, trabajando en los ratos libres y los fines de semanas.
El corto animado de Pablo Conde, “60 segundos de oscuridad”, adapta una secuencia de la historieta y se puede encontrar en YouTube. Cortesía: Pablo Conde.
Diferentes colegas entraron y salieron del proyecto. Si debía rechazar algún trabajo para avanzar, lo hacía. “En el medio me separo, se muere mi gata. Yo estaba como ‘público el corto y si me muero mañana no me importa más nada’”, afirma Conde.
En una animación breve pero contundente, y fiel al material original, el corto estrenado en 2017 comienza con “Caminito”, primero la versión original de Gardel, luego una reversión de Diego Maniowicz, que se convierte en el leitmotiv del corto. Salvo y Favalli, más que los protagonistas de la acción, son los espectadores de un crimen que pasa ante sus ojos: un hombre sale de su casa a los gritos, y otro le apunta y dispara.
Conde, aparte de dar clases de desarrollo audiovisual de dibujo y animación, cuenta con un proyecto entre manos, una obra original que ganó en Ventana Sur y que por ahora está en formato de webcomic, Elementarios.
Pablo Conde, el animador y director de “60 segundos de oscuridad”. Cortesía: Pablo Conde.
Ante la pregunta de si le gustaría realizar una versión completa de aquel corto, una película animada que adapte la historieta y que conviva en paralelo a la serie, él responde: “Ojalá me llamen ya. Sería un sueño hecho realidad”.
Una imagen se viralizó en las redes poco después del estreno de la serie: su afiche, pero intervenido. En él, cinco fotos de personas con sus historias, edades y sus respectivos nombres: Diana Irene Oesterheld, Estela Inés Oesterheld, Beatriz Marta Oesterheld, Marina Oesterheld y Héctor Germán Oesterheld. El escritor y guionista y casi toda su familia desaparecida a manos de la última dictadura militar.
Cuentos de una invasión
Las relecturas de El Eternauta no solo son en clave animada o mediante intervenciones artísticas; su expansión ocurre también en forma literaria. Como aquella novela inconclusa de Oesterheld, el relato de la invasión puede cobrar la forma de antología de cuentos, y el escritor y editor Grendel Bellarousse lo llevó a cabo en Nosotros después que llegaron ellos, editado por Luvina Editorial.
La antología de cuentos Nosotros después que llegaron ellos, editado por Grendel Bellarousse, ocurre en el contexto de la invasión. Cortesía: Bellarousse.
Como Pablo Conde, leyó la historieta por primera vez a los 11 años, en otra de las tantas iteraciones en las que fue editada, en su caso en los fascículos coloreados de Ediciones Récord. Aquel amor por el género lo continuó leyendo la revista El Péndulo y Minotauro, y más tarde, trabajando en las ilustraciones de la Revista Próxima, editada por Laura Ponce. El proyecto de ampliar el universo de El Eternauta surgió en 2023.
“Tímidamente me acerqué a los autores, que fueron elegidos a dedo. Les hablé del proyecto. La premisa era hablar no de El Eternauta, sino de la invasión. La consigna era cómo uno la encara teniendo la desgracia de enfrentar a los cascarudos, a los manos, a los gurbos y a los hombres- robot”, explica Bellarousse.
En su caso, la antología publicada en 2024, de la que formarían parte escritores como Eugenia Alcatena, Paul Calvetti Costa o Claudia Cortalezzi, incluía un juego profundo con el lenguaje y con las historias laterales a las contadas en la historieta original. No ocurre desde el punto de vista de Salvo y compañía, así como no se denominan de la misma forma a los extraterrestres: en las páginas del libro se cuenta qué le pasó a aquel colectivo de la línea 60 estrellado, qué le ocurrió a la gente marginalizada durante la invasión o cómo se originó la nevada mortal.
La estética brecciana cubre el libro de cuentos. Cortesía: Bellarousse.
Como el colectivo Un Faulduo, también hay un rescate de la estética brecciana, que cubre la gráfica del libro. Y también como aquel trabajo, hay un diálogo constante con la actualidad. “Es un homenaje respetuoso y el punto era eso, ver qué pasaba con nosotros. Y el peso del valor del pronombre ‘nosotros’”, concluye Bellarousse.
Al scrollear en redes sociales, días después del estreno de la adaptación, uno se encontraba con la siguiente línea: “Podés ser nieto/a del creador de El Eternauta”, una consigna impulsada por Abuelas de Plaza de Mayo e H.I.J.O.S y replicada por muchos medios y cuentas. A raíz de la serie, se reportó un crecimiento de más de un 300% en las consultas de búsqueda de identidad de nietos de desaparecidos, respecto al mismo periodo del año pasado.
Una muestra apócrifa
Hace 11 años, se hizo en Tecnópolis una muestra que revisitaba El Eternauta en carácter apócrifo, es decir, en un movimiento borgeano, recreando un hecho que jamás sucedió pero haciendo de cuenta que sí ocurrió: la invasión extraterrestre en la Buenos Aires de los cincuenta.
Un gurbo a través del lente “found footage”, en uno de los cortos de la muestra apócrifa Huellas de una invasión. Cortesía: NOS.
La muestra, realizada en el 2014 a partir de una idea de Martín Oesterheld, se llamó Huellas de una Invasión y fue llevada a cabo por la productora audiovisual NOS, famosos por haber sido pioneros en la realización de narrativas en espacios, como el mapping hecho para los festejos del Bicentenario.
El lapso de tiempo y el presupuesto era limitado, por lo que tuvieron que explotar al máximo los recursos que tenían. Durante cerca de tres meses y con un equipo aproximado de 50 personas entre el rodaje y la posproducción, se desarrollaron un total de tres cortos y los diferentes objetos, maquetas y esculturas que serían parte de la muestra. Para ello contaron, entre otros, con el escultor Martín Canale (actual diseñador y modelador en la serie), con la escenógrafa Adriana Maestri o con la artista Alejandra Jorquera.
“Elaboramos trajes, dioramas de momentos de las batallas, y fotos de una Buenos Aires antigua pero llenas de nieve. Agarramos imágenes de River cuando se estaba edificando, momentos de la construcción de la 9 de Julio e imágenes del bombardeo del 55 y las intervenimos”, explica Emiliano Riasol, productor general de NOS.
Un mano en el corto de Huellas de una invasión. Cortesía: NOS.
El corazón de la muestra era un corto de estilo “found footage”, en el que se contaba cómo Funes (referencia claramente borgeana), un archivista de la nación, encontraba metraje de una invasión de la que nadie se acordaba pero que parecía verídica. Así, se mostraba en una vieja cinta, la visión de uno de los combatientes mientras luchaba contra cascarudos, huía de gurbos, entrevía a un mano y finalmente era derrotado por hombres-robot.
Se filmó en locaciones reales como la Estación Plaza de Mayo de la Línea A o el Estadio Monumental. La verosimilitud de lo relatado era amplificada con la presencia del filósofo Darío Sztajnszrajber o diferentes testimonios entrevistados. “La gente se iba preguntándose si eso había pasado de verdad, dudaban”, afirma Riasol.
El Eternauta en diálogo con la marcha de los científicos, en contra de la paralización del sector. Fuente: RAICYT.
Miles de investigadores científicos se movilizaron en contra de la paralización del sector, marcada por las políticas del gobierno nacional, el miércoles pasado. Los carteles de “nadie se salva solo”, “sin ciencia no hay futuro” o de “una nieve tóxica destruye la ciencia y la universidad” eran alzados por científicos vestidos con máscaras y pilotos.
“El Eternauta no se ve como una historieta vieja, porque no está preocupada solamente con representar un presente histórico, sino que lo trasciende”, afirma Zukerfeld. ¿Quién sabe cuántas más obras, intervenciones y acciones serán llevadas a cabo por Eternautas que, como en la historieta original, continúan navegando una y otra vez por los significados que aquella obra sigue emanando, casi 70 años después?
Uno de los elementos que hacen a la historieta todavía vigente en el tiempo son sus locaciones. En aquel momento, los relatos de ciencia ficción transcurrían en lugares alejados de las mentes argentinas, como Nueva York o Londres. Pero la historieta de Oesterheld, tal como en la adaptación, parte de las inmediaciones de su hogar, en el norte del Conurbano bonaerense.
Vicente López, como en la obra original, tiene un protagonismo absoluto en la serie. “Bruno Stagnaro quiso mantener el espacio en el partido, por lo que la búsqueda se atuvo principalmente a esa zona”, aclara el asistente de locaciones y jefe de locaciones del último capítulo, Sebastián Cerezo.
La casa de Favalli se encuentra en las cercanías del chalet en donde vivió Oesterheld y en donde comienza la acción de la historieta, en Beccar. Siguiendo los pasos del Juan Salvo encapotado en el capítulo 2, la terminal de El Tren de la Costa se muestra cubierta de la nieve mortal.
Luego, Salvo tiene una impactante escena en la estación Bartolomé Mitre de la línea Mitre, que, como afirma Cerezo, fue filmada en los Talleres de Victoria de Trenes Argentinos (San Fernando) y aquel espacio fue insertado más tarde en las vías de la estación.
El edificio donde vive Elena, la ex esposa del personaje que encarna Ricardo Darín, se encuentra en Florida. Mientras el protagonista escapa del edificio con ella, los demás personajes van al Cuartel Central de Bomberos Voluntarios, ubicado sobre Av. Maipú entre Libertad y Arenales.
Más tarde, Salvo y Elena van en busca de su hija. La escuela en donde investigan es el Colegio León XIII, ubicado en Palermo. Por otro lado, la casa con la pileta por la que pasan y la farmacia están ubicadas en San Fernando y Olivos, respectivamente.
El capítulo 4 transcurre principalmente en los alrededores del Puente Saavedra, en un claro guiño a “El Combate de la General Paz” del cómic. Así, la Avenida San Isidro Labrador toma un lugar protagónico. Se les negó el permiso para filmar en la Parroquia ubicada allí, por lo que se utilizó la fachada y el interior de la Parroquia de San Telmo.
El túnel que atraviesan los protagonistas y que sigue a la calle Vuelta de Obligado, por debajo de la General Paz, tiene una historia particular: “Hace 14 años habían encontrado un cultivo de marihuana gigante abajo de la autopista, en un lugar como ese. Hubo que pedir un permiso a la autopista para que nos dejen abrir un boquete. Así que rompimos el túnel, armamos una falsa pared, filmamos la escena y después se volvió a sellar de nuevo”, cuenta Cerezo.
Más tarde, los personajes atraviesan la ciudad en dirección norte por la Panamericana. En el camino, hacen una pausa en un desolado y reseco puerto de Olivos, para luego llegar al Shopping Soleil, lugar central del quinto capítulo.
A diferencia de la historieta, la acción se mueve por el Camino del Buen Ayre hacia Campo de Mayo, en San Miguel, en donde se organiza la resistencia. Aquel espacio tiene una memoria sensible: “Fue bastante delicado porque es uno de los lugares donde había estado también secuestrada una de las hijas de Oesterheld”, afirma Cerezo.
Luego, vuelven al sur, pasando la General Paz y ya en Palermo, los espacios de la Torre Dorrego y la aledaña estación Ministro Carranza de la línea D son de los últimos lugares mostrados en la temporada, para luego concluir en Barrancas de Belgrano, con el Estadio Monumental (tan importante en la historieta) en la lejanía. Allí, concluyó la primera temporada, y desde allí arrancará la segunda, cuyo guión se está escribiendo ahora mismo.