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EL ARGENTINO AL LLORA VENEZUELA


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Campeón como jugador y entrenador en el país bolivariano, Carlos Horacio Moreno fue un verdadero embajador futbolístico que hizo historia cuando se fue de Argentina.

Por  Mauro Romano (@Mauromano)

Si se le preguntara a un porteño por la ciudad de Acarigua, en Venezuela, es probable que no sepa qué responder. Lo mismo le sucedería a un acarigüense si se lo interpelara por el barrio porteño de Pompeya, a unos 5.040 kilómetros de distancia. Poco tienen en común las ciudades de Acarigua, al oeste de Caracas, y Buenos Aires. Sin embargo, existió hasta hace muy poco un nexo futbolístico, un puente humano con historia: Carlos Horacio Moreno. Y aunque se conozca sobre jugadores y técnicos que triunfaron en España, Italia y otras ligas exitosas, Carlos Horacio Moreno fue un embajador futbolístico en uno de esos países en donde el fútbol no es una prioridad.

Están quienes dicen que “tener un hijo, plantar un árbol y escribir un libro” es motivo suficiente para dejar una huella en la vida. De ser cierto, Carlos Horacio, como lo conocían sus más íntimos amigos, ha hecho de esa frase un legado. Tuvo seis hijos (tres de ellos futbolistas profesionales), plantó sus ideas en todos los equipos por los que transitó como futbolista y entrenador, y escribió las primeras páginas del fútbol grande venezolano.

foto1Hijo de un padre Cuervo y una  madre Quemera, nació en el barrio de Pompeya en 1948. En la calle gastó sus primeros botines e inició su carrera futbolística en las inferiores de San Lorenzo de Almagro, en el ‘62. Se coronó campeón con la Reserva del Matador, en el ‘69, y en el ‘70 jugó dos años en la Primera B con Almagro. Pero la tricolor fue la última camiseta que vistió en Argentina, antes de partir hacia Venezuela.

Su historia grande comenzó en abril de 1972, en Acarigua. En ese entonces, Moreno fue uno de los tantos argentinos que arribaron al país bolivariano durante la década del 70, para jugar en el Portuguesa Fútbol Club. Allí se sintió profesional por primera vez. Tal fue su influencia en la institución que logró  conseguir cinco títulos y mantener una gran amistad con el crack brasileño Jairzinho. Luego de su paso por “el Penta”, defendió los colores del Deportivo Táchira y del Atlético San Cristóbal antes de terminar su carrera como futbolista e iniciar la de entrenador.

 

foto2Se retiró en 1983 y asumió como director técnico del Táchira, donde obtuvo dos campeonatos, el de 1984 y 1986. Su gorra y sus lentes hicieron de él una figura sin igual en la dirección técnica. Su conocimiento y aporte al fútbol venezolano le permitió dirigir la selección vinotinto, entre el 1989 y 1991, y en 2001 conseguir  su tercer título como entrenador, esta vez, con el Caracas F.C. Dirigió, además, una extensa lista de equipos, entre ellos, Mineros, Unión Deportivo Lara, Atlético Zulia, Unión Atlético Maracaibo, Estudiantes de Mérida, Zulia FC, Deportivo Anzoátegui, Trujillanos y Portuguesa FC.

 

Tal fue el arraigo con Venezuela que formó su familia allí e inculcó el fútbol a varios de sus hijos. Dos de ellos  juegan en su país: Marcelo Moreno, en Academia Puerto Cabello, y Carlos Moreno, en Deportivo Táchira. Junior Moreno, su tercer hijo, lo hace actualmente en Estados Unidos (en el D.C. United), y vistió, además, la camiseta del seleccionado nacional.

 

No solo su éxito y sus virtudes se vieron reflejados dentro del campo de juego. Desde la década del 90, Carlos Horacio Moreno fue una figura importante para los medios de comunicación y programas deportivos. Formó parte del staff de transmisiones para varias radios del Deportivo Táchira y para Venevisión, siendo uno de los analistas de fútbol más respetados a nivel local. Dicho canal lo contrató como alternativa de César Luis Menotti y cubrió los ocho mundiales, desde Italia 90 hasta Rusia 2018, además de Copas América y Eurocopas.

 

En una vida dedicada a Venezuela, decidió volver en este último tiempo a su Buenos Aires natal, debido a un problema de salud. Luchaba contra un cáncer de riñón desde noviembre del año pasado y debía continuar con su tratamiento. Falleció el pasado 13 de mayo a los 70 años.


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