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El día que Les Bleus se vistieron de verde


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El 10 de junio de 1978 Francia derrotó a Hungría por la primera ronda del Mundial realizado en nuestro país, no obstante, esto quedó en un segundo plano en términos de relevancia histórica. En la memoria del pueblo marplatense quedó grabado que el bando ganador tuvo que vestir la camiseta de Kimberley tras un error garrafal por parte de la organización de la copa.


Mientras se desarrollaba la Copa del Mundo en Argentina, la selección de Francia, liderada futbolísticamente por el excelso Michel Platini, debía enfrentar en el estadio José María Minella de Mar del Plata a Hungría por la tercera fecha del grupo 1, zona que completaban la albiceleste e Italia. Con ambas selecciones europeas ya eliminadas tras no haber conseguido puntos en ninguno de sus respectivos encuentros previos, el juego no resultaba demasiado atractivo para el espectador, esto plasmado en el hecho estadístico de que fue el partido con menor cantidad de público presente de los seis jugados en ese estadio (23 mil personas en un estadio para 42 mil).

Sin embargo, en la antesala de este cotejo, se dio uno de los episodios más llamativos de la historia de este torneo. El árbitro había ordenado a las delegaciones que se presentaran con sus equipaciones alternativas, puesto que los colores de estas podían confundirse en las transmisiones, en aquellos países en los que la televisión a color no era accesible para todos aún. Lo que nadie tuvo en consideración fue que los dos uniformes secundarios eran completamente blancos.

Al llegar los planteles a los vestuarios y enterarse de tal situación, la organización, tras una audaz maniobra de marketing de un dirigente de Kimberley, determinó que uno de los dos debía jugar con indumentaria del Dragón Verde. Francia fue la elegida para portar dicha vestimenta, en lo que sería un momento único e irrepetible tanto para el seleccionado galo como para la institución marplatense. El duelo terminó 3-1 en favor del equipo de Platini, pero no le sirvió de nada a los franceses más que para asegurarse el tercer puesto del grupo.

Hoy, a 44 años de dicho suceso, una de las camisetas de Kimberley usadas en aquel encuentro se exhibe en el museo de la FIFA para rememorar semejante peculiaridad.


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