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“EL ARTE SIEMPRE TIENE UNA FUNCIÓN SOCIAL”


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El actor Luis Ziembrowski reflexionó sobre su profesión, pasando por Actrices Argentinas hasta su recorrido como figura pública.

Por Ángela Castillo

Entra despreocupado a un típico bar de barrio porteño, en Palermo. Va directo a saludar al mozo al que conoce hace 22 años por la cercanía del jardín al que fueron sus hijas. Pide un cortado y se dirige al fondo del local. El diálogo está por comenzar cuando lo interrumpe y avisa a una colega de Actrices Argentinas que no va a ver el celular por un rato. La vida del actor Luis Ziembrowski se fusiona entre el trabajo, el arte, la política y la fama.

¿Cómo se vive en la industria, desde adentro, este clima de época tan movilizado por el machismo?

Hay una campaña que está queriendo hacer la asociación de actores, de lo que me estoy enterando a través de una de las integrantes de Actrices Argentinas. La están organizando para viralizar que hay empresas, sobre todo de la televisión, que no quieren firmar el protocolo para prevenir violencia laboral. Esto tiene que ver con dos aristas: el clima de época que habla sobre los abusos, las jerarquías patriarcales y el sistema en general, y por otro lado la falta de trabajo. Eso juega en una tensión, entre la necesidad y el posicionamiento que se abrió hace un par de años con toda la ola verde.

Actuaste en Los Sonámbulos, ¿la película refleja la problemática machista?

Sí, y la violencia intrafamiliar. Ese es el foco: resaltar algo que se da en un alto porcentaje, que es que las primeras situaciones de abuso se dan intrafamiliarmente. Es un drama muy poderoso que va acumulando y termina en un bombazo final.

¿La película trata de mostrar a la institución familiar como un espejo de lo que pasa en la sociedad?

No sé si esa fue la intención de Paula Hernández (directora del film) o del guión cuando lo leímos. Eso es rebote de la película, pero no hay una intencionalidad o una analogía. Puede funcionar per se, porque todos estamos viviendo lo que estamos viviendo, y una familia también refleja eso. Creo que el arte siempre tiene una función social, buscado o no buscado, hay un rebote comunicacional.

¿Para vos el arte es inevitablemente político?

Tiene una lectura política pero no es solo eso. No sé si me concentraría en decir “todo arte es político”, no es lo que a mi me lleva a hacer eso, pero sí lo llevo conmigo.

¿Lo sentís como una responsabilidad?

Sí, a veces. Por un lado tengo un buen camino, pero también tuve necesidades de trabajar, y, como decimos medio en broma, medio en serio, uno tiene un curriculum y también tiene un prontuario. Trabajé en lugares donde ni siquiera ideológicamente estuve de acuerdo y sin embargo lo hice igual.

¿Cómo te llevas con la fama?

Al principio no me gustaba mucho. Nunca lo esperé, sobre todo con mi formación, todos los años 80 y lo posterior a la dictadura, el movimiento que se armó, la búsqueda personal del lenguaje. Para mi era mirar por otro lado a la teatralidad y la expresión. Era búsqueda, ni siquiera profesional o comercial. Me costó y no retroalimenté situaciones que me hubieran permitido, por ejemplo, tener una vida pública más poderosa todavía y con una vida económica más holgada.

¿Te arrepentís?

Para nada. No tengo duda de que el meollo de la situación está en la búsqueda expresiva y artística y no en la incidencia pública.


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