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EL DÍA EN QUE FERRO SE LIBERÓ DEL SILENCIO


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Ferro empató 2 a 2 con River en la décima fecha del Clausura 99 y en ese encuentro el equipo de Caballito rompió el maleficio de 875 minutos sin marcar goles. ETER habló con protagonistas de una racha que perduró casi diez partidos hasta que convirtió Cristian Chaparro.

Por Juan Otharán (Instagram: @juanmaotharan23 / Twitter: @juanotharan)

“Estuvimos más de nueve partidos sin meter un gol, empatamos y perdimos durante meses. Lo sufrimos mucho”, recuerda Jorge, un hincha de Ferro de 65 años que sufrió lo que nunca pensó padecer a sus 45, cuando su equipo atravesó la racha de 875 minutos sin convertir goles en 1999. En un deporte tan pasional, quiénes mejor que los hinchas para rememorar momentos en la vida de un club y más si es una institución tan emblemática como la de Caballito. Cualquier fanático Verdolaga puede contarle al resto de sus generaciones lo que se siente ver a su club quebrar y renacer gracias a sus socios o también llegar a lo más alto, cuando salió campeón invicto en 1982, en el contexto de una década marcada por logros deportivos e institucionales. Ni que hablar de lo que significó Ferro en otras disciplinas como el básquet, el vóley y el tenis; y una masa societaria que en algún momento superó los 50.000 adherentes.

Entre esos años marcados por la invasión de los ingleses a las Islas Malvinas y el momento en el que Maradona conocía cuánto pesaba una Copa del Mundo en el Estadio Azteca, Ferro mostró su mejor cara; dos veces campeón y con una distinción de la UNESCO por ser un club modelo (medalla que sólo comparte con el Milan). Pero el hincha de Ferro se caracteriza por ser sufrido y después de una época dorada, llegaron las malas a Caballito.

Antes de conocer el infierno futbolístico que representa el descenso, el Verde lastimó a sus propios hinchas con una sequía de goles sobre el final de la década del 90, quizás uno de los motivos por los cuales en la actualidad Ferro está condenado en el ascenso hace casi 20 años. Fue en 1999 cuando el club de la Avenida Avellaneda fue protagonista de un hecho inédito en el fútbol argentino, los 875 minutos sin gritar goles (hasta la fecha es récord en el país).

“A Ferro le costaba mucho convertir goles, los árbitros igual no ayudaron en nada. Era chica y en la escuela me vivían cargando, pero igual siempre banqué al equipo esperando siempre que rompan la sequía”, dijo Gabriela, una hincha de 35 años, que en su infancia vivió los dos contrastes del club. La falta de gol que tenía el equipo que dirigía el recordado Cacho Saccardi (el máximo ídolo de la institución), hizo sufrir a miles de fanáticos partido tras partido y  una bandera posó en el alambrado. “Hagan 1 gol”, decía el lema que inmortalizó el trapo blanco y se transformó en un hito que trascendió a través de los años. En el Clausura que pelearon el River de Ramón Díaz mano a mano con el Boca de Carlos Bianchi, Ferro atravesó una de las crisis más dolorosas para cualquier fanático: No pudo gritar un gol durante casi 10 partidos seguidos.

El 28 de abril del 99 un pálido Ferro recibió al River de Berizzo, Saviola y compañía. A la décima fecha del torneo Clausura, el Verde no sólo llegaba sin haber ganado un partido, sino que la estadística era más cruel; no había convertido siquiera un gol en esos nueve primeros encuentros del campeonato. Además el conjunto Millonario visitó Caballito siendo escolta de Boca y disputando la Copa Libertadores. En la previa, las esperanzas de los locales en poder gritar un gol y obtener una victoria eran las mismas que las de una persona en pegar ese número ganador en la lotería que por ese entonces conducía Riverito.

“Sabíamos que ellos (River) eran un equipazo, pero nosotros llegábamos de cinco partidos sin que nos hicieran goles también, por lo cual la esperanza era mínima, pero estaba y la gente explotó la cancha”, así lo revive Matías Aguirre, otro hincha de Ferro que en su adolescencia presenció el partido esa fría noche de viernes en el estadio Ricardo Etcheverry.

El primer tiempo fue un espanto, típico del momento que atravesaba el equipo de Saccardi en ese torneo. Primero pasaron Boca, Gimnasia, Huracán y Belgrano; fueron cuatro fines de semana con derrotas consecutivas para el inicio del Clausura. Después se dio la conocida tendencia: el 0 a 0. Mientras Fernando De la Rúa preparaba su campaña que finalizó con un pésimo mandato que culminó con una renuncia en helicóptero, tristes también eran los partidos que jugaba Ferro: Sin goles ante Newell’s, Racing, Platense, Colón y Vélez. Cinco cero a cero seguidos.  Cuando parecía que se repetía la regla, en el complemento un cachetazo de realidad golpeó a los fanáticos del Verde. A los 57´ Damián Álvarez convirtió para River y un silencio de misa se apoderó de la tribuna local. Los visitantes se floreaban de cánticos y palpitaban el Superclásico que les tocaría afrontar semanas después. Hasta que a los 63´ Julio Ricardo relató: “Centro de Mandra, la busca Chaparrooogoool”.

foto-1“Tenía 14 años y me subí al alambrado para zafar de una avalancha. La popular estaba tan llena como pocas veces la volví a ver, grité como loco, desaforado”, comentó Matías respecto al gol que despertó esas gargantas adormecidas de los hinchas del Verde. El autor de la palomita, Cristian Chaparro, habló con ETER digital y recuerda ese gol con una sonrisa: “En realidad fue emocionante como lo es cuando hacés cualquier gol, pero este era distinto, era sacarte esa mufa de encima que ya no se aguantaba. Pero en definitiva era sólo eso, un gol que no vale ni más puntos que otros, pero sentimentalmente nos dio mucho y más que nada contra el rival que en los papeles siempre es más difícil. Lo disfrutamos mucho por ver a nuestra gente feliz”.

Ferro rompía en ese momento la racha más larga en la historia del  fútbol argentino de un club sin convertir goles. Fueron 875 minutos en total hasta que Chaparro venció la resistencia de Roberto Bonano. Pasaron 137 días, un cambio de almanaque, una estación completa en el medio, para que los hinchas del Verde pudieran volver a gritar un gol.

Jorge Cordon, el DT actual del equipo de Caballito, jugó ese partido y a  ETER le comentó: “Había banderas y un cartel en la mitad de cancha, uno chiquito pegado al alambrado que decía ´Arco a 50 metros´ con una flecha y eso nos causó mucha gracia, pero sabíamos que teníamos que revertirlo. El gol fue una envión anímico para ganarlo, no se pensó tanto en la racha. Hubo mucho empate igual, nosotros peleábamos el descenso y el punto en ese momento servía también”.

Y Ferro, empujado por su gente, fue a buscar los tres puntos. “Volviendo de gritar el primero en el alambrado, queriendo subir por la popular, buscaba el lugar que había dejado. Se produjo una avalancha de vuelta y ahí no zafé, me tiraron al piso. Me levanté, quise mirar para la cancha y gol de Mandra, mi ídolo en ese momento. El uruguayo la rompió ese partido, fumando pucho y todo, era un crack”, comentó Matías cómo se vivió en la tribuna local el segundo gol de Ferro.

La alegría en los locales era inmensa, para el que creció en la Avenida Avellaneda fue casi tanto como la del hincha de la Academia, que en ese año celebró que las horribles palabras de de la jueza Ripoll, que sentenciaba que Racing dejaba de funcionar, hayan quedado en el olvido. Ferro ganaba 2 a 1 con gol de Mandra apenas dos minutos después del empate y sonreía después de nueve partidos. Por un momento los locales se olvidaron de la racha, del descenso y de toda su miseria.

Sergio Rodríguez entró sobre el final del partido y le dijo a este medio: “Siempre estaba Mandra o Guerra y yo alternaba desde el banco. Entré un rato para hacer tiempo”. Además, el volante agregó: “Después de ese partido fueron cargadas para Chaparro, nada más. En general no se habló más de que habíamos roto esa racha, cada uno sabía que era el puntapié para empezar a jugar bien, hacer goles y ganar. Lo más difícil del fútbol”.

Pero para los Verdes ojalá el día hubiera terminado ahí. El hincha de Ferro tenía que seguir sufriendo. No bastó la agonía de estar 10 partidos esperando un gol. Tampoco sufrir las decisiones económicas que atravesaba el país y que derivaron un par de años después en el famoso y maldito “Corralito”. Ferro había vuelto a convertir y le ganaba al difícil River de Ramón Díaz, pero el árbitro Martín adicionó tres minutos cuando se cumplieron los 90 reglamentarios. River buscó el empate con centros y córner tras córner los visitantes empujaron hasta provocar la crónica de una igualdad anunciada. Javier Saviola encontró la pelota entre tantas medias verdes y sentenció el 2 a 2.

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Quizás la alegría de haber vuelto a convertir era tan grande, que el hincha de Ferro debía conformarse y no pedir ganar por primera vez en la décima fecha. Probablemente que el gol haya sido en posición adelantada y pasado el tiempo de adición fue el castigo para un equipo que hizo sufrir a su hinchada o simplemente tenía que darse así para que resultara un partido de película con un final emocionante.

“El fútbol es un sentimiento y el hincha cuando está en la cancha lo refleja en cada acción o momento. Existen los resultados, las alegrías, tristezas, calenturas, las disculpas, la euforia, lo más lindo de ser futbolista es que vos descargás todo eso dentro del campo de juego y el hincha es un cúmulo de todo lo que solo puede gesticular o gritar. Imaginate  ese volcán de energía positiva o negativa dentro del hincha, mejor hacer las cosas bien, porque si no el resultado es la reprobación”, reflexionó Chaparro recordando su relación de amor y odio con los simpatizantes Verdolagas.

La racha sigue siendo un récord en vigencia y la bandera es recordada por los hinchas de fútbol de otros equipos. Lejos de buscar gastar al rival o apelar al insulto con sus jugadores, ese lienzo blanco sólo tenía un número y ocho letras dibujadas y posó sobre una de las plateas de la cancha de Ferro. Le bastó al fanático que la hizo para mostrar su descontento hacia su equipo con una mezcla de simpleza, resignación e ironía.


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