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“EL 86 FUE UN AÑO MAGNÍFICO PARA TODOS”


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Pedro Troglio, quien en ese momento era una joven promesa, revivió para ETER Digital la consagración de River en la Copa Libertadores de 1986. Fue la primera vez que el Millo alzó ese trofeo en su historia, tras superar a América de Cali en la final.

Por Victoria Cicconi

Hasta 1986 el destino no estaba a favor de River: dos finales de Copa Libertadores disputadas: ambas perdidas. Parecía que los festejos nunca llegarían, hasta aquel día. “Fue un momento magnífico, el recuerdo más lindo”, dice Pedro Troglio en comunicación con ETER Digital desde Honduras, adonde trabaja en la actualidad. Él fue uno de los jóvenes integrantes de aquel plantel campeón, pero 34 años después tiene grabado a fuego cada momento. 

La primera gran frustración de River a nivel continental había sido en 1966. Peñarol le robó la ilusión en la última instancia. Luego, en 1976, River volvió a llegar a la final, pero Cruzeiro se quedó con el título. Una nueva oportunidad llegó diez años después. En el partido de ida, el conjunto de Héctor Rodolfo Veira había superado América de Cali por 2-1 con goles del recordado Juan Gilberto Funes y el Beto Alonso (descuento del paraguayo Roberto Cabañas para los colombianos). Solo faltaba un paso. El Monumental se preparó para una nueva final de la deseada Libertadores. Unos 80 mil hinchas millonarios colmaron el estadio. 

Pedro Troglio en River, 1986.

El miércoles 29 de octubre de 1986, a pesar de la lluvia, fue una fiesta. “Llovió como nunca antes en Argentina, pero la gente no se movió ni un segundo del estadio. Fue inolvidable”, cuenta Troglio, el actual director técnico del Club Deportivo Olimpia Honduras, al rememorar aquella noche copera. Una vez más, las tribunas se vestían con la banda roja para una noche de gala. La cancha lucía como pocas veces se había visto: desbordaba. Todos con el mismo deseo.  Las butacas se ocuparon  desde temprano y el tiempo se hacía interminable. Luego de mucha espera, los jugadores salieron a la cancha. Miles de papeles volaron por el aire para recibir a Pumpido; Gordillo, Gutiérrez, Ruggeri y Montenegro; Enrique, Gallego y Alonso; Alzamendi, Funes y Alfaro. Luego ingresarían Rubén Darío Gómez y Sperandío. Y el plantel además tenía a jugadores de la talla de Morresi, Troglio, Patricio Hernández y Caniggia. Un equipazo. 

En el primer tiempo, River estuvo impreciso, nervioso. Parecía que quería cuidar el resultado, ese 2-1 que aseguraba su primera conquista. Por otro lado, el equipo visitante marcó bien y complicó con jugadores de jerarquía como Carlos Ischia, Roberto Cabañas, Willington Ortiz, Ricardo Gareca, el paraguayo Battaglia y la seguridad de Pelusa Falcioni. En las tribunas, la gente estaba ansiosa, pero no paraba de alentar. “La gente apoyó todo el partido”, recuerda Pedro. 

En el  segundo tiempo, el partido llevó otro ritmo. Al equipo de Veira le hizo bien el descanso y mostró otro estilo de juego. River comenzó atacar y le dejó espacios al equipo colombiano. Una pelota perdida por el equipo local dio lugar a la jugada más clara para América: Willington Ortiz se la picó a Pumpido. La pelota iba hacia el arco, parecía gol, pero apareció el héroe del millonario, Oscar Ruggeri, quien alcanzó a sacarla de un cabezazo sobre la línea. Diez minutos más tarde llegó la alegría. A los 23 minutos, el recordado Juan Gilberto Funes arrastró a sus marcadores a pura potencia y marcó el gol que le dio la victoria al Millonario. “Fuimos todos atrás de Funes a festejar detrás del arco. Todos abajo del agua porque lloví a como loco. Fue inolvidable”, expresó Troglio. Los últimos minutos se hicieron largos, River era campeón de América por primera vez en su historia y el Monumental entero festejaba. Para los hinchas la fiesta terminó tarde. “El festejo en el vestuario fue una locura, hasta el periodismo estaba adentro. Fue un festejo imborrable. El 86 fue un año magnífico para todos, ganamos todo. Yo tenía 20 años, ja. Fue increíble lo que significó para mí estar en ese grupo lleno de figuras y campeones del mundo”. Así lo recordó quien en ese momento era un pibe con mucho futuro, el gran Pedro Troglio. Así lo recuerda también el pueblo riverplatense, aunque ya pasaron casi 34 años.


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